RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Aquellos eran los tiempos en que no cabían las medias tintas. Vivíamos en un mundo de dos opciones. Ante ello, los gobernantes de nuestro país tenían que mostrar de que lado estaban. Hacerlo, sin embargo, no era un asunto de tirarse al piso y aceptar que al optar por una alternativa habrían de convertirse en lacayos de nadie. En ese contexto, mientras mantuvieran la dignidad mayor sería el respeto que lograrían por parte de aquel con el cual a cuyo lado decidieran colocarse. Eso fue lo que aconteció en 1961 cuando la Revolución Cubana estaba en efervescencia plena y los Castro Brothers decidieron que pasarían de ser un enclave estadunidense para convertirse en súbditos de la Unión Soviética. Vaya usted a saber por qué, pero Cuba no puede subsistir sin estar sometida a poderes externos (España-EUA-URSS-¿China?). Dejemos disgregaciones y volvamos a lo que será el tópico de esta colaboración, la actitud de Mexico ante el conflicto EUA-Cuba.
En abril de 1961, tras de que los estadounidenses hicieran el papelón con la invasión de Bahía de Cochinos, varios decidieran declararse partidarios de la Revolución Cubana que buscó el cobijo de los soviéticos. Tratando de cubrir su fracaso, el gobierno estadunidense, encabezado por John Fitzgerald Kennedy, decidió que sería necesario aislar a Cuba y empezaría por hacerlo en el Continente Americano. Para ello, utilizaría a la Organización de Estados Americanos. Uno de los gobernantes de las naciones latinoamericanas no estaba dispuesto a someterse a los dictados emanados de Washington, se trataba del presidente de México, Adolfo López Mateos. Dicha actitud generaba mucho ruido al gobernante de los EUA quien instruyó a su embajador en Mexico, Thomas Clifton Mann, para que fuera a entrevistarse con don Adolfo.
En cumplimiento a las instrucciones, la mañana del domingo 17 de diciembre de 1961, Mann se apersonó en la residencia del presidente mexicano quien, sin presumir de austero nunca habitó en la residencia oficial de Los Pinos y no se fue a vivir a un palacio, continuó morando en su domicilio particular ubicado en la Avenida San Jerónimo ahí en donde hoy se ubica la Embajada de la Republica Popular de China en Mexico. Con respecto a lo acontecido, vayamos al documento Foreign Relations of the United States, 1961–1963, American Republics.
Acorde con el reporte de Mann, la reunión tuvo el carácter de secreto y se realizó en un ambiente de amistad y franqueza. Empezó por reconocer que México tomaba sus decisiones en función de sus intereses. Eso, no lo eximia de mencionar que la forma en que Mexico votó en la OEA, para evitar el aislamiento de Cuba, creaba un problema en torno a la posibilidad de que el presidente Kennedy visitará nuestro país. Asimismo, mencionó que la situación “se agravaría si se emitiera otro voto negativo en el MFM (Meeting of Foreign Ministers o la reunión de secretarios de relaciones exteriores.)
El presidente López Mateos respondió: “México no puede abandonar su posición”. Al respecto, Mann hizo notar que “no dijo votar”. Acto seguido, le cuestionó si había leído el articulo 6 del Tratado de Río, al recibir una respuesta afirmativa preguntó “si lo importante era la interpretación del artículo 6 o si el fundamento real de la posición mexicana era su doctrina de no intervención absoluta basada en la experiencia histórica mexicana”. La contestación es toda una lección, don Adolfo mencionó “que este último era el caso y dijo que su régimen era transitorio y no podía asumir la responsabilidad de revertir la posición histórica de México sobre la no intervención”. Ante ello, Mann consideró “que esto significa la oposición mexicana a cualquier acción multilateral de la OEA de cualquier tipo dirigida contra cualquier estado estadounidense por cualquier motivo”.
