Yo Campesino / Dedos en la puerta
- Trump nos tomó en peores condiciones posibles: con deuda y caída
Miguel A. Rocha Valencia
Más allá de que la 4T tenga el pretexto perfecto para justificar su nuevo fracaso en todos sentidos, la guerra declarada por Trump al mundo en materia arancelaria nos lleva a niveles insospechados pues nos tomó con los “dedos en la puerta” en materia de política, economía interna y externa y con la menor disponibilidad presupuestal, todo ello derivado de reformas constitucionales centralistas, el peor nivel de endeudamiento y en pleno proceso recesivo y de corrupción.
Sin importar lo que suceda en los próximos meses o semanas, la president(a) ya dijo que no hay marcha atrás en cuanto a las reformas que le darán todo el poder sobre el país a pesar de los efectos negativos en materia de inversión, empleo y gasto presupuestal. La desaparición de los organismos autónomos será la cereza que colme la tendencia oscurantista del sexenio y el retroceso de inversiones programadas.
No sirvieron de nada los reclamos de la iniciativa privada ni las advertencias de organismos internacionales para la polarización política del país que concentrará den unas manos (las que sean) el poder absoluto sobre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial con todas las consecuencias que se anunciaron aun antes de la guerra arancelaria trumpista que por el bien de sus gobernados, esperamos se detenga porque con ella como con la 4T, todos perdemos.
En el caso de México que como dijimos, no necesitábamos “ayuda” para cavar nuestra tumba rellena de opacidad, corrupción, centralismo y penalidades económico-financieras con sus secuelas de desempleo y pobreza socializada, no cuando partimos con una de la mayor deuda histórica del país que ya supera los 19 billones de pesos y llegará a poco más de 20 billones en 2026 y lo que es peor a tazas jamás vistas.
Adeudo donde nos arrastran las paraestatales que se insiste cerrar a la inversión privada y se tapa el hoyo con préstamos que van directos a pagos presupuestales pues tanto Pemex como CFE, son incapaces financieramente de afrontar sus gastos y muchos menos sin deudas incluyendo el elefante blanco llamado Dos Bocas.
Con ello y la compra de votos y el pago de intereses del servicio de la deuda y principales, sin contar las pensiones “cotizantes” del IMSS, Ejército e ISSSTE, (que se pagan al 99 por ciento del presupuesto) habrá que descontar al menos 4.2 billones de pesos presupuestales.
Pero tampoco importa a la 4T que calificadoras tanto Moody’s como Morgan Stanley ya no recomiendan a México como destino de inversiones o que analistas financieros o el mismo Banco de México adviertan que la economía se encuentre en recesión técnica con los dos últimos trimestres a la baja o el Inegi diga que su Indicador Oportuno del Consumo Privado marque una contracción anual del 2.5 por ciento en este año que sólo está superado por el 5.32 del 2021 en plena pandemia. Eso aunque el FMI no prevé una recesión global, pero si inflación y pereza económica.
Es decir que los mexicanos estamos gastando menos a pesar de los demagógicos aumentos salariales que se come la inflación no declarada, especialmente la subyacente que golpea todo incluyendo la mal llamada canasta básica a la cual tiene acceso un número decreciente de personas aun con empleo.
Para que no se diga que es por efecto de las políticas estadunidenses, la caída en el consumo y en general de la actividad económica se detectó desde 2024. En el primer trimestre de este año la caída fue del 0.94, 0.90 y 2.17, respectivamente. De ahí que el Instituto Mexicano de Ejecutivos en Finanzas comente abiertamente que la economía “mexicana se encamina a una recesión”.
De acuerdo con el análisis del IMEF la profundidad de la caída en la actividad económica, su duración a lo largo de los meses, y la difusión del efecto negativo en diferentes áreas, como el consumo de los hogares serán los factores que determinen que tan fuerte será el proceso y su durabilidad, que de acuerdo con los ingredientes mencionados arriba puede ser duradera.
Nada más de entrada se espera que el crecimiento del PIB para el año próximo sea mayor y que el déficit del 3.9 programado para 2025 no se cumple y para 2026 la deuda aumente dos billones y por ende, menos dinero, más desempleo y la pobreza franciscana que tanto soñó el profeta de la 4T.
Falta lo peor, eso es obvio, aunque nos cuenten una telenovela distinta y con final feliz en las mañaneras.
Lo de los aranceles, como diría el prócer inolvidable cayó “anillo al dedo” como en su tiempo fue la pandemia.