* Supongo que Carlos Elizondo Mayer-Serra tiene razón, y lo que busca este descerebrado gobierno es recuperar el monopolio de la distribución de combustibles; sólo nos falta preguntar si alguien del gabinete sustituirá al charrito Pemex
Gregorio Ortega Molina
¿Qué sucedía en el mundo de la economía y los energéticos en marzo de 1938, cuando el general Lázaro Cárdenas toma la decisión de expropiar a las compañías petroleras que operaban en México? ¿Puede establecerse alguna analogía con lo que hoy sucede? ¿Cómo se ha beneficiado de su exceso de petróleo Venezuela? ¿Puede compararse con lo que hacen los países árabes?
Lo que hoy vivimos es imposible de remitirnos al pasado, porque nunca como ahora estamos comunicados, la velocidad de los transportes modifica el concepto de comercio, salvo que se cierren las fronteras, se establezcan embargos por razones políticas y de intromisión en las soberanías, o por accidente se bloquee el Canal de Suez, como recién ocurrió con el buque Ever Given.
Pero lo que realmente modifica nuestra percepción del tiempo y del tamaño de la esfera terrestre, es lo que conocemos como tiempo real. La telefonía, en términos clásicos y a través del celular, es obsoleta. Internet y sus diversas aplicaciones nos permite conocer lo que sucede, al instante en que ocurre. Para sucesos individuales como el de George Floyd o Victoria Esperanza, lo único que se necesita es del sentido de oportunidad del testigo accidental. Si posee un desarrollado olfato periodístico y de justicia, comparte con el mundo lo que sus ojos observan.
Lo mismo sucede con todo lo que atañe a la economía, al movimiento de divisas y la especulación en Bolsa, pero sobre todo lo que refiere a la seguridad jurídica para conservar en algún sitio, o moverlos, los activos y/o inversiones. A lo que no se le ve seguro, de inmediato le salen alas, y con un “clic” se mueve de una a otra nación sin problema alguno.
Tengo a la mano los dos libros que modificaron mi percepción sobre el costo y desperdicio que hicimos del petróleo en México. El ensayo La Revolución Mexicana 1910-1917 y la política de los Estados Unidos, de M.S. Alperovich y B.T. Rudenko; también la novela México negro, de Francisco Martín Moreno. Por más que busco argumentos para comprender las razones que motivan al presidente de la República, ni manera de aceptar a ciegas la decisión de cerrar lo que fue la reforma energética, sobre todo ahora cuando el uso de los combustibles fósiles se vuelve obsoleto, la movilidad terrestre cambia a energía eléctrica y los laboratorios del mundo buscan nuevos usos para el petróleo, al margen de lo que el litio significa en su mercado de competencia.
Recuerdo con añoranza esos estupendos anuncios de Pemex en tu cocina… el petróleo está presente en la industria textil, en los satanizados plásticos, en la sustitución de la tubería de cobre por PVC, y otras variantes que mi corta entendedera de estos asuntos me impide ver.
Supongo que Carlos Elizondo Mayer-Serra tiene razón, y lo que busca este descerebrado gobierno es recuperar el monopolio de la distribución de combustibles; sólo nos falta preguntar si alguien del gabinete sustituirá al charrito Pemex.
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Sobre el despropósito del petróleo, el terrible incumplimiento del acuerdo entre gobierno y jubilados y pensionados. Era sencillo: cubres tus cuotas, y nosotros garantizamos que tu vejez contará con asistencia médica y medicamentos. Pues nada, las medicinas que deben entregar a los enfermos crónicos no llegan.
Para aguantar han de sacrificar parte de su pensión, o contar con algún familiar que les pague la metformina o la insulina, los diversos medicamentos contra el taponamiento de las arterias, o los que regulan la presión arterial. Lo cumplieron, transformaron a México, va pa’tras.
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El INEGI, más supervisado que nunca para no confundirse con los otros datos, nos da cuenta que “de acuerdo con los resultados del trigésimo levantamiento de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), realizada por el Instituto en la primera quincena de marzo de 2021, durante ese mes 66.4% de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro.
“Este porcentaje representa un cambio estadísticamente significativo respecto a los registrados en marzo y diciembre de 2020, que fueron de 73.4 y 68.1%, respectivamente. En esta edición, 17 ciudades tuvieron cambios estadísticamente significativos respecto a diciembre de 2020: 12 tuvieron reducciones y 5 incrementaron. La percepción de inseguridad siguió siendo mayor en el caso de las mujeres con 71%, mientras que para los hombres fue de 60.9 por ciento.
“Las ciudades con mayor porcentaje de personas de 18 años y más que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro fueron: Fresnillo, Ecatepec de Morelos, Cuernavaca, Gustavo A. Madero, Uruapan y Guadalajara, con 94.2, 89.9, 87.8, 86.4, 86.3 y 86.1%, respectivamente.
“Por otro lado, las ciudades con menor percepción de inseguridad fueron: San Pedro Garza García, Tampico, San Nicolás de los Garza, Los Cabos, Piedras Negras y Mérida, con 8.2, 25.2, 26.2, 26.2, 29.4 y 30.3%, respectivamente.
“En específico, 78.4% de la población siente inseguridad en los cajeros automáticos localizados en la vía pública, 71.2% en el transporte público, 63.4% en el banco y 59.2% en las calles que habitualmente usa”.
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@OrtegaGregorio