* Y sí, esas trampas están únicamente en la palabra, en los eufemismos, en el ejemplo puesto por lo políticamente correcto y las normas de equidad de género. El cochupo, el moche, la mordida, la corrupción a lo grande se reducen a una mera aportación, y lo que digan la prensa corrupta es un engaño, como lo hicieron con Ignacio Ovalle
Gregorio Ortega Molina
El caldeado ambiente preelectoral puso a Andrés Manuel López Obrador como pepita en comal caliente. ¿A quiénes se les ocurre señalar al Rey del Cash de #NarcoPresidente, si ya es usufructuario de las cosechas de sobres amarillos para la causa? Como Madero, no se mancha las manos con oro, ni con sangre, pero todo sea por el poder y el proyecto 4T.
En medio de todos los dimes y diretes sobre su probidad, él alista su Plan D, pues si su candidata Claudia Sheinbaum se muestra incapaz de articular la ruta legal y constitucional al socialismo real, al de a de veras, como ese que deificó a José Stalin y hoy debe convertir en un espíritu divino a su santo patrono, el presidente de la República en funciones deberá intervenir de manera directa y llamar al orden, con Estado de excepción… o con mano dura y sangre a raudales.
Hay escollos. Uno que parece insalvable: la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, y las gubernaturas que están en juego. Modificar el modelo político, orientarlo a donde ella desea hacerlo, requiere que los inconformes no hagan olas y se comporten como lo que son, mexicanos capaces de apoyar a su gobierno, quieran o no.
Vamos, como patria y nación, en un mismo barco y a la repetición de los errores del pasado lejano y reciente. Imposible no establecer las analogías que encuentro en el trabajo de Leonardo Padura, en la novela Personas decentes, pues son éstas las que son guía espiritual y ética de nuestros líderes.
Escribe el escritor cubano: “El dinero fácil nos ha pervertido -dijo y agregó (Alberto Yarini, uno de los personajes)-: El problema, Saborit, es que si incluso los líderes de la época libertadora (léase transformadora) que debían ser los espejos de la virtud republicana se han corrompido, entonces no debe haber nada más perverso que el dinero y las finanzas, y nada más amenazante para la dignidad nacional que las muchas oportunidades de ganarlo con todas las trampas que hemos inventado”.
Y sí, esas trampas están únicamente en la palabra, en los eufemismos, en el ejemplo puesto por lo políticamente correcto y las normas de equidad de género. El cochupo, el moche, la mordida, la corrupción a lo grande se reducen a una mera aportación, y lo que digan la prensa corrupta es un engaño, como lo hicieron con Ignacio Ovalle.
¿Podrá resolver lo anterior Claudia Sheinbaum? Sólo con el cambio de modelo político que ella trae en la cabeza, verdaderamente radical, más allá de la reforma de Estado, México dejará de ser el país que conocemos y conocimos.
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