La conmemoración del pasado 8 de marzo, entraña luces y sombras. Las mexicanas han forjado su destino a lo largo de nuestra historia, nadie les ha regalado nada y destacan por méritos propios en todos los campos de nuestra sociedad. La llegada de una mujer a la presidencia de la República y a la Comandancia Suprema de las Fuerzas Armadas da cuenta de que no existe en México, cima que las mujeres no puedan conquistar. En otro sentido aún persiste una deuda y asignatura pendiente, la violencia de género en todas sus expresiones y los feminicidios continúan siendo una herida abierta y motivo de profunda vergüenza para los mexicanos.
Pero el 8 de marzo no solo debe censurar los agravios, sino también atesorar y fomentar los logros a favor de las mujeres, y es aquí donde es oportuno reconocer a las fuerzas armadas. En este espacio ya se ha manifestado la relevancia de las mexicanas uniformadas, particularmente de las muchachas que estudian y egresan del Sistema Educativo Militar, pero es oportuno también tener en consideración a todas aquellas que sirven a México bajo banderas. La presencia de la mujer asociada a la esfera castrense es tan antigua como nuestra historia, no en vano en la cosmovisión precortesiana una mujer que moría en parto era equiparada a un guerrero muerto en el campo de batalla.
A partir de la conquista no hubo momento en la historia militar mexicana donde la mujer no estuviera presente. Los actos de heroísmo de mujeres durante la guerra de independencia fueron notables, el México decimonónico vio a contingentes de mujeres y barraganas marchando detrás de las columnas de soldados, compartiendo las penurias y peligros de las campañas. No se puede concebir la Revolución Mexicana sin las afamadas “Adelitas”, dignas sucesoras de aquellas valientes mujeres-soldado del siglo XIX.
Con la llegada de los sonorenses al poder, el general Amaro organizó al pueblo en armas surgiendo un ejército profesional que subsiste hasta nuestros días. Derivado de aquellas jornadas, en 1934 se dió el ingreso formal de la primera mujer al Ejército Nacional, fue la señora María González de Carter, quien causó alta como afanadora en el servicio de Intendencia. A partir de ahí, tomó poco menos de cien años para que la mujer militar mexicana alcanzará la igualdad de condiciones y Derechos de sus pares varones.
En 1938, fue creada la Escuela de Enfermeras exclusivamente con personal femenino, poco después ingresaron como oficinistas, en la década de los cincuenta las militares mexicanas ya servían el servicio de Cartografía y en los años setenta pudieron ingresar a la Escuela Médico Militar. Una década más tarde se incorporaron a la industria militar y tomaron cursos de paracaidismo. En 1994, el siglo XX cerró para las militares mexicanas con la primera general brigadier, una cirujano dentista.
A lo largo de la presente centuria, la evolución de las mexicanas sirviendo en el ejército avanzó a pasos agigantados, previamente en el año 2000, las mujeres pudieron incorporarse como voluntarias al Servicio Militar Nacional. En los años posteriores causaron alta en las Fuerzas Especiales, en el Heroico Colegio Militar, en la Escuela Superior de Guerra y en todos los planteles que conforman el Sistema Educativo Militar, en suma ya sirven en todas las armas y servicios del Ejército Mexicano, en la Fuerza Aérea Mexicana y en la Guardia Nacional. Desde el 2023 ya pueden sentar plaza también como soldados en las unidades de todas las armas en el ejército.
En estos días, en el vestíbulo del edificio principal del Cuartel General Superior de Defensa, se exhibe una muestra temporal acerca de la evolución de la mujer militar mexicana, partiendo de la incorporación de la señora González de Carter al día de hoy. Las fotografías en gran formato, muestran a mujeres desempeñándose con maestría como soldados, pilotos y guardias nacionales, es de destacar la juventud y profesionalismo de todas ellas.
También es oportuno que la exposición da a conocer las políticas que garantizan cero tolerancia al acoso sexual y la discriminación, pero también a los Derechos que le asisten, como es el caso de la maternidad, donde las mujeres embarazadas no solo reciben un uniforme adecuado para su condición sino horarios de servicio que se ajustan a la misma.
Siempre será obligado recordar a la mujeres en todos los momentos de la historia militar mexicana, pero lo que debemos también celebrar, es la plenitud que han alcanzado hoy las mujeres en el Ejército Mexicano. Destacando actualmente en activo una General de Brigada y seis Generales Brigadieres, lo cual como reza la cédula alusiva en la citada exposición: “ representa el acceso de las mujeres a todos los niveles de mando y cargos de tomas de decisiones”.
Es importante también tener presente a todas aquellas en la honrosa situación de retiro, entre las cuales hay no pocas, con el rango de general. Un futuro prometedor es el que se vislumbra en los años por venir para la mujer militar, hoy por lo tanto debemos sentirnos orgullosos y rendir un justo reconocimiento a las 42,352 mujeres que pertenecen a la Secretaría de la Defensa Nacional.