Acto seguido, el presidente de México “enfatizó que esto no significaba simpatía mexicana por Castro o la doctrina comunista. Se refirió… a varias medidas que México había tomado unilateralmente contra Castro, incluida la negativa a vender productos petrolíferos mexicanos, la cooperación para impedir el transbordo de productos estadounidenses a Cuba y una afirmación nueva para mí de que la política mexicana era impedir los envíos de productos alimenticios mexicanos a Cuba”. Aquí cabe mencionar algo que no se menciona. Además de esas medidas, durante la invasión a Bahía de Cochinos, López Mateos le recordó al alborotado expresidente Cárdenas Del Río, quien se quería ir a Cuba a mostrar su apoyo, quien era el presidente de Mexico y lo puso quieto recomendándole retornar a Michoacán para atender sus negocios.
Buscando espantar con el petate del muerto, el embajador estadunidense espetó que la postura del presidente mexicano dejaba en una posición muy incómoda a Kennedy ya que, si bien “estaba seguro de que deseaba la amistad de López Mateos, … por otro lado tenía que considerar la opinión pública estadounidense” y la posibilidad de que se efectuara una visita a Mexico se complicaba y no era recomendable que se efectuar antes de la reunión del MFM (reunión de secretarios de relaciones exteriores). Ante eso, lo que inicialmente fuera programado para efectuarse en enero, debería de “retrasarse” hasta después de que dicho evento se hubiese llevado a cabo. Don Adolfo “dijo que esto sería satisfactorio, pero deseaba dejar claro que México está dispuesto a darle una recepción cálida al presidente Kennedy ahora”.
A Mann no le quedó sino dar las gracias y señalar que difícilmente existía otra solución ya que era poco el tiempo entre la conclusión del MFM y el 27 de enero, fecha proyectada para la visita, dado lo que implicaba en “materia de seguridad y otros preparativos”. Ante eso, no se estableció ninguna fecha tentativa para la visita. Sin embargo, sugirió que “se emitiera algún tipo de declaración oficial en vista de las especulaciones de la prensa sobre una visita en enero. Estuvo de acuerdo y dijo que le indicaría a Tello que hablara conmigo sobre esto e intentaría resolver algo”.
Ante las expresiones del mandatario mexicano, Mann no tuvo sino expresar que entendía “el carácter absoluto de la doctrina mexicana de no intervención, [pero a la vez] esperaba que comprendiera la importancia que Estados Unidos le da a la doctrina de la democracia también incluida en la Carta de la OEA. Sinceramente creemos que estamos del lado correcto cuando apoyamos el derecho de las personas, [el hecho de que] todos los países elijan su propio gobierno y cuando decimos que existe un paralelismo entre paz y democracia. Tal como se aplica a Castro, nuestro principio significa que el pueblo cubano tiene derecho a elegir su propio destino, un derecho que actualmente se le niega”.
Asimismo, mencionó su esperanza de que se “entendiera que Estados Unidos concede mayor importancia que México a las implicaciones de seguridad e incluso militares de una cabeza de playa comunista en el hemisferio y nuestra profunda preocupación de que el comunismo pueda extenderse a otras repúblicas estadounidenses”. López Mateos “reconoció que comprendía los puntos de vista de Estados Unidos sobre seguridad, pero dijo que pensaba que en la práctica era difícil lograr una democracia real”. Mann replicó reconociendo las dificultades, pero señaló “los grandes avances que se han logrado en esta dirección en las últimas décadas, algo que no es posible bajo control comunista”.
Posteriormente, don Adolfo “repitió el razonamiento de Tello de que, en la práctica, es preferible que se permita que Castro caiga por su propio peso”. Aquí se equivocó el presidente de Mexico y no se puede ms que reconocer que Mann tuvo razón cuando precisó “que podía estar de acuerdo con esto en abstracto, pero la fuerza arraigada del aparato comunista en Cuba hizo obsoletos los criterios usualmente aplicados para medir la estabilidad de los regímenes que dependían del apoyo de al menos un segmento significativo de la población”. Sin detenerse expresó que “sería imprudente esperar a que el pueblo cubano derrocara a Castro por sí solo [al tiempo que sostenía] desde esta premisa, … se deberían tomar medidas multilaterales que condujeran al aislamiento final del régimen de Castro y a la reducción de sus capacidades subversivas”.
