Joel Hernández Santiago
Hay una especie de fiebre de austeridad que es saludable si se trata de administrar lo poco que se tiene para hacerlo más eficiente y productivo, como también para satisfacer necesidades básicas; pero una austeridad mal entendida podría ser mortal si se convierte en anemia para instituciones públicas de necesidad primaria, para organismos comunitarios y para pagar la fuerza de trabajo indispensable a fin de que la maquinaria nacional camine y avance.
Hay austeridad que se convierte en pesadilla si no se humaniza, por ejemplo el caso de las áreas de salud pública que, como ya se ve, es mortal para muchos y puede terminar en desastre y tragedia.
Hace apenas unos días, por ejemplo, se anunció el cierre de muchas clínicas urbanas del Seguro Social con el pretexto de esa austeridad, aunque éstas cumplan el servicio comunitario de salud indispensable en zonas pauperizadas.
…Antes, el presidente López Obrador anunció que tres laboratorios serían bloqueados a los que acusó de abuso y monopolio en la entrega de medicinas al sistema de salud pública–; en tanto que autoridades de salud anunciaron disminución presupuestal que afecta tratamientos especializados y de alto impacto. El desabasto de medicinas es criminal en muchos casos.
Germán Martínez, en su renuncia a la Dirección General del IMSS lo advirtió de forma enfática y acusó a la Secretaría de Hacienda de ser “ese duende” que daña la vida y salud de muchos aquí.
Pero así como ocurre en el tema de la salud pública, ocurren otros casos, como ya se vio en lo de las Estancias Infantiles o para quitar becas a estudiantes de alto calado o para disminuir presupuesto a entidades como es Conacyt que contribuye a generar científicos y técnicos tan necesarios para evitar la dependencia del país de investigaciones provenientes del exterior y que resultan muy costosas y peor aún, limitadas a los intereses del mercado internacional…
Y así como ocurre en instituciones de atención directa y urgente, de servicios indispensables e ineludibles, también ocurre en las áreas del pensamiento, la cultura, la creación y la trascendencia.
Los medios de comunicación lo son. Son organismos de alta necesidad para la información, comunicación, recreación, solaz, generación de ideas y cultura. Por los medios de comunicación transita el hoy mismo de lo que pasa y lo que ocurre en el país, si se es fiel a los hechos.
Y si esto es así en los medios privados de comunicación, es de mayor responsabilidad en los medios públicos, que son del Estado mexicano. Eso es: del Estado mexicano, no del Gobierno mexicano: cosa absolutamente distinta.
Por ejemplo, Notimex es una agencia del Estado mexicano. Y tiene la responsabilidad de informar de forma plural e incluyente porque no se trata de hacer propaganda al gobierno en turno, sino de otorgar a todos los ciudadanos las distintas facetas de la noticia. El Estado mexicano somos todos los que nacimos y vivimos aquí, los distintos puntos de vista, las distintas aportaciones o cometidos de todos como sociedad democrática e incluyente, plural y con derecho a la información…
Pero de un tiempo a esta parte ahí todo es distinto y la irresponsabilidad campea, incluso en el despido inaudito de su gente de trabajo. Sanjuana Martínez hace un trabajo al mismo tiempo irresponsable como de propaganda desleal al Estado mexicano.
En esa reiterada mala interpretación del sentido de estas entidades, con frecuencia funcionaros de estos medios se entienden como dominio de gobierno y el gobierno les obliga a la solidaridad con el régimen. No necesariamente con los mexicanos. Y sus operarios lo aceptan y aceleran ese sentido de militancia antes que el de la información objetiva…
Aparte, es el caso del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), que es la cadena de radio pública nacional. Se fundó el 25 de marzo de 1983 –Miguel de la Madrid-. Maneja estaciones en Ciudad de México y emisoras en la República Mexicana.
Hoy cuenta con 18 emisoras y vive en la precariedad. Para hacer funcionar todo esto, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019, al Instituto se le asignaron 159.2 millones de pesos, 10.5% menos que en el 2018, aunado a que los recursos no se liberan con facilidad, lo que ha provocado la crisis del grupo radiofónico.
Hace apenas unos días se supo que el IMER tendría que cancelar parte importante de su programación en vivo y que tendría que despedir a más de 240 personas que hacen radio ahí.
“Necesitamos 31 millones de pesos, que servirían hasta diciembre porque el IMER sale muy barato; cada emisora nos cuesta entre 7 y 8 millones al año, se hace mucho con poco.”, dice su directora Aleida Calleja.
No obstante ante tal situación se comenzó a informar que esta cadena iniciaría despidos y cierres de programación, lo que conmocionó a los medios de comunicación y las redes sociales… Sólo bajo presión pública se le otorgaron 19.3 millones de pesos, lo que sigue sin alcanzar para subsistir.
Porque IMER se ha convertido en una instancia de información y creación radiofónica. “Producimos sonidos y los transformamos en ideas”. Eso es. Hacer radio es eso: son sonidos que dibujan ideas, hechos, vidas, retratos de una sociedad en todo el país. Es la imaginación y la realidad puesta a disposición de lo diario, lo cotidiano y de los hechos…
IMER es de todos y, por lo mismo, como Radio Educación, Canal 11, Canal 22 y más, requieren presupuesto, pero también requieren la atención de todos para que sean eso: medios de Estado y no de gobierno o de régimen. Y para que esto sea así, se requieren recursos, que generan trabajos y que generan sonidos y que generan ideas, que es lo que, como la educación, el alimento y las medicinas, tanta falta hacen en este país.
Al fin y al cabo, los mexicanos pagamos para estar informados y para solaz. No es gratuito.