“Hace unos días te escribí lleno de arrogancia. Te decía entonces que, como no buscaba la buena opinión de nadie, no me interesaba el consejo de hombre alguno. No obstante, acudo a ti en busca de consejo. Medita sobre estas cosas y prepárate para revelarme todo tu pensamiento en abril.
“Yo, en tanto, seguiré observando todo lo que ocurra dentro y en torno mío, en especial el amor, el destino y la poesía. Ahora advierto que he estado planteándome estos problemas toda mi vida. Pero uno no sabe lo que sabe –ni siquiera lo que desea saber– hasta que lo desafían y se ve obligado a hacerle frente.
“He aquí que ahora me desafían. Roma exige que me multiplique una vez más. Me queda poco tiempo.”
Los tres párrafos anteriores, seguro usted lo sabe y recuerda, son un fragmento de la carta que escribe Cayo Julio César a su amigo Lucio Mamilio Turrino en el libro, mitad ficción mitad historia, Los Idus de Marzo de Thornton Wilder.
Reflejan, creo yo, la situación por la que seguro ahora atraviesa la maestra Elba Esther Gordillo, a quien se ha detenido y ahora se procesa por diversos presuntos delitos del orden financiero, así y por la influencia de los medios de comunicación ya haya sido condenada culpable por la res publica.
“La ley nos obliga a todos por igual y nadie puede estar por encima de ella”, ha dicho apenas, en mensaje por la llamada cadena nacional, el Presidente Enrique Peña Nieto. Y es plausible. Durante décadas tal ha sido el reclamo generalizado en nuestra sociedad ante sus, hasta ahora, permisivas autoridades. Bien, entonces, que el depositario del poder público en México acate el sentir popular, lo que será mejor todavía cuando este dictum en verdad se aplique a todos aquellos que consuetudinariamente pisotean al Estado de Derecho.
Personajes de esta ralea los hay por todos lados y todos están perfectamente ubicados por la ciudadanía, lo que hace suponer que también las muchas veces “distraídas” autoridades públicas sepan cuáles son los objetivos siguientes.
EXCEPCIÓN, NO REGLA
En los últimos años, el “nadie por encima de la ley” ha sido invariablemente empleado por los titulares del Ejecutivo Federal en sus alocuciones públicas.
En la primera quincena de 1995, por ejemplo, Ernesto Zedillo también recurría al encadenamiento de medios electrónicos, radio y televisión, para dar un mensaje con motivo del autoexilio de su antecesor Carlos Salinas de Gortari, quien en días previos había sufrido el encarcelamiento de su hermano Raúl y había protagonizado una suerte de ópera bufa con una declaración de huelga de hambre.
“Es nuestra obligación aplicar la ley sin excepciones”, reiteró el ahora ex Presidente Zedillo, con un ojo puesto en aquellos que se apresuraron a criticar el “exilio acordado” de Salinas hacia los Estados Unidos, inicialmente.
No recurrió al encadenamiento de medios electrónicos, pero en la tercera decena de abril de 2005, Vicente Fox apeló a idénticas fórmulas para justificar el proceso de desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador, entonces favorito de las encuestas que se levantaban para dilucidar la sucesión presidencial del 2006: “respeto al Estado de derecho”, “nadie por encima de la ley”, “solución jurídica, no política”.
Como en muchas varias ocasiones, a finales de febrero de 2012 el entonces ocupante de Los Pinos, Felipe Calderón, también acudió a similar expediente, pero a propósito de su cacareada, mal ejecutada y peor concluida guerra en contra de la delincuencia bla, bla, bla: “La ley debe aplicarse con todo rigor, sin distingos, caiga quien caiga, sin importar condición, o posición social, política, o jerárquica”. Dijo, además, estar convencido de que sólo perseverando en el esfuerzo de los mexicanos se logrará derrotar la impunidad y la corrupción, y recuperar la paz y la seguridad para todos.
En los últimos años, pues –y estoy seguro que también antes—, los mexicanos hemos escuchado el mismo estribillo. Sólo que este se aplica excepcionalmente y no como regla general. A ver si ahora sí, terminados los idus de este marzo. Lo comentaremos en abril.
Índice Flamígero: “No me defiendas, compadre” podría exclamar el líder sindical Carlos Romero Deschamps al “honesto”, “limpio” y “vertical” Emilio Gamboa Patrón, quien dijera que el petrolero no tiene de qué preocuparse. ¿O es una “estrategia” por la cual Romero debería decir a Gamboa el clásico “¿Tú también, Bruto?
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— yo como cuando el qiunazo tan festinado. yo no lo festine, ahora tampoco. una golondrina no hace verano y si, si me hace temer un sexenio presidencial plenipotenciario, a la salinas, un regreso del viejo pri, al mas puro estilo pri y no me gusta nada. posible le peguen a unos cuantos mas, para q se vea cuan “derechos” somos, pero abril no, don paco, el 1o. de dic. del 2018, (si todavia andamos por aki) entonces sabremos como nos fue. por pronto no me gustan estos augurios. justicia politica.