Redacción MX Político.- ¿Cómo afecta la pandemia a la mente de las personas? ¿A qué puede conducir la exacerbación del miedo? Estas y muchas otras cuestiones fueron debatidas por científicos rusos en una reunión en línea organizada por el Ministerio de Educación Superior y Ciencia de Rusia, la Academia Rusa de Ciencias y el portal Rusia Científica.
Una pandemia del miedo: cuando la intimidación lleva a la ignorancia
La forma de hablar de lo que está sucediendo es de gran importancia, considera Timoféi Néstik, profesor de la Academia Rusa de Ciencias y director del laboratorio de Psicología Social y Económica del instituto de Psicología de la Academia.
“Es hora de pasar de la retórica de la guerra a la retórica de los objetivos positivos: el número de vidas salvadas, no el número de muertes; el número de empleos salvados, no su pérdida. Necesitamos dar tanta información como sea posible sobre lo que sucederá en los próximos meses para que la gente pueda hacer sus propios planes basados en los planes del Gobierno y su propio criterio. En este sentido, el aumento de la ansiedad y el miedo hace cada vez más daño”, afirmó el científico.
Según los expertos, los modelos matemáticos existentes de las epidemias no tienen en cuenta los resultados de los estudios psicológicos. Mientras tanto, como muestran los datos recientes de la Fundación de Opinión Pública de Rusia, el 40% de los encuestados no teme contraer el coronavirus, mientras que al 57% no le gustaría que le hicieran la prueba. Los psicólogos afirman que estos indicadores de miedo influyen mucho en la disposición general de la población a observar, o no, las normas de cuarentena.
El miedo en sí mismo también depende de muchos aspectos psicológicos. En particular, la medida en que las personas subestiman la probabilidad de riesgo si se describen en números y gráficos abstractos; o la forma en que tratan de vincular las nuevas circunstancias aterradoras con acontecimientos difíciles ya conocidos, a veces haciendo falsas analogías.
El sentimiento de impotencia también tiene una gran influencia en el miedo: si la atmósfera de miedo general a la infección está creciendo en la sociedad, pero los ciudadanos no tienen una comprensión clara de cómo protegerse a sí mismos y a sus seres queridos, esto lleva a subestimar la amenaza: “está en algún lugar lejano”, “los políticos lo van a arreglar”, “la naturaleza puede manejarse a sí misma”.
En general, destaca Néstik, el papel del miedo como palanca para hacer cumplir las normas de precaución se está debilitando notablemente.
“Estamos viendo un número creciente de personas que no confían en la medicina, que no creen que el virus sea un peligro”, opina el científico, quien cree que la compasión comienza a jugar un papel muy importante. A diferencia del miedo, no solo anima a la gente a seguir las reglas de la precaución, sino también reduce el trauma psicológico.
El auge de la tecnofobia y el golpe a la democracia
Un análisis de 65 estudios distintos mostró que entre los enfermos de SARS, MERS y COVID-19, el 32% tenía un trastorno por estrés postraumático, el 14,9% tenía depresión y el 15% tenía ansiedad.
Durante la epidemia en China, se registraron altas tasas de depresión (50%), ansiedad (45%) e insomnio (34%) entre los trabajadores de la salud, mientras que en Canadá, el 47% de los trabajadores de sanidad necesitaron apoyo psicológico.
No obstante, los psicólogos rusos estiman que la principal ola de trauma psicológico está aún por venir y se asociará a las consecuencias económicas de la pandemia y durará varios años. Pero ya es necesario discutir y calcular otros posibles problemas: actitud negativa de la población hacia la vacunación, estigmatización y crecimiento de la xenofobia, miedo a las tecnologías (crecimiento de la tecnofobia).
Además, la pandemia afecta a los principios políticos de las personas. Según Néstik, varios estudios muestran que la ansiedad por la pandemia desplaza los valores hacia los autoritarios, de derecha y conservadores. Esto aumenta el riesgo de que los políticos populistas lleguen al poder.
El profesor también señaló que un análisis retrospectivo de la reacción pública a diversas amenazas en el período 1949-2016 muestra que la intensidad de las amenazas epidemiológicas reduce la transparencia de las elecciones, las libertades civiles y la participación política.
“Debemos aclarar los modelos matemáticos de la epidemia (canales de infección, duración de los contactos, comportamiento de los pacientes asintomáticos, consecuencias de las intervenciones, etc.) y evaluar los riesgos psicológicos (depresión, suicidios, divorcios, radicalización, alcoholización, etc.).
“En este caso es importante confiar en las evaluaciones interdisciplinarias de expertos que reúnen a economistas, sociólogos, médicos, psicólogos, demógrafos, así como en las oportunidades de aprendizaje automático, a través de los datos que recogemos mediante encuestas de seguimiento y rastros digitales”, destacó el científico.
Al mismo tiempo, explicó que muchas características psicológicas pueden ser rastreadas con precisión mediante consultas en buscadores, publicaciones en redes sociales, marcadores lingüísticos, geolocalización. La huella digital permite determinar los niveles de depresión, integridad, extraversión y estabilidad emocional.
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