Rodolfo Villarreal Ríos
En esta ocasión, habremos de revisar uno de los pasajes contenidos en el volumen titulado La Instrucción Pública en México escrito, en 1875, por el abogado y político juarista, veracruzano de origen, Juan Díaz Covarrubias. Sin embargo, antes de entrar en la materia, vale realizar un apunte al calce. Este personaje era hermano de uno de los Mártires de Tacubaya, el poeta y escritor, Juan Díaz Covarrubias quien a los veintidós años fuera asesinado, el 11 de abril de 1859, por órdenes de la escoria llamada Leonardo Márquez. En el libro referido, se realiza un análisis sobre el estado que guardaba la instrucción en México a nivel nacional y por cada uno de las entidades federativas tras de que dieciocho años antes diera inicio el proceso de construcción de la Nación, mismo que se vio interrumpido por la Guerra de Reforma y la visita indeseada del barbirrubio austriaco.
Pero en cuanto echaron a este último, LOS HOMBRES DE LA REFORMA se abocaron a revertir el tiradero que dejaron tres siglos y medio durante los cuales la instrucción estuvo en manos de la curia católica que únicamente generó analfabetismo, ignorancia y superchería, eso sí en medio del aprendizaje de cánticos religiosos. En todo ello, iba inmersa la condena para que las mujeres no tuvieran acceso a la educación formal, una perspectiva que los Liberales no compartían y actuaron en consecuencia para empezar a revertirla. Veamos en donde iban.
Si bien el estadista Juárez García tomó medidas para que las mujeres tuvieran acceso a la educación formal, los avances no se dieron lo rápido que se deseaba. Muchos eran los atavismos que prevalecían y los machos, de esos que aún existen, buscaban a toda costa evitar que las integrantes del sexo femenino se desarrollaran intelectualmente.
Revisaremos el apartado que Díaz Covarrubias tituló “Instrucción Superior del bello sexo en la República”, así íbamos a denominar esta colaboración pero nos abstuvimos para no dar pie a que se nos calificara de misóginos-retrógrados. Pero antes hemos de mencionar que aquellos días, un total de 349 mil niños acudían a las escuelas primarias que totalizaban 8103, de las cuales 5800 eran públicas y 1876 patrocinadas por privados entre las cuales estaban 117 religiosas. Con respecto a quienes acudían a dichas escuelas, se indicaba que “de la cifra total de niños que, según hemos visto, concurren a las escuelas de la República, setenta y siete mil, es decir, algo más de una quinta parte, es de niñas, y las cuatro quintas partes de niños”.
Asimismo, cabe señalar que, en 1875, “por cada cuatro escuelas para niños, solo hay una para niñas, pudiendo deducirse de esto que uno y otro sexo ocurren a recibir la enseñanza en la proporción que se les facilita”. Si bien Díaz Covarrubias señalaba que ello era del interés por la educación de las niñas, estimamos que más bien era un reflejo de una sociedad cerrada empeñada en minimizar la importancia que la instrucción tiene en el desarrollo como personas de las integrantes del sexo femenino. Y si a nivel básico prevalecía un ambiente de limitantes, ello necesariamente tenía que reflejarse al momento de incursionar en la instrucción superior.
El Liberal veracruzano mencionaba que “…en este problema [el del acceso de la mujer a la instrucción superior], ningún dato o aspecto nuevo ofrece la República al de los tratados por otras naciones más cultas”. Enfatizaba que “sí sólo se trata de dar a la mujer una instrucción superior que eleve su categoría intelectual en la sociedad, casi todos los pueblos, si se exceptúan los de Oriente, han convenido ya en la importancia, o más bien, en la necesidad y la justicia de incorporar a la mujer en el movimiento intelectual del mundo, dotándola de conocimientos que eleven su carácter y hagan provechosa su justa influencia en la sociedad”. Pero una cosa era reconocer y otra poner eso en práctica ya que “si se trata de la instrucción para ejercer carreras profesionales, las costumbres y la civilización actual, más que cualesquiera otras consideraciones, han impedido que la mujer tome participación en los trabajos científicos que hasta hoy han parecido reservados solamente al hombre”. Tras de ello, procedía a dar ejemplos de lo que prevalecía en otras latitudes.
