Eduardo Sadot
A pesar de los esfuerzos de Rosa Isela Rodríguez en Seguridad Pública, al trabajo de Omar García Harfuch en la CDMX que ha arriesgado su vida en un aparatoso atentado del que difícilmente habría podido salir con vida, afortunadamente acreditó que sus políticas de seguridad son efectivas y eficientes, todo lo contrario, si hubiera perecido en el atentado.
Como dice la maestra Chelala, “de casta le viene al galgo” García Harfuch viene de una familia de hombres de prestigio, fuerza, poder y mando. El tema de seguridad – que no es fácil – sigue escalando, la creación de guardias de autodefensas en el país, tiene dos vertientes, uno que hay partes del territorio que se han tornado incontrolables, otro que las autodefensas sean en realidad delincuencia disfrazada pero en ambos casos el Estado Mexicano no ha podido resolver ni controlar la violencia entre organizaciones criminales, ni atenuar los daños colaterales a civiles, ajenos a las pugnas entre delincuentes.
Ello tampoco es privativo de éste gobierno, es un cáncer que se ha venido arrastrando desde hace varios años. Durante el gobierno de Calderón hubo pronunciamientos de Militares que señalaban que las decisiones estratégicas en materia de seguridad debieran tomarlas quienes saben tomar decisiones y tienen mando castrense. Desgraciadamente hasta eso ha cambiado, recuerdo hace algunos años, que en una región de control delincuencial tuvimos la oportunidad de acompañar un operativo, el tema fue así.
Unos civiles se quejaron ante un destacamento militar, uno de esos retenes que acostumbraba el ejercito implementar en algunas carreteras, compuesto cuando mucho por un pelotón con no más de doce soldados, incluidos en ellos, soldados un cabo un sargento y un subteniente a cargo más un oficial de sanidad – por si acaso – bueno pues decía, se quejaron de haber sido despojados de un vehículo y haber sido amenazados.
El oficial, aunque un subteniente recién egresado del H Colegio Militar, con aplomo y tranquilidad, a pesar de su corta edad, preguntó que como cuantos era, le contestaron que como diez, el muy tranquilo y por ser de noche dio la orden, a ver tres elementos y el – no más – dijo ustedes acompáñenme, y solo cuatro militares se dirigieron al lugar en la oscuridad de la noche, el operativo consistió en darles indicaciones a dos francotiradores, llegar al lugar, por dos lugares diferentes de manera sigilosa y colocarse en sus posiciones en un tiempo precisado, al llegar a sus posiciones el oficial gritó, Ejército Méxicano, tiren sus armas, los delincuentes no ofrecieron resistencia entregaron las armas y esos diez delincuentes fueron sometidos por cuatro soldados, después de ello, pregunté a los detenidos, por qué si ellos traían mejores armas que el ejército, no ofrecieron resistencia y su respuesta fue muy simple, pues mire, cuando un oficial grita Ejército Mexicano tiren sus armas, sabíamos que cualquiera de nosotros ya estaba siendo apuntado a la cabeza, si no lo hacíamos y de noche no sabíamos ni desde donde nos apuntaban.
Luego pregunté al oficial que habría pasado si les hubieran repelido o no hubieran depuesto las armas al grito de Ejército mexicano, su respuesta fue lacónica y simple, pues hubieran comenzado a caer muertos los delincuentes, porque cuando decimos Ejército mexicano, tres francotiradores ya estaban apuntando a sus cabezas y lo único que habrían hecho era solo dispararles, ello, tanto los militares como los delincuentes lo sabían.
El presidente en la mañanera de ayer se hizo bolas, respondió a una reportera sobre seguridad y dijo, insistiendo dos veces, “no somos como antes”, nosotros primero les damos oportunidad para que se reivindiquen, y recurrimos hasta a sus familiares, como lo dijo una vez, acusarlos con sus mamacitas, y que se comporten como ciudadanos de bien – pero nunca dijo que un delincuente no piensa como ciudadanos de bien – ni el presidente jamás dijo y si a eso no responden entonces que sigue, pues lo que ha sucedido, nada.
Hoy, con abrazos no balazos, los delincuentes se sienten seguros y los militares se sienten inseguros, pues saben que si disparan los pueden procesar, esa es la diferencia, pregunten a los militares si se sienten más seguros combatiendo a la delincuencia o administrando negocios turísticos.
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