* Pero crean al señor AMLO, nada ni nadie se los impide, sólo que cuando se den cuenta de dónde están parados y que la espada irrumpió en sus hogares, habrán perdido la inteligencia y las ganas para corregir el entuerto votado y asumido de buena gana
Gregorio Ortega Molina
El señor AMLO tantea los desos del tigre, como si la sangre derramada durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña y los primeros 18 meses del suyo, no fuese suficiente.
Está harto y desconcertado porque no ha logrado el control añorado, que es mangonear a los mexicanos al estilo del viejo PRI; olvidó que al disminuirse el Estado y crearse los poderes fácticos, la institución presidencial dejó de ser lo que fue. Desesperado ya, conmina a que concluyan los tiempos de las medias tintas, se decanten todos por él, o en su contra. Para dividir a la patria en dos eternos enemigos, propone reducir la partidocracia a dos opciones: liberales y conservadores.
Son los primeros pasos para incendiar la república, que es lo que él se propone. Tomo el texto siguiente de Mateo 10:34-37 encontrado en la Biblia Reina Valera de la edición de 1960: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”.
La interpretación teológica del tema dista mucho de ser la propuesta política del mismo, adaptada a las necesidades de una supuesta renovación nacional que, ahora lo vemos, sólo es la prolongación de una larga agonía y una cruenta lucha facciosa por el poder, que nunca quedó saldada en 1821, de ahí que se insistiera en la renovación del Imperio y corrieran a buscar su príncipe de Austria al palacio de Miramar.
La grande, la enorme habilidad política del señor AMLO es el uso de la palabra, casi en la perfección del lingüista o del narrador bíblico, para vender al pueblo bueno y sabio, como verdad revelada por Dios, lo que es mentira, lo que se traduce en la más pura y dura política de derechas, para convertir a México en una nación maquiladora y proveedora de mano de obra barata. A eso acude a la Casa Blanca, a humillarse y a humillarnos.
Se profundizarán los privilegios, si no me creen pregunten al hijo de Manolito, el de la CFE, o a Mario Villanueva que sí obtuvo lo que no puede lograr la defensa de Rosario Robles. El ámbito del poder es fiel a su historia, porque el esquema se repite desde el Imperio Romano, lo único que varía es la modalidad del impuesto y el tributo. México es de los que paga desde que el Reino de España permitió la encomienda. Hoy los encomenderos se constituyen en poderes fácticos.
Pero crean al señor AMLO, nada ni nadie se los impide, sólo que cuando se den cuenta de dónde están parados y que la espada irrumpió en sus hogares, habrán perdido la inteligencia y las ganas para corregir el entuerto votado y aceptado de buena gana.
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