Anabel Hernández soltó una bomba esta mañana con Adela Micha: Claudia Sheinbaum llegó a la presidencia con la ayuda del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Según Anabel, hay pruebas documentadas, actas infladas y casillas donde Sheinbaum ganó con el 100% de los votos.
Un milagro electoral que ni en las dictaduras más descaradas se ve.
¿Cómo le hizo? Fácil: hubo acuerdo. En un rancho cerca de Puerto Vallarta, el Mencho reunió a su gente y dio la instrucción: Sheinbaum debía ganar en los territorios controlados por el CJNG. A cambio, el gobierno la dejaría operar con tranquilidad y ciertos “favores” estarían asegurados. El cártel cumplió. Ahí están las cifras de la elección. Pero Sheinbaum, ya en el poder, decidió traicionar el pacto.
Porque resulta que Estados Unidos tenía otros planes. Y cuando Washington chasquea los dedos, en Palacio Nacional solo queda obedecer. Así que la presidenta entregó a Tony, hermano del Mencho, y una decena más de capos en una extradición masiva.
La reacción del CJNG no se hizo esperar: enojo, traición, incertidumbre. El Mencho, según fuentes de Anabel Hernández, está furioso.
Para calmar la tempestad, el gobierno intentó un acto de compensación: liberar a Rosalinda González, esposa del Mencho.
¿Será suficiente? ¿Un “te quito al hermano, pero te devuelvo a tu señora” será suficiente? Difícil. Los cárteles no olvidan ni perdonan.
Pero este no es solo un problema con el CJNG.
Sheinbaum quedó expuesta ante todos los grupos criminales con los que presuntamente Morena ha tenido complicidades. Y más importante aún: quedó expuesta ante la Casa Blanca. Porque el mensaje de Estados Unidos fue brutal: México no manda, solo ejecuta órdenes.
El comunicado de la Casa Blanca fue claro: esta extradición no fue una decisión del gobierno mexicano, sino una orden ejecutiva de Donald Trump.
Ni las gracias le dieron.
Y lo peor: ni siquiera fue suficiente. Washington ya dejó claro que no se conforma con esto y seguirá presionando.
Sheinbaum ahora enfrenta un dilema imposible: seguir traicionando acuerdos con los narcos o resistirse y recibir la ira de Washington. Y aquí está el detalle:
Estados Unidos no está jugando al azar. Desde hace años diseñó un plan para doblar a México y convertir su “cooperación” en sumisión absoluta.
La designación de los cárteles como organizaciones terroristas no fue un capricho, fue una jugada maestra para dar pasos mucho más agresivos.
El panorama pinta mal para la señora presidenta.
Ya la dejan sola en su partido, ya le chasquean los dedos desde Washington, ya le ponen y le quitan piezas en el tablero.
Ni en Morena manda.
Y Trump apenas está calentando.
Imaginen lo que viene.