Ricardo Del Muro / Austral
Dos de cada tres dólares de remesas captadas por México durante el primer trimestre de este año se concentraron en 10 de las 32 entidades federativas del país. Entre ellas, Chiapas recibió 972 millones de dólares, ubicándose como la cuarta entidad receptora (con el 6.8% del total), pero es la que más depende de estas transferencias ya que representan el 15.9% del PIB estatal, mientras que hace una década sólo equivalían a 2.3 por ciento.
De acuerdo con datos del Banco de México, los estados de Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Chiapas, Ciudad de México, estado de México, Oaxaca, Guerrero, Puebla y Veracruz recibieron, en conjunto, 9 mil 537 millones de dólares, equivalentes al 66 por ciento del total de 14 mil 109 millones de dólares que ingresaron al país en los primeros tres meses del año.
La mayoría de estas entidades figuran entre los estados más pobres del país, y en ellos se localizan algunos de los municipios con mayores índices de pobreza extrema, lo que a su vez los ha convertido en fuertes expulsores de migrantes, principalmente hacia Estados Unidos.
Sin embargo, en este contexto, destaca el caso de Chiapas que en las últimas dos décadas ha visto crecer de forma sostenida su dependencia de las remesas como principal fuente de ingresos para gran parte de su población. En el año 2024, el estado recibió más de 5 mil millones de dólares en remesas, lo que representa una cifra sin precedentes en su historia. Lejos de ser una señal de desarrollo, este fenómeno evidencia una profunda crisis estructural que ha empujado a generaciones de chiapanecos a migrar en busca de lo que su tierra no les ofrece: trabajo digno, acceso a servicios y mayores oportunidades de desarrollo.
El primer factor que explica este fenómeno es el estancamiento económico. Chiapas, pese a su riqueza natural y diversidad productiva, ha sido uno de los estados con menor crecimiento del PIB del país. La inversión pública, cuando existe, ha estado más orientada a obras de baja rentabilidad social que al fortalecimiento de las cadenas productivas o a la innovación tecnológica. A ello se suma un mercado laboral informal y precario: más del 70% de la población ocupada carece de prestaciones o seguridad social.
Frente a esta realidad, la migración se ha convertido en una estrategia de sobrevivencia. Las redes migratorias establecidas desde los años 90 han facilitado la salida de nuevas generaciones hacia Estados Unidos o hacia los estados del norte de México. Con ello, las remesas han pasado de ser un ingreso complementario a una base de sustento económico, permitiendo a muchas familias acceder a alimentos, educación, vivienda y servicios básicos que el Estado no garantiza.
Aunque las remesas brindan alivio económico inmediato, su masiva presencia ha generado efectos secundarios preocupantes. Por un lado, se ha debilitado el tejido productivo local: muchas comunidades han abandonado actividades agrícolas porque reciben ingresos más altos del exterior. Por otro lado, se ha consolidado una cultura de dependencia, donde las expectativas de progreso se colocan fuera del estado y no en el fortalecimiento de la economía local.
Además, las remesas están sujetas a factores externos: recesiones económicas, políticas migratorias o incuso el tipo de cambio. Un giro en cualquiera de estas variables podría provocar una crisis humanitaria en regiones enteras que hoy dependen de estos ingresos.
Reducir la dependencia de las remesas no significa rechazarlas, sino transformarlas en una palanca de desarrollo. Esto exige una política pública que promueva la inversión productiva local, el acceso al crédito, la tecnificación del campo, y el fortalecimiento de cooperativas comunitarias. Asimismo, es urgente que el gobierno estatal deje de depender del asistencialismo y fomente el empleo formal, el emprendimiento y la infraestructura estratégica.
Chiapas no puede seguir dependiendo del dinero que sus jóvenes envían desde Estados Unidos. Lo que necesita es una estrategia de desarrollo que ponga fin a la migración forzada y recupere el derecho a vivir dignamente en el lugar de origen. RDM