Señalaba que “quizá el ejemplo de algunas universidades de Europa, que abren sus puertas a la mujer para la carrera de la medicina; quizá las tendencias que en igual sentido se marcan en los Estados Unidos; quizá, lo que es más probable, la subdivisión que tiene que determinarse en el ejercicio o de varias profesiones que ya van siendo demasiado vastas , vengan a resolver de una manera práctica la aptitud de la mujer para otro papel y para otros trabajos que los que hasta aquí ha desempeñado, y muchos de los cuales han contribuido más a abatirla que a elevarla”.
Aquí, se puede apreciar como aún los Liberales no podían dejar de lado los atavismos prevalecientes. Para que no haya duda, leamos esto: “Aunque las cualidades de carácter de la mujer, sean distintas de las del hombre, sobre unas y otras puede brillar la inteligencia; esta será la que determine cómo y en qué proporciones puede el bello sexo figurar en el mundo de las ciencias, sin abandonar su cardinal hegemonía, la del hogar doméstico”. Tras de plantar eso como “un no me olvides”, Díaz Covarrubias procedió a describir cuantos centros de enseñanza existían y como se distribuía la participación de los alumnos en función del género,
Reiteraba “que la instrucción primaria se ofrece en México a las niñas en una proporción mucho menor que a los niños, pues por cada cuatro escuelas para los segundos, hay una para las primeras, y la asistencia de los dos sexos a ellas, guarda igual proporción. En la instrucción superior o secundaria que se da en nuestro país al bello sexo, se observa una relación semejante, pues siendo setenta y ocho los colegios para la instrucción superior de los jóvenes (inclusive los Seminarios Eclesiásticos), son quince los establecimientos que hay en la República para la enseñanza superior de las mujeres, incluyendo también entre ellos uno que dirige el clero y los Conservatorios de Música de Yucatán y del Distrito Federal”.
En lo concerniente a cuantos recibían la enseñanza, indicaba que “igual proporción se nota entre la asistencia de uno y otro sexo a recibir la enseñanza superior, pues, según hemos visto, la concurrencia de hombres es de 9,337 a los Colegios civiles, y de 3,800 a los eclesiásticos, y el total de las niñas que concurren a los establecimientos superiores para su sexo es de 2,300”.
En cuanto a la distribución geográfica, pocas eran las entidades federativas en las cuales, en 1875, se contaba con “colegios para la instrucción superior del bello sexo”. Estos eran “Durango, Guanajuato, Jalisco, Oaxaca, Sinaloa (colegio particular), Veracruz y Yucatán; es digno de llamar la atención que solo Veracruz tiene cuatro. En el Distrito Federal hay igualmente cuatro”. Con esta oferta educativa, no era factible esperar que, a nivel nacional, se rompiera el cerco que limitaba el acceso de la mujer al conocimiento. A ello, se agregaba algo más.
“La instrucción superior que en estos Colegios se da al bello sexo, no es precisamente una instrucción científica fundamental, pues con excepción de la Escuela de Artes y Oficios del Distrito, donde se enseñan la física y la química industrial , y del Colegio de Durango donde debían fundarse en el presente año ( 1875 ) , los estudios de física y química generales , según los informes remitidos por aquel gobierno, en los demás , la enseñanza se limita en la parte científica , a las matemáticas la teneduría de libros, y la higiene doméstica, agregándose a éstos estudios la horticultura práctica, la historia universal , los idiomas vivos , la música, la pintura ,ciertas labores femeniles (costura, bordados , tejidos , &c.) y algunas pequeñas artes industriales .Es de notarse sin embargo , el buen espíritu en favor de la educación de la mujer y puede asegurarse que localidad de la que se le da en México , no es inferior a la que recibe en Europa, aunque en aquel continente esté más generalizada”. Ese tipo de preparación podríamos, hoy en día, calificarla de cultura general, pero era 1875 y las resistencias seguían vigentes.
