Por María Manuela de la Rosa Aguilar.
La Virgen de Guadalupe no sólo se considera la evangelizadora del pueblo prehispánico, puesto que no sólo es una figura religiosa de primer orden, sino el pilar fundamental de la identidad nacional y cultural, que no sólo esta en los corazones de los fieles católicos, sino de una gran mayoría de los mexicanos, pero además su santuario es visitado por personas de todo el mundo, tal es así que es el santuario más visitado, con alrededor de 20 millones al año, en tanto que 18 millones visitan el Vaticano y son incontables las personas que llegan ahí para agradecer algún milagro ocurrido por su mediación.
Pío X la proclamó “Patrona de toda la América Latina”; Pío XI, de “todas las Américas”; Pío XII la llamó “Emperatriz de las Américas”; y Juan XXIII, “La misionera celeste del Nuevo Mundo” y “la Madre de las Américas. Su imagen es la única que no ha sido pintada por mano humana y como es sabido, milagrosamente se conserva intacta después de 493 años en que apareció en el ayate de Juan Diego. Desde entonces su figura ha sido omnipresente en todos los ámbitos de la vida del pueblo mexicano y forma parte integral de la construcción de la identidad nacional.
Por eso no es raro que la Virgen de Guadalupe haya estado presente en la historia política y militar de México, por lo que su imagen ha sido utilizada como un vínculo de unión nacional, ya que todo el pueblo se identifica plenamente con ella, un caso emblemático fue cuando su figura se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad en la lucha por la Independencia en el siglo XIX, cuando el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla enarboló la bandera con la imagen de la Virgen, también a inicios del siglo XX Emiliano Zapata tuvo como estandarte a la Virgen.
Pero mucho antes, en 1571, una réplica de la imagen de la Virgen de Guadalupe que el arzobispo Montúfar había enviado al rey Felipe II en 1567, fue colocada en el navío insignia de la armada cristiana al frente de Don Juan de Austria (hijo de Carlos V), que pese a la evidente desventaja contra los turcos en la Batalla de Lepanto, logró milagrosamente la victoria, que fue anunciada por el mismo Papa al encontrarse rezando a la Virgen, muy lejos de ahí. Hechos históricos que han quedado grabados para la posteridad. Y no podemos dejar de mencionar que en esos hechos estuvo el soldado Miguel de Cervantes Saavedra, máxima figura de la literatura española, apodado también el Manco de Lepanto,
Por so no es raro que se creara la Orden Imperial de Guadalupe o Nacional y Distinguida Orden de Guadalupe, que fue una condecoración mexicana establecida durante el Primer Imperio Mexicano y vigente en tres períodos, 1822-1823, 1853-1855 y 1863-1867. En las dos primeras etapas fue la condecoración más alta del Estado. Fue establecido en honor de la Virgen de Guadalupe Patrona y protectora del Imperio, en el Segundo Imperio fue desplazada al segundo puesto por la Orden Imperial del Águila Mexicana, como contraparte al máximo galardón del Imperio Austro-Húngaro, la Orden Imperial de Francisco José, su hermano. La Orden Imperial del Águila Mexicana posteriormente cambió su nombre a lo que actualmente es la Orden Mexicana del Águila Azteca, máxima distinción que entrega el gobierno de México con la que ha distinguido jefes de estado como a:
Dwight D. Eisenhower, Presidente de los EEUU ; Reinas Juliana y Beatriz de los Países Bajos; Juscelino Kubitschek, Presidente de Brasil; Emperador Haile Selassie I de Etiopía; Emperadores Hirohito y Akihito de Japón; Reina Isabel II de Inglaterra; Josip Broz Tito, Presidente de Yugslavia; Sha de Irán Mohammad Reza Pahlevi; Rey Juan Carlos I de España; Fidel Castro, Presidente dictatorial de Cuba, Alberto Fujimori, Presidente de Perú; Rey Carlos Gustavo XVI de Suecia; Rey Mohamed VI de Marruecos; Reina Margarita II de Dinamarca, etc.
No obstante que la imagen guadalupana ha desaparecido de las insignias oficiales, su prsencia sigue viva en todo el pueblo mexicano, permaneciendo tal vez como el máximo estandarte de la nación.