Empleó “como ejemplo información de inteligencia mexicana de indudable confiabilidad de que el embajador cubano recientemente convocó a estudiantes mexicanos a la embajada cubana y les sermoneó sobre el fracaso de la agitación efectiva para ganar el dinero que les dio la embajada cubana. Recalcó que la Embajada de Cuba y toda la actividad comunista estaban dirigidas no solamente en contra de Estados Unidos, sino también contra el PRI y el propio México y [le hizo notar] que la doctrina marxista pedía la eliminación de la oposición liberal y conservadora, tanto potencial como existente”. Ante argumentos tan contundentes, el presidente de México “respondió con el familiar argumento mexicano de que la única manera eficaz de enfrentar el peligro comunista es mejorar los niveles de vida de las personas bajo la Alianza para el Progreso”.
Mann presionó señalando que “si había tenido en cuenta el efecto del voto negativo o de los votos sobre un mayor debilitamiento de la confianza que es esencial para el crecimiento económico mexicano”. Don Adolfo “deploró esto, pero dio a entender que es necesario seguir, por encima de todo, la política exterior tradicional En este punto sugirió que {el secretario de relaciones exteriores Manuel] Tello [Baurraud] y yo intentáramos entre ahora y el 10 de enero reconciliar los puntos de vista de Estados Unidos y México sobre el MFM”. Mann indicó ‘que con mucho gusto procuraría hacerlo”. A la par, “López Mateos enfatizó que mucho dependía de la cuestión concreta sobre la cual México tendría que emitir su voto”.
Tras de ello, Mann reportaba al departamento de Estado que “basándonos únicamente en las declaraciones de López Mateos, hay poco espacio para el optimismo, incluso reconociendo que dejó la puerta ligeramente abierta al sugerir conversaciones con Tello. Por otro lado, López Mateos pareció entender que el voto de México no lograría ningún propósito práctico ya que la decisión fue una mayoría de dos tercios vinculante para todos. Además, no debemos ignorar el hecho de que la insatisfacción con la posición mexicana sobre la cuestión cubana es generalizada excepto en la extrema izquierda.
Finalmente, también observamos que [el ex presidente, Miguel] Alemán [Valdés], [el secretario de agricultura, Julián] Rodríguez [Adame], [el secretario de hacienda, Antonio] Ortiz Mena, [el secretario de gobernación, Gustavo] Díaz Ordaz y otros están preocupados y, supuestamente, están trabajando para encontrar una fórmula para salvar las apariencias. Por lo tanto, no debe descartarse por completo la posibilidad de una abstención mexicana”.
Asimismo, Mann sugería” retrasar hasta después del MFM cualquier discusión adicional sobre la fecha específica de la reunión. Entonces estaremos en mejor posición para determinar el mejor momento desde el punto de vista de nuestros intereses. {Habría que tener] cuidado especial en no dar a entender que se acordó la fecha del 27 de enero, [como fecha de la visita potencial de Kennedy a México] aunque sea tentativamente, para ayudar a México a salvar las apariencias. En cuanto a la cara, no es imposible que los mexicanos racionalicen que desde que López Mateos “enfrentó” a Estados Unidos en el tema de la visita, México tiene más libertad para cambiar el voto negativo por la abstención.
Deberíamos esperar conversaciones con Tello sobre un posible anuncio público que nos dé un esquema de fundamentos aceptables para México. El Departamento entenderá que la lógica es mucho más importante para México que para Estados Unidos. La conformidad de López Mateos con el aplazamiento no debe interpretarse como equivalente a no estar disgustado. Por el contrario, es casi seguro que el presidente esperaba que Estados Unidos volviera a rescatarlo. Después del MPM, probablemente sería preferible continuar las conversaciones sobre la visita a través de esta Embajada. Pero sugerimos reservarse una decisión definitiva sobre este punto”.