Acto seguido mencionaba cuán limitado estaba el espectro respecto a las profesiones disponibles para que las mujeres se incorporaran, “las únicas que en México, como en la generalidad de las naciones, ha optado la mujer, son la de obstetricia y la de profesora de primeras letras; para ambas se les expide título, según la leyes; pero una y otra son con frecuencia ejercidas sin este requisito”. Respecto a los profesionales de la enseñanza, Díaz Covarrubias mencionó algunos datos que podrían explicar la problemática que se vivía en los terrenos educativos, los cuales tenían su origen desde los niveles de instrucción primaria.
“En la República hay ocupadas más de ocho mil personas como preceptores en las escuelas primarias. De estas, solo una cuarta parte son mujeres y sirven las escuelas de niñas y el corto número de las escuelas mixtas”. Ni siquiera en una de las dos profesiones mayormente demanda por el sexo femenino, su presencia era significativa. Aunado a ello, existía otro problema que se menciona en el libro en comento, se carecía de “datos precisos para calcular cuántas de estas personas son profesores titulados, o al menos que aun cuando no tengan título merezcan este nombre por haberse dedicado a los estudios especiales y delicadísimos de esta carrera. No podemos dejar de consignar y explicar un hecho estadístico conocido de todos: de las escuelas primarias de la República, solo una minoría están servidas por profesores”. Respecto a los motivos que generaban ésta situación existía una explicación.
“¿Y cómo podría ser de otro modo, cuando ni hay Escuelas Normales para formarlos y sobre todo, cuando los sueldos que pueden disfrutar son generalmente tan miserables que no bastan ni aun para las necesidades de una vida modesta? Son excepcionales los Estados de la Federación, donde los sueldos de algunos profesores llegan a $ 80 al mes; hay en cambio muchos donde el máximum es de $50, y hay todavía más donde el sueldo medio es de $ 30. Pero estos sueldos son para los profesores de primera categoría; si se trata de los maestros de escuela en los pueblos pequeños y aldeas, hallamos sueldos de $ 10, de $ 8 y $ 6 al mes”. Como se puede observar, el problema de los pagos al magisterio es un tema que no nace ahora, aun cuando debemos de precisar que entonces quienes se dedicaban al magisterio hacían de él un apostolado, los de ahora, representados por la CNTE, nada tienen que ver con los de entonces, ni tienen compromiso, ni están respaldados por conocimientos en asuntos pedagógicos, ni de ningún otro tipo. Pero volvamos a los asuntos de la educación de la mujer en el Siglo XIX.
Estamos ciertos de que el texto que reproduciremos a continuación, hoy en día daría motivo a calificativos derogatorios de todo tipo hacia el emisor, pero no debemos de olvidar que se originó en el Siglo XIX en el entorno de una sociedad que se resistía reconocer a la mujer como un ente pensante. Bajo esa perspectiva, Díaz Covarrubias apuntaba: “En nuestro concepto, no es en las carreras profesionales donde está la importancia de la educación de la mujer. El hecho de que en todas partes, dar al bello sexo una educación de éste carácter guarda todavía el estado de problema, es un indicante seguro de que no se marca la necesidad social de compartir con la mujer la alta dirección de la inteligencia y de la actividad, ya que tienen por derecho propio la del sentimiento.
