Guillermo Portugal Vela
A Guillermo Almeyra Cáseres, periodista, activista, crítico anticapitalista y de izquierda.
Aunque “el prometer no empobrece” los adherentes de la 4ª. Transformación (4T) reiteran la falacia que desde el triunfo electoral del primero de julio de 2018 “ha ganado la izquierda” y también que se tiene la inverosímil proclama (que a partir del 18 de marzo de 2019) “desapareció el neoliberalismo” por lo que ahora según el hombre de Macuspana es como “un día de campo” la aplicación de su contraparte “el modelo económico posneoliberal”.
En cuanto a lo primero, es otra la realidad porque la correlación de fuerzas de los grupos de poder político donde en el caso de la administración gubernamental de la 4T (es cuestionable entre otros puntos) la estructura de los cuadros medios y altos corresponden a una significativa proporción de que sus integrantes son de filiación priista pues proceden de la administración peñista, derivado en parte ( y a decir de algunos funcionarios) por la permanencia de que dichos cuadros tienen experiencia dentro del sector público y por ende se tiene dificultad por sustituirlos por los morenistas “que adolecen en su mayoría de un perfil adecuado”; sin embargo, se vuelan la barda por la incongruencia de que hayan sido llamados decenas de prominentes exmiembros de la “mafia del poder” para ocupar cargos del primer círculo de la 4T, (entre otros) como “el empresario regio” Alfonso Romo Garza jefe de gabinete, el “ex-filántropo de TV Azteca” Esteban Moctezuma Barragán titular de la Secretaria de Educación Pública y la ex-presidenta de Canacintra Yeidckol Polevnski actual presidente de Morena.
Sobre lo segundo, es imprescindible que la administración de la 4T establezca un sistema que retroalimente (entre otros instrumentos) el Plan de Desarrollo 2018-2024 (PD) y los Criterios Generales de Politica Económica (CGPE) que diagnostiqué, de seguimiento y evaluación para determinar los avances de la erradicación de los componentes y estructuras jurídicas, socioeconómicas y culturales del modelo neoliberal y cuyo sistema asimismo explique además los pasos a seguir para construir una politica anticapitalista; por ello el posicionamiento discursivo de la 4T debe modificarse para evitar la cortina de humo cuando se privilegia el “cacareo” de las generalidades de los programas y proyectos de la agenda nacional y a la vez evitar el mezquino acto de “fustigar a todo lo que huele a neoliberal”, como nombrar como fifís y conservadores a los que están en desacuerdo a las acciones y políticas públicas de las 4T, en este sentido es pertinente dar cabida a otras voces e incluso a las de la “critica-critica” que desean coadyuvar al análisis objetivo y evaluativo de lo que es el neoliberalismo y a su vez colateralmente que se definan los objetivos, metas, alcances, plazos, responsables y en qué consiste la transicion para cambiar de régimen y así construir el modelo “posneoliberal”.
En conclusión, para ejemplificar la orientación del mencionado sistema se describe un análisis somero sobre qué tan alejados o cercanos esta la politica económica anunciada por la administración de la 4T con respecto al Consenso de Washington sobre 10 recetas de políticas públicas adoptadas por los países en desarrollo para mejorar sus economías; valoración que arrojó una calificación de congruencia más apegada al consenso, situación de infortunio que se traducirá en estar inmersos en el modelo económico “neoliberal fifí” hasta la mitad del sexenio (afines del 2021) , por el hecho de continuar en el mismo ritmo de trabajo con las actuales políticas públicas anunciadas y las inercias que no faltaran por los cambios por la transición a la nueva politica económica que viene.
Las políticas de referencia del consenso son 10 y corresponden a:
i. Disciplina fiscal. ii. Redistribución del gasto público de subsidios no justificados hacia la salud, educación, e infraestructura. iii. Reforma tributaria basada en aumentos de impuestos, sobre una base amplia y con tasas moderadas marginales. iv. Liberalización de las tasas de interés, establecidas por el mercado. v. Tipo de cambio libre. vi. Liberalización del comercio. vii. Liberalización de la inversión extranjera directa. viii. Privatización de empresas estatales. ix. Desregulación. y x. Garantizar derechos de propiedad.
Dichas políticas impulsadas por el consenso se contrastaron en el análisis con la posición anunciada del gobierno de la 4T para cada una de ellas de acuerdo al Plan de Desarrollo y los Criterios Generales de Política Económica, y valorando en particular el apego al consenso; sobre los alcances fueron que la politica económica anunciada recibe una calificación de congruencia con el Consenso de Washington de 7.5 sobre la incidencia del total de las políticas indicadas del consenso.
Se destaca también que la política económica de Amlo no se apega al consenso en dos puntos:
Primero sobre la viii. Privatización de las empresas estatales, dado que la administración actual privilegia a las empresas productivas del Estado y no a las privadas como la energética, salud y otros.
Segundo, en relación al punto ii. Retribución del gasto público de subsidios de salud, educación e infraestructura, existe cierto alejamiento de la política de la 4T, no obstante, el empeño del recorte presupuestal y los subejercicios para asegurar las promesas de campaña hacia la población objetivo más vulnerable.
Corolario. Un asunto toral que tiene que ver con la decisión del Estado mexicano para tener crecimiento y desarrollo económico y estar en desapego (o menos neoliberalismo) a las recetas del Consenso de Washington, es seguir la formula sencilla pero compleja de:
1. Romper con la trampa monetaria.
2. Enfoquémonos prioritariamente a la economía de producir lo que el consumo social demanda.
3. Garanticemos mediante el empleo, el salario justo y otros mecanismos, la equitativa distribución del ingreso y la riqueza.
4. Hagamos lo anterior privilegiando los recursos propios, con independencia externa y desde luego con deuda externa regulada a favor de mayoría de los mexicanos.