* En esta involución a la que ahora se entrega el México bueno y sabio, es necesario observar la función de lo que René Bartillac llama, como su ensayo, La prensa canalla, comunicadores y medios entre los que no todos son Héctor de Mauleón o Raymundo Riva Palacio o Beatriz Pagés o Guillermo Ortega Ruiz, sino que la mayoría se mimetizan con Carlos Pozos, Jesús Ramírez Cuevas, Jorge Zepeda Patterson, y esos moneros de La Jornada que olvidaron la dignidad que, en su momento, los caracterizó
Gregorio Ortega Molina
Lo que pareció ser un juego de palabras, una ocurrencia del señor López, un chascarrillo político, desde el último primer domingo de junio de 2025 quedó convertido en pesada lápida de las garantías constitucionales, pues efectivamente resulta que la ley dejó de ser la ley.
Lo que la sociedad tiene enfrente y como futuro inmediato, es el paramo de la legalidad, y lo lograron con los pasos contados, desde la prisión preventiva oficiosa, la reforma absurda del Poder Judicial, la sumisión absoluta del Legislativo, la sujeción del INE, la supresión de los organismos autónomos -sobre todo de la transparencia-, el regreso de las fiscalías a la tutela de los Ejecutivos locales y del federal, y la debilidad anímica y de salud de los mexicanos, pues de eso se trata la paulatina desaparición de los medicamentos. Si los necesitas deberás rogar y negociar por ellos con los señores del gran poder.
Están ebrios de grandeza y seguridad política. Tenemos dos ejemplos de lo que se nos viene encima: la actitud de Gerardo Fernández Noroña, quien se sirve de la lay para obligar a un ciudadano a ofrecerle disculpas en un salón de la sede del Senado y ante cámaras y testigos, y el beligerante desafío de Julio Scherer Ibarra, el genio de la extorsión al amparo de la irrestricta lealtad su dios tutelar, Andrés Manuel López Obrador. Entramos a un irreversible proceso de descomposición del Poder Ejecutivo, amparado en la perfecta herramienta para conservar la libertad de ejercer el mando desde la ilegalidad: corrupción combinada con impunidad.
En esta involución a la que ahora se entrega el México bueno y sabio, es necesario observar la función de lo que René Bartillac llama, como su ensayo, La prensa canalla, comunicadores y medios entre los que no todos son Héctor de Mauleón o Raymundo Riva Palacio o Beatriz Pagés o Guillermo Ortega Ruiz, sino que la mayoría se mimetizan con Carlos Pozos, Jesús Ramírez Cuevas, Jorge Zepeda Patterson, y esos moneros de La Jornada que olvidaron la dignidad que, en su momento, los caracterizó.
Lo cierto es que quienes pretendimos tener dos dedos de frente, nos dejamos sorprender y nos agarraron con la voluntad y aquellito entre el cierre de las puertas que puso punto final a una era de ingenuidades, para ingresar a la de las perversidades. Esto va a reventar, desconozco si tarde o pronto, pero costará sangre, a menos de que la razón asista a la doctora Sheinbaum Pardo.
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@OrtegaGregorio