El mismo retraimiento de la inmensa mayoría de ellas , aun en las clases selectas, para tomar parte en las funciones sociales de los hombres de las esferas de la actividad varonil, es quizá el dato fundamental para juzgar que su organización fisiológica, su lugar en la sociedad las llaman a otra misión distinta , que no por ser menos ostensible deja de ser de una trascendente importancia social; la formación de la familia, la influencia moral sobre el hombre y de este modo la influencia permanente en todas las evoluciones de la sociedad”. El clásico justificante, detrás de un gran hombre, hay una gran mujer,… pero escondida.
“Esta misión y la de la educación materna, que es de la que el niño recibe sus primeras impresiones, sus primeras ideas y su primer conocimiento de las cosas y de las leyes que rigen al mundo, bastan para fundar la imprescindible necesidad de cultivar el espíritu de la mujer con una instrucción superior conveniente, no para encargarle los ejercicios profesionales de los hombres, sino para no dejar en manos de una inteligencia vulgar la primera educación de la niñez. En este sentido, la instrucción superior del bello sexo es uno de los fundamentos de la ilustración de un pueblo y nunca podrá parecer prematuro, darle la preferencia que por este título le corresponde”. Ni quien dude que la influencia de la madre es fundamental en el desarrollo de los hijos, pero ello no implica que vaya y se prepare intelectualmente para después se dedique exclusivamente a la crianza.
Como se ha demostrado en nuestros días, la labor profesional de la mujer y el cuidado de los hijos son perfectamente compatibles. Entre mayor preparación tengo la madre, más importante es su participación en labores de esposa y progenitora, el poseer intelecto y preparación profesional necesariamente habrá de generar resultados positivos. Pero entonces era el Siglo XIX y los atavismos estaban ahí de manera tan arraigada que aún en nuestros días hay quienes confunden los numerales y creen que el XXI es similar al XIX, mientras se resisten en aceptar que la igualdad de oportunidades debe de darse en función del intelecto y no de si se portan cromosomas XY o XX. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.27.91) Muy propio que López –Gatell haya sido enviado a la OMS, ahí estará en su elemento. En tal chiquero, se encontrará con tipejos de laya similar. No olvidemos que quien la dirige, Tedros Adhanom Ghebreyesus, es un lacayo de China tal y como lo demostró cuando negó una y otra vez que el Covid -19 se hubiera originado en un laboratorio de ese país.
Añadido (25.27.92) En España envían a prisión al fulano que traficó influencias para apoyar a Pedrito Sánchez. En México, sujetos de calaña equivalente son enviados a la OMS y a la UNESCO como representantes del país. A la par, otros del mismo grupo descansan en casa plácidamente, mientras que se abanican con objetos de color verde. ¿Serán abanicos de palma o billete$?
Añadido (25.27.93) Cualquier persona racional supondría que alguien quien habla, sin parar, durante ocho horas y cuarenta y cuatro minutos, lo hace porque plantea una propuesta alternativa a la presentada por el presidente Trump. Dicha lógica, sin embargo, no aplica al líder de la minoría en el Congreso estadunidense, Hakeem Jeffries, Representante Demócrata por el Octavo Distrito de New York, quien se pasó todo ese tiempo sin decir nada que valiera la pena, excepto exaltar el pedigueñismo y el pobretismo hasta el punto de exhibir que tiene madera para ser exportado e incorporarse como miembro de la $-T.
Añadido (25.27.94) Los Demócratas traen atravesado el TACO en el gaznate. ¿Pues no que era pura habladuría y nada de acción?
Añadido (25.27.95) Es por demás, no importa si actúan en calidad de titular o interinos, los rectores de Columbia University son promotores fervientes del antisemitismo. Ahora fue la encargada del puesto, Claire Shipman, a quien le descubrieron su personalidad real. Tuvo que salir a disculparse arguyendo que cuando escribió su andanada antisemita “estaba bajo mucha presión… y por ello cometió ese error”. Para curar ese mal hay un remedio, irse a su casa para descansar. Mientras tanto 400 millones de dólares de apoyo federal para esa institución siguen congelados.