ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Distanciada de la realidad, como la mayoría de los dizque gobernantes del régimen de Cuarta… Transformación, quien sólo en las formas es Presidente de la República, la señora Claudia Sheinbaum, celebra que los aranceles de Donald Trump hayan dejado a los productores mexicanos en una situación medio embarazosa.
Es como si dijera que Trump sólo “medio embarazó” al país.
Y es que más de la mitad de lo que se exporta a Estados Unidos sí deberá pagar ese nuevo impuesto para poder ingresar al territorio del norte. Y a ello súmele los que ya desde el mes pasado pagan los fabricantes de acero y de aluminio.
Inversiones y empleo se pierden todavía por goteo, pero esos chisguetes muy pronto serán torrentes.
Sheinbaum sonríe y dice medias verdades para sus huestes mayoritariamente desinformadas. Las que se conforman con creer que todo lo que surge de las mañaneras es cierto.
La realidad es que, pese a que presuma que “por las buenas relaciones” con la actual Administración estadounidense fue que la industria nacional quedó nada más medio embarazada, ni ella ni sus colaboradores encargados de las negociaciones –el untuoso Marcelo Ebrard y el inexperto Juan Ramón de la Fuente, aprendiz de todo y maestro de nada– lo supieron hacer. Actuaron como si antes de ellos nada hubiese existido. La situación medio embarazosa se la debemos a las tres grandes fabricantes de autos, GM, Ford y Stellantis que rogaron y abogaron por sus intereses, lo que nos beneficios a nosotros.
La terca verdad es que, antes de Sheinbaum, Ebrard, de la Fuente y sus acólitos sí hubo quien lo supiera hacer.
Deberían asomarse a sus textos de Historia para saber que hoy estamos muy lejos de tener un gobierno que de verdad supiera como defenderse de sí mismo y hasta de defendernos. Usted lo sabe mejor que yo: el actual no es el que nos merecemos.
Sobre todo, porque a través de la historia la clase política mexicana siempre se distinguió por adecuar, mal que bien, sus modelos de crecimiento al entorno internacional y, muchas veces, a capotear los saltos impredecibles de un poderoso vecino.
Enfrentó a cinco presidentes gringos
Aunque hay muchos que quisieron ver a Porfirio Díaz como un militar de fajina, vulgar “escupe alfombras”, como lo calificó Ralph Roeder, en realidad se equivocaron. Díaz era un gran estratega político que supo interpretar en el traspatio los movimientos voraces del expansionismo norteamericano y la época pujante de los grandes imperios europeos, posteriores al Congreso de Berlín de 1885, donde se repartieron las riquezas africanas.
Desde entonces, los estadounidenses podían habernos tragado de un bocado.
Durante sus treinta años como dictador, don Porfirio toreó con éxito, entre otros, a los presidentes Ulysses Grant, héroe de guerra, Groover Cleveland y William McKinley –ahora ícono de Trump–, republicanos duros de roer, representantes de grandes intereses económicos y enormes monopolios.
Los últimos años en el Castillo de Chapultepec Díaz lidió con el “gran garrote” empleado por Theodore Roosevelt y su cauda de intervencionistas y, por último, con William Taft, el de los tratados de Ciudad Juárez, su enemigo irreconciliable, que siempre le reclamó la falta de trato parejo, igual que a los petroleros ingleses.
Acá en el rancho grande, el dictador tuvo que habilitar a los hijos de los poderosos, a los “lagartijos”, como coyotes de las transnacionales del petróleo, los ferrocarriles, la minería y los enclaves industriales, para tener a todos en un puño y hacer valer su toma de decisiones, por encima de las ventajas geopolíticas.
Aquí abandonamos toda idea de futuro
Hoy, para donde volteemos, el mundo es un conjunto desordenado y atribulado de países que buscan sobrevivir a la política arancelaria de Trump. Lo logran sólo los previsores, los más hábiles, los conocedores del paño. Los que saben qué tienen y cómo apostarlo.
Viéndolo bien, es una oportunidad de oro para China, junto con el bloque de países isleños que conforma en el océano Pacífico. Los gigantes asiáticos, continentales y ultramarinos, en un momento estelar, disputándose los mercados mundiales con potencias occidentales que carecen de su mágica y sacrificada mano de obra.
También es oportunidad única para la supervivencia europea, conciliando los intereses de los desastrados países peninsulares –España, Italia, Grecia– ahogados en préstamos mutuos impagables, que jalan al continente a la recesión, mientras la economía alemana opera como coraza de proa del conjunto comunitario.
Los pequeños nacionalismos regados por el mundo, tratando de emerger en condiciones competitivas. América Latina en un momento crucial, entre la dominación total y la independencia.
¿Y México? Hoy, la mitad del PIB, tirada por el caño. Aquí abandonamos toda idea de futuro. Lo depositamos en la buena voluntad de las empresas transnacionales que iban a despedazarse entre ellas para aprovechar la ahora vana ilusión del nearshoring, el petróleo, las instalaciones productoras de electricidad y nuestros recursos naturales, comunicaciones e infraestructura radioeléctrica.
Nada. Aquí la Presidente Sheinbaum sonríe. Se ve satisfecha con los aranceles que ya le impuso Trump al campo y a la industria del país.
Así, la economía está haciendo cola desde hace seis años y medio, los de la égida de la 4T, esperando los beneficios monetarios del “primero los pobres”, del “no mentir, no robar y no traicionar” que, de tanto mentarlas, aunque suenan a réquiem, nadie las quiere escuchar, por lo que representan de última oportunidad y de calvario.
Ya entraron en vigor los aranceles. Y el gobierno ya salió con 18 puntos guajiros, pero todavía no nos dice hacia dónde, ni cómo, ni cuando, porque no lo saben, no porque lo oculten bajo siete llaves. Simple y llanamente, porque no hay plan de desarrollo, ni sistema de cuentas nacionales, ni presupuesto confiable, ni secretario de Hacienda que dé la cara, ni secretaria de Gobernación que se la limpie.
Indicios
Cierto. Abandonamos toda idea de futuro. Los “avances” tecnológicos que presume Morena son dos: El trapiche, de López Obrador. Y ahora en el segundo piso, ¡las estufas de leña!, sólo porque la señora Sheinbaum se licenció en la Facultad de Ciencias de la UNAM con la tesis titulada Estudio Termodinámico de una Estufa de Leña para una Comunidad Rural en México, en febrero‑1989. ¡Adiós a los bosques donde aún suele invernar la mariposa monarca! Dilapidar 500 millones de pesos para repartir un millón de estufas que lanzan la mitad de humo ¿es para halagar el ego de la Presidente al concretar su teoría en la realidad? * * * Por hoy es todo. Le reconozco a usted, como siempre, que haya leído hasta aquí, y le envió mi más sinceros deseos de que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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