MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Hay amplia y pública evidencia de que la sedicente izquierda que ha construido en tiempo récord a Morena y desmantelado al Partido de la Revolución Democrática retomó el camino de la división que trae en su ADN: desempolvó a las tribus perredistas que coincidieron en un objetivo del instituto político que avanzó en el escenario nacional y el reparto del poder. Ha ganado la Presidencia y, paradoja elemental, ha iniciado el proceso para perderla.
Porque, mire usted, las izquierdas en su historia han luchado por derrocar al sistema capitalista, al monopolio del poder de la derecha en todas sus presentaciones y, al final, no han consolidado el poder porque éste las dividió, decantó y desbarrancó empujadas por la demagogia que combatieron y los abusos que cometieron en la práctica del quítate para ponerme.
¿Usted cree que Morena ganó el poder? No, ganó la Presidencia de la República y aunque obtuvo la mayoría en el Congreso de la Unión, se quedó a la mitad del intento porque no sumó ni sometió a los poderes fácticos que, al final, pueden construir un escenario de crisis y recuperar, primero, esa mayoría legislativa y, luego, el máximo cargo de elección popular.
Y mire usted que, quien borda la prospectiva en este considerando es el experimentado Ricardo Monreal Ávila, presidente de la influyente Junta de Coordinación Política de la Cámara alta y coordinador de los senadores de Morena,
Ayer reiteró, en Acapulco, una referencia que de no ser atendida con la prioridad que demanda la conservación y consolidación del poder, se diluirá a la misma velocidad con la que paulatinamente se desgasta el bono democrático que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.
Monreal recordó que, el 1 de julio de 2018, se ganó la elección y el gobierno, “pero no ganamos el poder” porque, refirió, éste se encuentra diseminado, fundamentalmente, en el poder económico, que es el poder real”. Y, en efecto, pero por ahí andan los otros poderes fácticos que, unos por la vía violenta y, otros, por la espiritual inclusive, se niegan a entregar el control de sus cotos.
Aunque Ricardo Monreal centró su previsión en la advertencia de que Andrés Manuel López Obrador se enfrenta al poder económico. “Por esa razón –urgió–tenemos que resistir y persistir en el cambio de régimen y lo vamos a lograr”.
Bien. La semana pasada, en un acto en Toluca donde los senadores Martha Guerrero e Higinio Martínez rindieron su primer informe de labores legislativas, Ricardo Monreal envió un mensaje que se ajusta a destinatarios que todo el mundo identifica, sobre todo en estos días en que las tribus pelean el control de Morena, pero con tanta hambre de poder que no asumen el grave riesgo de echar por la borda lo ganado y perder la mayoría legislativa en los comicios intermedios de 2021.
Por ello, los integrantes de esa atomizada Morena que pugna por el control del partido, bien harían en escuchar a Monreal, sobre todo en esto que dijo en Toluca: “Si bien Morena ha ganado se debe trabajar con eficacia e interlocución, pero sobre todo sin excedernos en el mandato que el pueblo nos otorgó y sin traicionar la confianza de los electores”.
Los convocados a este acto fueron de carácter plural, lo mismo legisladores de Morena que de otras fuerzas políticas como la panista Josefina Vázquez Mota y el priista Eruviel Ávila, ex gobernador del Estado de México e integrante del Grupo Atlacomulco, aunque sea por adopción.
Ahí el mensaje a las tribus, éstas que se han desbordado en la cargada a favor de Mario Delgado, las otras en respaldo de Yeidckol Polevnsky o de Bertha Luján, para dirigir a Morena; incluso esa fracción que apoya la reelección de Martí Batres en la presidencia del Senado.
“Sí, ganamos –recordó Monreal–, pero hay una gran expectativa de trabajo y resultados. Si no les cumplimos, la gente nos va a retirar el apoyo. No hay victorias para siempre, ni derrotas permanentes. La gente quiere que le cumplamos.
“Aunque tengamos mayoría en el Congreso debemos estar a la altura de las circunstancias. No es sólo ganar, ahora hay que cumplir y crear las condiciones propicias para que la gente ratifique su respaldo”.
Por ello no es gratuito que Monreal haya pedido confianza en López Obrador, e incluso previó que “será el mejor Presidente en muchas décadas”. Pero, recordó la lección que el PRI y el PAN olvidaron en su momento al cambio de régimen. “No es fácil adaptarse a un nuevo estilo, sacudido de aparatos costosos y parafernalia”, citó.
Pero, vaya, la historia es terca en eso de reciclarse, como terca es la clase política que acusa amnesia y apuesta a cometer los mismos errores.
Pareciera que es a propósito en la praxis de desmantelar lo que ha costado construir para llegar al poder, ganar y luego perder en perjuicio del país.
¿Qué ocurre en el Senado, por ejemplo? ¿Medir fuerza como para qué? ¿Por qué la insistencia de Martí Batres Guadarrama en reelegirse en la presidencia de la mesa directiva senatorial? Reza la máxima política que el ya bailó que se siente, pero el aún presidente de la Cámara alta declara que quiere seguir en la pista.
Lo malo de esta terca, aunque legal insistencia porque la ley prevé la elección de un periodo más inmediato en la Presidencia senatorial, es que Martí abrió sus cartas y prácticamente rompió con Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de los senadores de Morena, quien el viernes de la semana pasada cuestionó la posibilidad de que Batres sea reelegido en el cargo.
En la conferencia de inicio de semana, Batres prácticamente se victimizó y urgió a “no vetar a nadie con pretexto de la paridad de género”.
Y recordó que hasta el momento es el único que ha planteado que desea presidir la Mesa Directiva del Segundo Año de Ejercicio de esta LXIV Legislatura. Paráfrasis del filósofo de Juárez: ¡Pero qué necesidad! Lo dicho, las tribus del PRD han reencarnado en Morena y vuelven a disputarse el poder que, sostiene Monreal, no han ganado porque ahí andan los otros poderes. Conste.
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