La muy peculiar clase política de nuestro país insiste en involucrar a la guerrilla, en general, y al Ejército Popular Revolucionario, en lo particular, en los acontecimientos de inconformidad y violencia que en fechas recientes se han presentado en Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero. Pareciera que, con tal involucramiento, quisieran cubrir sus no pocas incapacidades y sus muchas insolvencias intelectuales.
Graco Ramírez Garrido Abreu, el hablantín “gobernador” de Morelos –primera concerta-cesión del peñanietismo a los firmantes del Pacto por México–, expuso “que lo que está ocurriendo en Guerrero no es una protesta de maestros”. En su opinión, “ahí hay una estrategia claramente planteada donde se vincula la presencia de guerrilla, se vinculan con las famosas Policías Comunitarias y se vinculan con grupos de vandalismo político”.
Otro despistado, Gustavo Madero –quien todavía cobrará esta quincena como presidente nacional del PAN–, utilizó su cuenta de Twitter para recordar que el estado de Guerrero ha sido cuna de movimientos armados, por lo que exigió poner freno a estos hechos.
Dirigido al “gobernador” Ángel Heladio Aguirre, el panista difundió: “Ojo, le recuerdo que en Guerrero surgió (sic) el EPR (Ejército Popular Revolucionario) y el ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente). Que Dios nos agarre confesados. En el PAN defendemos el estado de Derecho”.
Y como estos dos personajes, muchos otros.
¡Qué ganas de invocar a la guerrilla! En una de esas se les aparece.
Aunque en opinión del especialista Jorge Lofredo, a quien pregunté al respecto, el EPR “sigue con especial atención la lucha magisterial, pero si tuviese alguna participación ésta sería a nivel individual antes que como organización, pues si no quedaría muy vulnerable a ser infiltrado o golpeado”.
El que sabe, sabe.
A diferencia de Ramírez Garrido Abreu y de Madero Muñoz, Lofredo ha estudiado con seriedad el tema de los movimientos armados y nunca habla a tontas y locas como sí lo hacen el perredista y el panista.
¿Y EN LA AUTODEFENSA?
Lofredo publicó en el diario guerrerense El Sur, hace justo una semana, una de las Posdatas que regularmente escribe para el Centro de Documentación de los Movimientos Armados, del cual es cofundador, en el que analiza el papel del EPR frente a los grupos de autodefensa que, en Guerrero precisamente, han tenido mucha exposición pública en los últimos meses. De ello dice que este grupo guerrillero ha sido el único que se ha referido al caso.
Ahí, entre otras cosas, el investigador señala que “una variación sobre el mismo tema es la diferencia entre autodefensa y autodefensa armada que propone la organización clandestina. Según el EPR, el punto fundamental es si la iniciativa es espontánea —vulnerable a instancias gubernamentales— o bajo la dirección del partido revolucionario, como propone.” Y recupera el editorial del órgano de difusión eperrista, El Insurgente (número 146, marzo de 2013) donde se expresa que “dos son las expresiones fundamentales de las policías, guardias o rondas comunitarias, una obedece a la lógica de la institucionalización del paramilitarismo y la militarización, otra un genuino esfuerzo y manifestación del hartazgo social, pero que por el contexto de violencia y terrorismo de Estado disfrazado de ‘delincuencia’ está siendo arrastrada al espontaneísmo que finalmente conduce a la lógica del paramilitarismo institucional.” Para no dejar dudas, el grupo remarcó en su editorial: “Provocación montada para ingenuos, desinformados y espontaneistas, que sin un análisis sobre fines objetivos y contexto caen en la trampa de la provocación”.
Lofredo apunta asimismo que, “tras la lectura del texto eperrista —donde se desprende que por falta de conducción política revolucionaria sobreviene el riesgo de que grupos de autodefensa se transformen en paramilitares— surge el análisis del papel que juega la guerrilla en esta dinámica social de autodefensa. El EPR ya lo afirmó anteriormente: sectores ahora en descomposición o seudo revolucionarios están en la zona donde emergieron las autodefensas, policía comunitaria y grupos paramilitares; y ese es el vínculo entre una y otra realidad. “
Y más adelante considera que “el surgimiento de movimientos de autodefensa en aquellas zonas donde hubo presencia de guerrillas explica mejor el grado de desarrollo que la lucha social ha alcanzado a través de los años antes que una vinculación directa entre ambos fenómenos. De hecho, antes que confirmar sin contrapunto la presencia del EPR en esas comunidades habría que voltear la mirada al Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente. Pero a la vez es imprescindible no olvidar que el ERPI ha sido descabezado hace cuatro años, con el asesinato de su máximo dirigente en la entidad. Así pues, amplificar sus fuerzas, magnificar sus alcances —considerada su presencia y actividad detrás de cualquier movimiento de protesta social— y, lo más importante, aceptar que el activismo social se muestre proclive a pertenecer a una organización clandestina, armada, una estigmatizada y la otra debilitada resultase una situación sencilla como cualquier otra decisión política y como si no supiese la intensidad de la dinámica represiva que ello representa, propone una situación que no se corresponde con la lógica armada de la guerrilla ni con la lógica política de los movimientos sociales. Para unas representa un alto riesgo a su seguridad interna y una amenaza cierta de aniquilación; para los otros, una invitación abierta a la represión…”
Índice Flamígero: Gonzalo Juárez Ocampo, secretario general de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) negó que estén vinculados con grupos guerrilleros como el EPR y el ERPI, como lo sugirieron, en días anteriores, los gobernadores de Guerrero, Ángel Aguirre, y el de Morelos, Graco Ramírez.