CIUDAD DE MÉXICO.- La recuperación en los precios de los activos ha estado lejos de ser sincronizada. En la renta variable han destacado los desempeños de las regiones que se han recuperado de forma más prematura o que cuentan con mayores herramientas para hacer frente a la actual crisis, como es el caso de China y EE.UU., mientras que en la renta fija, la alta liquidez de mercado ha terminado por beneficiar a las categorías de mayor duración e instrumentos corporativos.
Las perspectivas para el 2021 comienzan a ser más favorables gracias al desarrollo de diversas vacunas contra el COVID-19. Aunque los mayores contagios que se han registrado hacia fines de 2020 condicionarán el crecimiento para inicios de 2021, la economía global acelerará su ritmo de crecimiento en la medida que el proceso de vacunación tenga éxito. Sin embargo, este desempeño deberá ser acompañado de estímulos monetarios y fiscales que probablemente se mantendrán presentes durante gran parte del año.
En este contexto, la renta variable presenta valorizaciones elevadas, mientras que la renta fija se encuentra en una situación más adversa. Además, en la medida que la economía global consiga generar un avance continuo de las utilidades corporativas, la alta liquidez de mercado se mantenga presente y el proceso de vacunación se desarrolle con éxito, creemos que la renta variable ofrecerá mejores desempeños que la renta fija en el 2021.
Además, los mercados accionarios que se mantuvieron rezagados en materia de retornos durante el 2020, como es el caso de Europa y Latinoamérica, son justamente aquellos que probablemente ofrecerán mejores desempeños en los próximos trimestres, en la medida que el proceso de vacunación presente buenos resultados.
El escenario de recuperación económica podría presionar a las tasas de gobierno al alza; sin embargo, esta variación sería contenida por la necesidad de los bancos centrales de estimular sus economías. Lo anterior genera un escenario más desafiante para esta clase de activos, en donde las mejores oportunidades se encontrarían en las categorías corporativas de origen emergente dado el mayor valor esperado para las materias primas, recuperación de China y atractivo generalizado que muestran sus activos de inversión.
Por último, el desempeño de las materias primas ha estado dominado por el fuerte avance del oro. Sin embargo, las perspectivas para el cobre y el petróleo comienzan a mejorar de manera considerable en la medida en que la demanda desde China se recupera, la oferta comienza a normalizarse a un menor ritmo relativo y las perspectivas de depreciación del dólar se han fortalecido.
Las perspectivas a finales del año pasado eran relativamente favorables, pero el 15 de enero las cosas cambiaron para el mundo entero; México ya estaba en recesión antes de la pandemia, la cual se agudizó con el surgimiento del COVID-19. Hasta el segundo trimestre del año, nuestro país hilaba cinco trimestres con decrecimiento, aunque en el penúltimo trimestre la economía creció un 12.1%; pese a esta histórica recuperación, el producto de nuestro país se ubica por debajo de los niveles pre pandemia.
En materia económica, el año se podría dividir en dos: durante el primer semestre los estragos de la enfermedad se hicieron sentir de forma muy agresiva en distintos indicadores económicos, como la producción industrial, las ventas minoristas, el crédito, los indicadores de confianza del IMEF, la manufactura, entre otros; a partir de junio, se observó una recuperación en los indicadores antes citados, luego de que las medidas de confinamiento se relajaran y la actividad volviera a cobrar tracción, al tiempo que sucedía lo mismo en el terreno estadounidense.
Es probable que el ritmo de recuperación se desacelere a final de año y principios del 2021, dado el repunte de contagios de COVID-19; hacia adelante, es de esperar que las economías vuelvan a la senda del crecimiento sostenido toda vez que las poblaciones sean vacunadas, permitiendo una mayor movilidad y por ende un mejor dinamismo económico.
La inflación general al consumidor en la comparativa anual ha fluctuado prácticamente entre 2.0%-4.0% durante el año. En el periodo de agosto-octubre, el indicador permaneció sobre el 4.0%, que es el límite superior tolerado por el objetivo del Banco de México (Objetivo 3% +/- 1%). Al cierre de noviembre la comparación anual se ubicó en 3.33%. En este marco, el banco central redujo en siete ocasiones la tasa de referencia, pasando de 7.25% al 4.25%.
Hacia el próximo año, el consenso de economistas encuestados por el banco central estima un crecimiento de 3.44% frente a la caída de 9.0% proyectada para este año. En cuanto a la inflación, se espera que cierre el 2021 en 3.64% versus un estimado de 3.40% del 2020. Por último, los encuestados estiman que el tipo de cambio cierre el año actual en $20.00 y en $20.53 para el año siguiente.
En resumen, la complejidad económica de la primera mitad del año ha revertido la tendencia en la segunda mitad del mismo, al tiempo que se anticipa un mejor panorama para el 2021, el cual no está libre de riesgos, pues en primera instancia tendremos que observar muy de cerca la evolución de la pandemia, las propuestas de reformas a distintas leyes que emanen del Congreso o del ejecutivo, los comunicados de las calificadoras crediticias y, sobre todo, habrá que estar muy atentos a la evolución de la relación con EE. UU.
AM.MX/fm
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