Ricardo Del Muro / Austral
El bloqueo de carreteras, un método de presión política (y también de fácil obtención de dinero) que han practicado y perfeccionado no sólo los maestros de la CNTE y otros activistas mexicanos, sino también algunos grupos del crimen organizado, ahora está siendo utilizado por las caravanas de migrantes para obtener que el Instituto Nacional de Migración (INM) les otorgue, de manera expedita, permisos temporales de tránsito por el país.
Bien dicen que las malas costumbres se aprenden rápido porque son las que más se ven. Así, la más reciente caravana, integrada por alrededor de 3 mil migrantes, que partió el pasado fin de semana desde Tapachula, tras acampar durante varios días en Huixtla, se movilizó hacia la aduana del INM, ahora llamada Centro de Atención Integral al Tránsito Fronterizo (CAITF), donde bloquearon los cuatro carriles de la autopista costera que es la principal vía de comunicación de la frontera sur.
Más de 200 vehículos de carga quedaron varados por más de dos días en el tramo carretero Huixtla – Villa Comaltitlán, lo que significó pérdidas de por lo menos un millón 600 mil pesos, ya que, de acuerdo a la Integradora de Transportistas de Carga y Pasaje de Chiapas, por cada tráiler se pagan 4 mil pesos de renta por día, además del sueldo diario del conductor, independientemente del tipo de carga, que en el caso de los productos perecederos, la pérdida es total.
El promotor de la caravana, Irineo Mújica, de la organización no gubernamental Pueblo Sin Fronteras, justificó el bloqueo de la aduana: “Sabemos que estamos incomodando al pueblo mexicano y le pedimos una disculpa, pero también el crimen organizado nos está secuestrando, nos está matando”, por lo que lamentó el INM no les facilite los permisos de tránsito para avanzar sin riesgos por México.
No es la primera vez que los migrantes bloquean la carretera costera para presionar al INM; en mayo, un grupo de migrantes, en su mayoría venezolanos y cubanos, bloqueó durante más de cuatro horas, el tramo carretero que está cerca del entronque con el ejido Álvaro Obregón, entre Tapachula y Mazatán, pero los choferes de tráileres y automoviistas, se hartaron y amenanzando con garrotes, lograron abrir la carretera.
El antecedente de las caravanas de migrantes que parten de Tapachula fue la famosa “Caravana Migrante” que inició en Centroamérica a mediados de octubre de 2018 y logró reunir a cerca de 10 mil personas, originarias de Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que recorrieron el territorio mexicano en su ruta hacia los Estados Unidos.
A partir de entonces, han sido continuas las caravanas de migrantes. Muchas de ellas han sido desintegradas y otras se han enfrentado a las fuerzas policiacas, pero siguen organizándose como una de las formas más seguras de viajar en grupo y tratar de evitar a traficantes y delincuentes, integrantes del crimen organizado.
Lo más novedoso de las caravanas es el perfil demográfico de los integrantes. La protección que ofrecen las caravanas ha permitido que mujeres, niños y personas mayores se aventuren a emigrar, ya que carecen de recursos económicos para pagar las elevadas tarifas cobradas por los polleros.
Al estudiar las primeras ocho caravanas de migrantes, entre 2018 y 2019, la doctora Ana Margarita Alvarado Juárez, investigadora de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), destacó que la primera caravana fue la que recibió una gran cantidad de apoyo y ayuda humanitaria, así como de asistencia social y empatía solidaria del pueblo de México.
Las caravanas posteriores no tuvieron el mismo grado de aceptación. Conforme la primera caravana fue avanzando, el entusiasmo de las personas para ayudar no fue el mismo. Las expresiones de racismo, desprecio y rechazo comenzaron a florecer entre la sociedad mexicana.
La transición entre las administraciones de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador influyó en la atención y la capacidad de respuesta del Estado mexicano para atender a las caravanas migrantes, explicó la doctora Alvarado, ya que la política migratoria en esa transición carecía de claridad y tampoco había objetivos bien delimitados.
En un primer momento, parecía que el Estado mexicano buscaba contener las caravanas para después pasar a la atención de emergencia humanitaria, luego promover la regularización migratoria, ofrecer empleo, para nuevamente optar por la contención migratoria en las fronteras.
Así, en este año de 2023, por ejemplo, la primera caravana de migrantes fue disuelta por agentes del INM y de la Guardia Nacional, el 21 de enero, antes que partiera de Tapachula; por lo que se organizó una segunda, que salió el 28 de febrero con cerca mil integrantes y después, una tercera con 800 personas. Tras un breve periodo de suspenso, ante el fin del Título 42, ahora han resurgido las caravanas que están adoptado los bloqueos carreteros para presionar al INM.
RDM