Chiapas, es sin lugar a duda un referente que robustece la mexicanidad. Tierra fértil de abundantes dones de la naturaleza, cuna de mexicanos de excepción con una identidad y memoria histórica que nutren la cultura de nuestro rico sureste. Su pasado precortesiano no se limita al esplendor de los mayas, sino que se reproduce con la presencia de olmecas, teotihuacanos y mexicas particularmente en asentamientos, muchos de ellos aun no habilitados en la feraz región de la costa chiapaneca tan culturalmente asociada al istmo oaxaqueño. La presencia mexica persiste a través de los nombres en náhuatl de tantas comunidades.
Durante la dominación española, Chiapas estuvo adscrita a la Capitanía General de Guatemala que a su vez dependió del Virreinato de la Nueva España.
Chiapas nunca ha sido un territorio de fácil acceso, los guatemaltecos poco pudieron hacer para tener presencia ahí, los mexicanos llenaron contundentemente ese espacio y al consumarse la independencia de la Nueva España, los chiapanecos mediante un plebiscito decidieron unirse a México, a diferencia de Centroamérica que al caer el Imperio de Iturbide se independizó por segunda ocasión. Es por ello por lo que los chiapanecos orgullosos sostienen con razón que son los únicos mexicanos por elección.
Chiapas, no vivió la efervescencia de la lucha de independencia como el centro de México, era un territorio alejado y de no fácil acceso, sin embargo, un solo hecho de armas bastó para afianzar la presencia de los futuros mexicanos en la región, La Batalla de la Chincúa que se libró en las inmediaciones de la costa de Chiapas en abril de 1813. El generalísimo Morelos estaba en ese entonces, en su mejor momento, en mayo del año anterior rompió el sitio de Cuautla, librándose de la trampa mortal de Félix María Calleja, después en una brillante acción tomó Oaxaca y ahí fue donde comisionó a su mano derecha, el cura de Jantetelco, Mariano Matamoros para incursionar más al sur, para no solo reivindicar la causa insurgente sino para hacerse de pertrechos.
Al llegar Matamoros a la costa de Chiapas, los realistas guatemaltecos, temerosos de que la insurgencia de Anáhuac llegara a su territorio decidieron movilizar fuerzas para abatir a Matamoros, enviaron contingentes al mando del militar italiano Manuel Servando Dambrini. Las tropas insurgentes y realistas se enfrentaron en las inmediaciones de Tonalá y lo que hoy es Arriaga, donde Matamoros fiel a su pericia militar derrotó a las fuerzas que vinieron desde Guatemala, el triunfo fue contundente, Matamoros herido en una pierna, fue curado en Tonalá. Esta única batalla bastó para que los realistas guatemaltecos no volvieran a incursionar en territorio chiapaneco y reitero la presencia mexicana en la región.
A lo largo del siglo XIX, Chiapas concretó su incorporación a México, proceso no exento de vicisitudes, el porfiriato trajo paz y desarrollo a la región y a pesar de que las condiciones de obreros y campesinos chiapanecos no eran mejores que en el resto del país, la revolución no entró de lleno como en el norte y centro de México.
Cuando Don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, afianzó su poder y presencia en el centro de México, envió fuerzas constitucionalistas al mando de Jesús Agustín Castro a Chiapas para tomar control del estado sureño. Castro asumió el poder militar y civil, entonces los finqueros y terratenientes chiapanecos vieron sus privilegios amenazados y organizaron el movimiento de los “Mapaches” llamados así por las similitudes de los alzados con este género de mamíferos para cazar y comer maíz.
A pesar de ser de corte marcadamente conservador, los “Mapaches” se alinearon con los convencionistas, particularmente con los villistas por ser los enemigos de Carranza. Incluso un cintalapaneco que no era de origen campesino, Rafael Cal y Mayor, llegó a ser general del Ejército Libertador de Sur y jefe zapatista en Tabasco y Chiapas. Los “Mapaches” a su vez pretendieron justificar ideológicamente su movimiento a través del “Acta de Cangui” suscrita en una comunidad de Chiapa de Corzo y donde denunciaron los atropellos cometidos por las tropas carrancistas que invadieron el estado.
En 1915, José Emilio Grajales, autor del “Himno a Chiapas” curó en la finca de “La Atlántida”, en Villa Flores a unos heridos mapachistas, cuando su compadre apodado Santana Huesos y quien era jefe carrancista se enteró, no tuvo miramientos a pesar del padrinazgo de por medio, entonces apresó a Grajales torturándolo y asesinándolo frente a los suyos. A los pocos días pasó por ahí Tiburcio Fernández, comandante de los “Mapaches” y se dirigió a José Francisco de tan solo 15 años e hijo de Grajales, le dijo: “ven a vengar la muerte de tu padre” el muchacho no lo pensó dos veces y montó en las ancas del caballo de Tiburcio, uniéndose a los “Mapaches”.
José Francisco supo reponerse de la tragedia familiar, sirvió con los “Mapaches” hasta 1920, cuando tras la muerte del presidente Carranza se unificaron los movimientos revolucionarios, Grajales que ya era teniente de Caballería, ingresó al Colegio Militar donde fue un alumno aventajado y egresó como oficial de ingenieros. Fue maestro del Colegio Militar, de la Escuela Superior de Guerra de donde también se graduó, ayudante del ministro de la guerra, y attaché militar en Alemania en los meses previos al estallido de la segunda guerra mundial.
Posteriormente se desempeño de nueva cuenta como docente, fue jefe de estado mayor de regiones militares, fue comandante de zonas militares, gobernador de Chiapas y como culminación a su distinguida carrera política y militar fue director del Heroico Colegio Militar y de la Escuela Superior de Guerra. A principios de 1973, el General Grajales pasó a retiro y murió en 1985.
Grajales representa sin duda no solo el espíritu de los chiapanecos que han aportado con creces a su anhelo de ser mexicanos por elección sino también el de tantos hombres que supieron sortear las adversidades que la revolución mexicana trajo a sus vidas e historias personales, sin embargo, se impusieron a las circunstancias construyendo un México que a pesar de tantas adversidades, hoy es una patria de la cual nos enorgullecemos.