* Deduzco que la doctora Sheinbaum Pardo no ha tenido la paciencia ni el conocimiento suficiente de los problemas que la desafían, como para hacer el balance que le permita dilucidar lo que debe esperar sobre sus posibilidades de éxito, sobre la construcción de su figura histórica. ¿Crecerá hasta transformarse en estadista, o se dejará ningunear por una realidad que la sobrepasa?
Gregorio Ortega Molina
La detención y declaraciones que decida hacer Ismael “El Mayo” Zambada, serán la más pesada y complicada herencia que recibe la doctora Sheinbaum Pardo, lo que dificultará todavía más la urgente exoneración de su clientela política y, por parte del gobierno de Estados Unidos, del sambenito de #narcopresidente (a).
En México, tanto el gobierno como los grupos políticos y empresariales, poco o nada sabrán de lo que despepite Ismael Zambada sobre sus actividades y complicidades en esta nación, sobre todo con los diferentes gobiernos con los que tuvo contacto, pero sobre todo con el último.
Insisto en mi hipótesis presentada a los lectores el 27 de julio último. A “El Mayo” lo entregó Ovidio Guzmán, porque se sintió traicionado por AMLO, y entre la élite de los barones de la droga, la traición se cobra de igual manera. Recuerden la manera en que saldó cuentas “El Güero” Palma Salazar, o el modito en que quisieron cobrar los agravios y extorsiones de “Kiki” Camarena, cuyos restos fueron a dar a El Mareño, nada menos que en Michoacán, entidad de la república donde años después aparecieron las cabezas cercenadas en la pista de una discoteca, para dar inicio a la violencia que no tiene fin.
Frente al crimen organizado que, quieran o no reconocerlo, está encabezado por el narcotráfico y sus capitanes, la futura presidenta de la República no se rodea de los mejores colaboradores, o se los imponen. A Arturo Zaldívar debió inventarle un cargo, en cuyo desempeño puede resultar un peligro para la doctora Sheinbaum Pardo, pues nadie sabe cuáles fueron los motivos que lo impulsaron a querer alargar su permanencia legal y constitucional al frente de la SCJN. Y es él quien dará seguimiento a las reformas constitucionales propuestas al Congreso por Andrés Manuel López Obrador, el hacedor de nuestro presente y el taumaturgo de nuestro futuro, únicamente conocido por él y quizá también por sus contlapaches de la república bolivariana.
La nota de La Jornada, en lo que parece una inducción desde el poder, inicia: Ante los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre varias decenas de invitados especiales a la sesión solemne, dijo -en un mensaje velado frente a la reforma judicial en proceso- que el pasado 2 de junio, el pueblo de México “también decidió mayoritariamente un verdadero sistema de justicia, que sea igual para todas y todos los mexicanos. Un sistema que también comprenda la separación entre el poder económico y el poder de la justicia, un estado de derecho, por ello no debemos temer a la democracia, decía Juárez, la democracia es el destino de la humanidad, la libertad, su brazo indestructible”.
Deduzco que la doctora Sheinbaum Pardo no ha tenido la paciencia ni el conocimiento suficiente de los problemas que la desafían, como para hacer el balance que le permita dilucidar lo que debe esperar sobre sus posibilidades de éxito, sobre la construcción de su figura histórica. ¿Crecerá hasta transformarse en estadista, o se dejará ningunear por una realidad que la sobrepasa?
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