Mann estaba convencido de que el presidente de México habría de cambiar de opinión y por ello enfatizaba que “la mejor opción para inducir un cambio en la actitud de México es mantener una actitud firme pero amistosa hasta que comience a comprender que la cooperación tiene que ser una vía de doble sentido y que México necesita a Estados Unidos más de lo que nosotros necesitamos a México. Es importante que en las próximas semanas cada declaración de un funcionario estadounidense y cada acción sobre las solicitudes de préstamos sean cuidadosamente consideradas a la luz de su probable efecto sobre las decisiones mexicanas. El ex ministro de Relaciones Exteriores, Ezequiel Padilla [Peñaloza], y otros amigos mexicanos han instado en conversaciones conmigo a que Estados Unidos evite cualquier declaración o acción que pueda llevar a México a creer que no damos importancia a su actitud hacia Cuba”.
La perspectiva de Mann y la de algunos mexicanos acomedidos no tuvo los resultados esperados. El miércoles 24 de enero de 1962, durante la reunión efectuada en Punta del Este, Uruguay, el secretario de relaciones exteriores de Mexico, Manuel Tello Baurraud, a nombre de nuestro país, emitió el único voto en contra de la expulsión de Cuba de la OEA. No lo hizo por simpatía con el régimen que acabaría convertido en la dictadura de los Castro Brohers, sino bajo el principio de autodeterminación de los pueblos. En aquellos tiempos, la diplomacia mexicana estaba en manos de profesionales y el país tenía mando y rumbo. Al final de cuentas, ese voto no impediría que, en junio de 1962, el trigésimo quinto presidente de los EUA visitará Mexico, acerca de ello y la conversación que sostuvieron los presidentes Kennedy y López Mateos, les comentaremos la semana próxima. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.06.21) Dado el sigilo con que fueron manejados, todos nos preguntábamos cual era el contenido de los Planes A, B y C para enfrentar a los EUA. Sin embargo, como nada puede mantenerse oculto para siempre, sería en la columna Templo Mayor, publicada en el diario Reforma, en donde el tal Fray Bartolomé descubriría el secreto. Leamos lo que ahí se publicó el 1 de febrero pasado: “…Y DEPENDIENDO de ello, ya se verá si México responde con el Plan A, el Plan B o el Plan C que Claudia Sheinbaum aseguró ya están listos para ser implementados. SIN PODER descartar que sean A… catemos lo que diga Trump, B… ailemos al son que nos toquen y C…alladitos nos vemos más bonitos”. Con los Planes A y B en instrumentación plena, o como dirían los estadunidenses en “full swing”, solamente nos queda por decir: La Patria está salvada y que suene el más si osaré… con fondo musical de El Sinaloense.
Añadido (25.06.22) El 29 de enero, el esbirro heredero de los Castro Brothers, Miguel Díaz-Canel, calificaba “…como un «acto de brutalidad» el anuncio de Estados Unidos de que habilitará 30.000 camas en la base naval de Guantánamo (Cuba) con el fin de detener a inmigrantes indocumentados”. Ante la hipersensibilidad de este sujeto, surge una pregunta: ¿Con cuál adjetivo calificará el hecho de que, desde principios de la década de los 1960s, se tenga a pan y agua en calidad de prisioneros, que hoy llegan a casi 10 millones, a los habitantes de un país en el cual él desempeña el cargo de carcelero mayor?
Añadido (25.06.23) Vaya que nos acordamos de lo que John Foster Dulles dijera acerca de que los dictadores latinoamericanos eran unos hijos de la tiznada, pero eran sus dictadores. Hoy, ya tenemos la versión doméstica mexicana en voz femenina.