Yo Campesino / Pueblo agradecido
• Bien lo dijo el ganso, el reparto de dinero funcionó para comprar votos en su favor
Miguel A. Rocha Valencia
La compra de votos no se orquestó el mero día de la elección ni estuvo a cargo de los mapaches habituales. Fue desde Palacio Nacional donde se ordenó a través de la secretaría de Hacienda, la adquisición del agradecimiento del pueblo bueno a través de los programas sociales.
Por eso, en los primeros cuatro meses del año, el gasto público aumentó cinco veces o 500 por ciento en relación al mismo periodo del año pasado “gracias” a que se adelantaron dos bimestres de becas, apoyos y pensiones bienestar. Hubo hogares donde entraron de 12 mil a 36 mil pesos por esos conceptos e hicieron felices a ancianos, jóvenes y no pocos mantenidos.
De hecho, el mismo ganso lo dijo en su mañanera donde llamó ridícula a la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz, el “pueblo es agradecido” y en base a ello fue que se dispensaron poco más de 300 mil millones de pesos sólo por ese concepto y es parte de la explicación no sólo del déficit público que nos endeudará en más de siete billones de pesos en este sexenio, sino además de la persistencia de un proceso inflacionario que no para y sí borra todo aumento salarial.
Y es que al mexicano común no le interesa saber qué va a pasar mañana y quién va a pagar si a él le dan dinero gratis, lo toma, lo disfruta pues es algo que no esperaba ni soñaba, máxime si en casa hay dos adultos mayores y un becario. Hay hogares donde entró más dinero. El reflejo de esos ingresos y circulante extraordinario sin un fundamente productivo, provocó el aumento de la demanda y con ello que los niveles inflacionarios que ya cedían, cobraran fuerza y pasaran por arriba del 4.65 por ciento.
Por eso el encarecimiento de todo, incluso de los productos y servicios de la subyacente. Pero está bien, ese es el plan desde el inicio del sexenio, el propio caudillo lo dijo cuando expresó que para él los pobres son parte de su estrategia política, de bases clientelares de la cuatro T, los resultados que deriven de ello, no le interesan pues conociéndonos sabemos que donde nos regalan algo, todos vamos y más si se trata de dinero, aunque no sea menesteroso o necesitado.
A la gorra no hay quien le corra. Por eso desde meses antes en este espacio comentamos que la jornada electoral sería de “Estado” y que se moverían todos los hilos para hacer que el gobierno del ganso era muy generoso con el dinero y que seguir al profeta era lo más conveniente y necesario para recibir billetes gratis. De ahí que, al inicio del sexenio, se eliminaran los subsidios a todo tipo de organizaciones gremiales para que fuera el profeta cuatrotero quien hiciera entrega de esos apoyos de manera de directa y no los líderes. Igual con lo de las estancias infantiles y ayudas a mujeres agredidas y hasta las suripantas.
Quitarle esa bandera al mesías tropical resulta imposible porque él manejó de manera indiscriminada el presupuesto gracias a que su mayoría en la cámara de Diputados se lo autorizó con el pretexto de la pandemia de SARS-CoV-2 que costó la vida de 800 mil mexicanos de los cuáles parece que ya todos nos olvidamos lo mismo que de ellos 300 mil no debieron fallecer por falta de atención y los “ahorros” en salud para gastar más en programas sociales. Está bien, así somos, pero no nos olvidemos de lo que viene a futuro a causa de nuestra decisión de otorgarle el voto, no a la corcholata sino al propio mesías tropical, en todo caso él fue quien ganó la contienda y por ende, es el dueño del proyecto y el poder.
Que no se nos olvide, eso de que se va a la Chingada puede ser cierto, pero lo otro, de que entregó el mando a quien será su sucesora, no lo creo, de hecho él fue quien impuso la agenda, marcó la ruta a seguir, apresuró al gabinetazo, dio línea a legisladores y gobernadores para canalizar todos los recursos financieros y logísticos para su candidata y se convirtió en el jefe de campaña de la misma desde la máxima tribuna del país desde donde fustigó a los opositores, los acusó permanentemente de corruptos, tramposos y canallas. Es decir, fue el caudillo quien ganó la elección y aunque no quieran es el dueño de la silla presidencial, aunque otra persona se siente en ella. ¿O no?