Desde el Congreso
José Antonio Chávez
Si creía usted que la política mexicana no podía volverse más tensa, prepárese para el siguiente nivel: En el reciente festejo del 5 de febrero—conmemoración de la Constitución—la invitación más importante de todas, la de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña, simplemente no llegó. ¿El resultado? Una silla vacía en el Teatro de la República que gritó más fuerte que cualquier discurso oficial.
La presidenta, Claudia Sheinbaum,optó por dejar fuera a la titular del Poder Judicial de un evento que, en teoría, simboliza la unidad y el respeto entre los tres poderes de la nación.
Anote esto como una consecuencia del choque frontal entre el Ejecutivo Federal y el Poder Judicial a raíz de la reciente reforma aprobada para elegir a jueces, magistrados y ministros por voto popular.
Mientras algunos proclaman que la iniciativa “acerca la justicia al pueblo”, la oposición y gran parte del Poder Judicial ven el gesto como un peligroso atentado contra su independencia.
Lo más escandaloso es que, en la historia moderna de México, nunca se había registrado un desaire tan evidente a la cabeza del Poder Judicial en una ceremonia de esta magnitud. La ausencia de Norma Piña en un evento cargado de simbolismo constitucional dejó un vacío no solo en el escenario, sino en la narrativa oficial de “respeto” a la división de poderes.
Por supuesto, la oposición en las voces de Alejandro Moreno, “Alito”, y Ricardo Anaya, hizo todo menos quedarse callada: denunció un golpe severo al frágil equilibrio entre el Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Por si fuera poco, esto no se limita al 5 de febrero: deja un tufo a vendetta política que, a decir de muchos, pondrá al Ejecutivo y a la SCJN en una colisión constante en los próximos meses. Con un ambiente polarizado, la imagen de la silla vacía se ha convertido en el nuevo ícono de la confrontación; un recordatorio de que la lucha por el control del Poder Judicial va más allá de las formalidades y amenaza con convertirse en la saga política de la temporada.
Dicen los que saben que las formas son tan importantes como el fondo, ignorar a la presidenta de la SCJN en la fiesta más solemne para la democracia mexicana no es un simple desliz protocolario, es un mensaje muy claro: La separación de poderes se tambalea y el conflicto entre grupos políticos se mantiene.
El tiempo dirá si este episodio se queda como la anécdota de una silla vacía o se convierte en el trato constante entre el Ejecutivo y el Poder Judicial, por lo pronto, los ciudadanos de a pie, tendremos que sentir las consecuencias—para bien o para mal—de un conflicto innecesario.