Francisco Gómez Maza
• Si hubiesen estado pendientes las autoridades, no la habrían matado
• Los tiradores van, apuntan, liquidan a periodistas incómodos y se esfuman
Jesús Ramírez Cuevas, vocero del presidente Andrés Manuel López Obrador, o está perdido en la inconciencia, o habla con engañosas intenciones. No hay de otra.
Este lunes 24 de enero, el jefe de prensa presidencial lanzó un tuit, en el que, en pobre lenguaje, dice algo que es increíble para cualquiera:
“El @gobiernomx condena el asesinato de la periodista Lourdes Maldonado. Externamos nuestras condolencias a familiares y amigos. Hemos estado pendientes de su situación desde hace 3 años y buscaremos que se esclarezca su muerte. Por un México con justicia, libertad y seguridad.”
Primero. Como está redactado, el tuit de marras es una afrenta a la inteligencia y a las buenas normas de la gramática.
El “gobierno de México” son los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Y no hablan.
Segundo. Lo más grave, por increíble (más bien parece una mentira de político) es lo que Ramírez Cuevas afirma: “hemos estado pendientes de su situación desde hace 3 años”.
¿De veras? Y entonces por qué la asesinaron.
Tengo entendido que su seguridad estaba a cargo de la Secretaría de Gobernación, en el mecanismo de protección a periodistas y defensores de derechos humanos.
Ella pidió apoyo y protección al mismo presidente López Obrador. Se sentía amenazada. Temía que la mataran.
Entonces no estuvieron tan pendientes (¿quiénes?) de su situación desde hace 3 años, como lo afirma en su mensaje en la APP Twitter, quizá sin darse cuenta, el hombre de la comunicación social.
Por qué no estuvieron “pendientes” todo el tiempo, señor subsecretario Alejandro Encinas. Y si lo estuvieron, por qué dejaron que se acercara a ella el desconocido tirador. Iba a matarla. No a asustarla. Le pegó en la parte más mortal de la cabeza: la sien.
Del mensaje hay algo más que analizar: El texto del tuit del señor Ramírez Cuevas no se diferencia, en lo más mínimo, de cualquier pésame de un político del pasado reciente, posteado, como se dice en lenguaje digital, por cualquier jefe de prensa de un primer mandatario priista, o pripanista, neoliberal, corrupto, utilizando un lenguaje demagógico, vacío, sin sentido, insultante para la inteligencia y, de paso, mal redactado.
Tres colegas periodistas fueron asesinados en las 24 jornadas que lleva este enero desventurado para el periodismo:
El 10 de enero, José Luis Gamboa fue apuñalado en el puerto de Veracruz.
El 17 de enero, el fotoperiodista Margarito Martínez Esquivel fue tiroteado en Tijuana, Baja California.
El 23 de enero fue Lourdes Maldonado la víctima de los mataperiodistas. También en Tijuana.
Y no es adelantarme. Pero la experiencia dice que lo más seguro es que estas muertes queden impunes.
La fatídica historia del periodismo nacional en la época moderna es dolorosa. Los matan. Dicen que investigan los hechos. Pero, en general, nunca aparece el gatillero. Menos, por supuesto, él o los autores intelectuales del crimen. Qué tendrán los periodistas que los matan como matar moscas.
Y ni para qué pedir, para qué exigir que no haya impunidad. Mas, si el gobierno de AMLO no hace algo definitivo con los asesinatos de periodistas y también, por supuesto, de defensores de derechos humanos, será imposible que menos periodistas crean en él.
De acuerdo con el reporte de Agravios contra personas defensoras de derechos humanos y periodistas, de la Secretaría de Gobernación, en los últimos tres años ha perdido la vida medio centenar de periodistas y 94 defensores de derechos humanos.
La impunidad prevalece en el 90% de los homicidios de periodistas y en el 99% en los de los defensores de derechos humanos. Datos de la Segob.
A este escribidor, aparte de que le duele profundamente la muerte de un colega o una colega, le indigna que la mayoría de los asesinos, materiales e intelectuales, quede impune. Así. La verdad sea dicha. Nada habrá cambiado con la 4T.
¿Y entonces?