Para la Primera Magistrada de la Nación, en estas horas, le sería de utilidad el escuchar el parecer democrático del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., relacionado con un tema apasionante: La Justicia.
Desde el nacimiento de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, existe la preocupación fundamental por la justicia, por el gran beneficio que acarrea a nuestra Patria, por los componentes éticos y morales contenidos en su espíritu y articulado, por las diferentes tesis y programas que a través de todos los gobiernos se han dado, discutido y aplicado.
De todo este conjuro surge un concepto diferente: el Derecho, el cual consiste en el perfecto cumplimiento de los deberes de gobernantes y gobernados para con México, ellos deben ser cumplidos a cabalidad cuando, en cada caso, se combine la mayor utilidad para el Estado y ese fruto genere el menor daño posible para la Nación, así como, el mayor bien para la República, con la menor molestia para el gobernado.
En este proceso vivo de fina y contundente dialéctica, se forman los jueces.
No hay justicia perfecta sin jueces perfectos.
La Reforma Judicial a efecto de obtener jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por elección popular, expone a México y al Derecho a un doble riesgo: el de evaporar a la justicia, mediante resoluciones emitidas por condescendencias con la autoridad, o denigrándola, mediante sentencias “a modo” dictadas con técnicas banales e inconsistencias jurídicas.
Con estas contundentes afirmaciones el Foro Independiente de la República, habría que apoyarlas sosteniendo una decidida y firme vocación al cambio de ruta de esa estropeada reforma, en donde quienes la ejerzan y la apliquen, por principio de cuentas conozcan a la perfección el derecho y, no solo digan saberlo.
Ese cambio a la referida reforma, traería como consecuencia que nuestros impartidores de justicia lleven implícito en los ribetes de su toga, la firme decisión de otorgar justicia, a quién ésta asista y no a la que al Estado le convenga, esa justicia debe de impartirse sin más influencia que la propia convicción y responsabilidad de aplicar el derecho conllevando con ello a que en México se imparta una justicia independiente.
Se debe pensar que el impartidor de justicia no puede ser otra cosa que un guardián del derecho, no interesando que el Estado lo someta a caprichos insanos e innecesarios para la justicia.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..