* Las palabras elegidas para lograrlo, así como los conceptos usados para inducir el odio de unos en contra de otros, son algo más que afortunados, porque el pueblo así lo quiere, para hacer -definitivamente- a un lado a las mafias del dinero, a los jueces corruptos, a los cárteles de la toga, esos administradores de justicia que liberan a sus socios, porque a los integrantes del Ejecutivo no les conviene que se haga público que son ellos los que determinan quiénes sí y quiénes no salen libres de polvo y paja, pues el secreto original está en el modo de integrar las carpetas de investigación
Gregorio Ortega Molina
Severo López Mestre pone en mis manos el ensayo La prensa canalla, de René Bartillac. Su lectura facilita la comprensión de la dosis de audacia de Andrés Manuel López Obrador, y la verdadera utilidad de las charlas -porque no fueron y no son conferencias de prensa- para inducir la desinformación y sembrar el odio entre mexicanos, lo que a su proyecto de poder facilita el camino, porque todavía está en proceso.
Escribe Bartillac: “En efecto, los modelos que llegan desde el televisor y forman la psiquis, no sólo de los niños, son sumamente visibles en la vida cotidiana…. <<la construcción de nuestra imagen del mundo se realiza cada vez más a través de los medios, que a su vez proporcionan una imagen del mundo: por consiguiente, nuestro concepto de realidad nace -según nuestra proporción de consumo de los medios- así mismo de experiencias mediatas y no tan solo de experiencias inmediatas>>.
“Es evidente que en el mundo actual, especialmente en las grandes ciudades, las experiencias inmediatas de las personas son muchísimas menos que las experiencias mediatas, o mediáticas.
“La cuestión no sería preocupante si los medios no se dedicaran, como lo hacen, a construir una realidad a su medida (pienso en lo que les exigen desde la silla del águila), y que coincida con sus intereses. Una realidad no plural y unidireccional, que no sólo es ficticia, sino que también le escamotea al ciudadano la posibilidad de elegir y de tomar sus decisiones sensata y libremente”.
Las palabras elegidas para lograrlo, así como los conceptos usados para inducir el odio de unos en contra de otros, son algo más que afortunados, porque el pueblo así lo quiere, para hacer -definitivamente- a un lado a las mafias del dinero, a los jueces corruptos y a los cárteles de la toga, esos administradores de justicia que liberan a sus socios, porque a los integrantes del Ejecutivo no les conviene que se haga público que son ellos los que determinan quiénes sí y quiénes no salen libres de polvo y paja, pues el secreto original está en el modo de integrar las carpetas de investigación.
¿Qué pueden decirnos los estudiosos de la imagen, los lingüistas, los conocedores del lenguaje corporal? La inducción del odio es puntual, precisa, como lo muestran los resultados electorales del Poder Judicial.
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