Eduardo Sadot
México ha pasado por etapas de lucha sangrienta, la evolución de las sociedades se mide por la capacidad de dirimir sus diferencias con la razón más que por la fuerza, muchos creímos que ya nos encontrábamos cercanos a las ciudades más civilizadas del mundo, que el coeficiente educativo de los mexicanos, aunque no tuviésemos un alto nivel de lectura per cápita llegamos a presumir que la revolución democrática que encabezara Porfirio Muñoz Ledo de dio más o menos de manera pacífica, con excepción de la muerte de Ramón Gil y Xavier Ovando la sospechosa muerte del Maquío y el atentado que sufriera también en carretera Porfirio Muñoz Ledo y gracias al aplomo de Cuauhtémoc Cárdenas al perder las elecciones en el ochenta y ocho con el Frente Democrático Nacional, no derivaron en una guerra civil por muchos factores.
Hoy, otro frente, el “Frente Amplio por México” unifica a los mexicanos que se nutre de la inconformidad de los mexicanos, que se han manifestado de diversas formas y han dado señales de alarma ante el desmantelamiento de instituciones ciudadanas y organismos autónomos, producto del esfuerzo de generaciones por consolidar la democracia en México.
La amenaza de “soltar al tigre” o despertar al “México Bronco”, parte del discurso contra el desafuero que detuvo la aplicación del Derecho en su momento por el presidente de entonces Vicente Fox, hoy no es suficiente, el presidente actual se ha desenmascarado, como el jefe de un régimen totalitario autoritario, intolerante y rallante en la tiranía, se reveló de cuerpo entero en aquella pregunta que le hiciera una periodista sobre el enriquecimiento de sus hijo solo dijo ¡sí! ¿y?. No necesitó decir más. Sabe – y así lo manifestó – en el caso de Ricardo Anaya, que encerrando a cualquier candidato lo saca de la contienda, aunque después, se remedie con un “usted disculpe” el daño estaría hecho, porque no están dadas las condiciones para un levantamiento armado de la oposición; primero, porque el ejército ha dado muestras de sumisión – que no lealtad – al presidente; segundo porque para ése efecto se requeriría armamento y los únicos que cuentan con ese armamento son la delincuencia organizada, que por lo visto, respalda al régimen. Pero hay un tema que se ha pasado por alto, que ha dado señales de presencia en el país, tolerado desde Palacio, que es el terrorismo, que ya preocupan a los vecinos del norte, manifestado en las frecuentes reuniones de seguridad que aparentemente no preocupan a Obrador y ha sabido minimizarlas y disimularlas en la vorágine de noticias, pero ahí están presentes, sin perder de vista que en la óptica y el marco jurídico de nuestros vecinos del norte el terrorismo es razón y pretexto de intervención, que en Palacio están jugando con fuego poniendo en riesgo irresponsablemente la soberanía nacional. No sería extraño que antes de las elecciones se dé el cambio del embajador de Estados Unidos en México, con la llegada de un personaje de los llamados duros de aquel país.
Hay muchas señales, como la reunión a puerta cerrada de gobernadores con los consejeros del INE, la inmovilización del INAI, el control del Tribunal Electoral, los ataques a la Suprema Corte y los sistemáticos y descarados ataques a periodistas y a los aspirantes de la oposición, son señales y llamados a la guerra, porque el presidente está en pie de guerra, en el SAT en la UIF en las fiscalías, con toda la fuerza del Estado impunemente — hasta hoy — que ha pasado de declaraciones esquizofrénicas desde Palacio, a los atentados y asesinatos de periodistas.
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