Hace unos días con motivo del natalicio de Don Gilberto Bosques, el Senado de la República organizó un homenaje al destacado diplomático e intelectual nacido un 20 de julio de 1892 en Chiautla de Tapia, modesta población de la mixteca poblana. Don Gilberto es referido por muchos como el “Schindler mexicano” y aunque dicho apelativo se hace en tono elogioso, en honor a la verdad y a la justicia debería ser al revés.
Oskar Schindler fue un valiente empresario católico alemán que congruente con sus principios, salvó la vida de alrededor de 1,200 judíos durante la Segunda Guerra Mundial, empleándolos en fábricas de su propiedad donde se manufacturaron pertrechos para las fuerzas armadas alemanas. Las fabricas se instalaron en los territorios ocupados de Polonia y la República Checa. Las acciones de Schindler, le han valido el reconocimiento de “Justo entre las Naciones” que no solo es la recompensa divina que reciben los gentiles en el judaísmo sino también un reconocimiento del estado de Israel para honrar a los héroes del Holocausto que no son de sangre judía. Los restos de Schindler descansan en el cementerio judío del Monte Sion frente a las murallas de Jerusalén.
Las acciones de Schindler se dieron a conocer en la novela del australiano Thomas Keneally “El Arca de Schindler” publicada en 1982, que a su vez inspiró el filme “La Lista de Schindler” ganadora del Oscar a la mejor película en 1993, fue producida y dirigida por Steven Spielberg y con un reparto de estrellas como Liam Neeson en papel de Schindler, Ben Kingsley como Stern, el contador judío de Schindler y Ralph Fiennes en una dramática caracterización de Amon Goth, el siniestro oficial austriaco de las SS, que fue comandante del campo de concentración de Plaszow en Polonia. Es evidente que el filme catapultó la historia de Schindler y por ende que a Don Gilberto Bosques se le empezara a denominar el “Schindler mexicano”
Don Gilberto fue veterano de la primera etapa de la revolución, como maderista formó parte del circulo de Aquiles Serdán en Puebla, durante el huertismo se opuso al chacal dirigiendo a estudiantes normalistas como el, en protestas contra el régimen golpista. Al ser ocupada Veracruz por los norteamericanos en abril de 1914, Don Gilberto se ofreció como voluntario para combatir a los invasores, después se recibió como profesor y se unió al carrancismo, desde donde comenzó su brillante carrera en la administración pública.
Primero por instrucciones del Primer Jefe desempeñó funciones con respecto al nuevo sistema educativo emanado del artículo 3 constitucional. Posteriormente tras la muerte del Presidente Carranza y la llegada de Obregón al poder, Don Gilberto se convirtió en Diputado Federal, previamente fue Secretario General de Gobierno en su natal Puebla. Bosques no se alineó con los sonorenses, es más, fue opositor al Caudillo de Celaya llegando incluso a unirse a la Rebelión Delahuertista. Derivado de lo anterior estuvo en la banca durante todo el Maximato y es hasta la llegada del General Lázaro Cárdenas a la presidencia cuando Don Gilberto se reincorpora a la esfera pública, siendo diputado federal otra vez. Por recomendación del controvertido General Juan Andreu Almazán, Don Gilberto se unió al prestigiado Servicio Exterior Mexicano.
En 1939 la Republica Española fue derrotada y los nubarrones de la agresión nazi cubrieron Europa, entonces el Presidente Cárdenas nombró a Don Gilberto, Cónsul General en Francia, además de manera confidencial fue el representante personal de Cárdenas en el viejo continente. En mayo de 1940, Francia cayó y Don Gilberto tuvo que mudar el Consulado de Paris a Marsella en la zona dell Gobierno de Vichy del Mariscal Pétain.
Ahí comenzó su titánica y valiente labor para otorgar visados mexicanos primero a incontables republicanos españoles que huían de Franco, después a perseguidos políticos y antifascistas, soviéticos, personas de raza negra, amarilla, gitanos, polacos, balcánicos y por supuesto a miles de judíos, entre los judíos que Bosques salvó se encontró Friedrich Katz. Don Gilberto incluso llegó a rentar “Chateaus” en Francia para poder proteger a sus asilados bajo la bandera mexicana. Bosques escribió una de las más brillantes páginas de la diplomacia mexicana al salvar la vida de alrededor 40 mil personas, treinta y nueve veces más que Schindler, es por ello que sería más correcto llamar a Schindler el “Bosques alemán”.
México reconoció a la Francia Libre del General De Gaulle, por ende, rompió en 1942 con el gobierno títere de Vichy. Lo anterior provocó que el personal diplomático mexicano y sus familias fueran hechos prisioneros y de manera arbitraria entregados a los alemanes quienes los recluyeron en un hotel prisión en Bad Godesberg, ahí Don Gilberto de manera valiente plantó cara a los nazis, les dijo que se comportarían conforme a su estatus de prisioneros de guerra, pero que no aceptarían vejaciones ni maltratos. Dos años después Bosques y los mexicanos fueron canjeados por prisioneros alemanes en México. El 29 de marzo de 1944 Don Gilberto llegó a la estación de tren de Buenavista en la Ciudad de México, donde fue recibido y vitoreado por miles de republicanos españoles y judíos.
Tras la guerra, Don Gilberto fue nuestro embajador en Portugal, Finlandia y Suecia, después en Cuba donde como si la historia no quisiera despojarse de él, fue testigo de la caída de Batista y el triunfo de la Revolución Cubana.
Don Gilberto se retiró y murió rodeado de reconocimientos el 4 de julio de 1995 a los 102 años de edad. Hoy es recordado como uno de los más brillantes diplomáticos mexicanos de todos los tiempos.