LATITUD MEGALÓPOLIS
PERFIL DE MÉXICO
Armando Ríos Ruiz
Desde muy joven comencé a escuchar que el hombre más y mejor informado era el Presidente. Hoy es diferente. Con demasiada frecuencia he escuchado a nuestra Primera Mandataria contestar las preguntas de algunos reporteros, de los que logran entrar a formular preguntas serias y no sembradas como el resto, que no sabe nada del tema.
El más reciente caso es el de Julio César Chávez junior. Le preguntaron qué sabía de su caso y respondió que no estaba enterada, cuando todo México sabía que había sido detenido en Estados Unidos por la comisión de muchos delitos. Entre otros, el de tener ligas muy estrechas con el cártel de los chapitos, para el que trabajaba con las herramientas que demostró saber usar arriba de las arenas de box, con los puños que son muy poderosos en un profesional.
Pero la ignorancia presidencial fue más allá. La Fiscalía General de la República informó gracias a que se difundió la noticia, que desde 2019 se había presentado una denuncia en contra del pugilista, por el delito de delincuencia organizada y tráfico de armas. La orden de aprehensión aún está vigente y la pregunta obligada es: ¿por qué no fue detenido? La respuesta de la Presidente fue que, porque pasaba mucho tiempo en Estados Unidos. ¡Vaya impedimento!
También Alfredo Ríos Galeana, en su tiempo el delincuente número uno de México. El policía que se convirtió en asaltabancos y se fugó en un par de ocasiones de diferentes reclusorios, tuvo la idea de ir a vivir igualmente a Estados Unidos de manera absolutamente discreta, en donde observó una conducta intachable para pasar desapercibido. Un telefonema que le hicieron desde México fue la pista para dar con su paradero y nuestra policía, la de aquellos tiempos tan denostados hoy, hizo los arreglos necesarios para traerlo.
La orden de aprehensión contra Julio César ahí está, ya inservible, porque como suele suceder ahora y que por cierto ha llenado de esperanzas a un sector muy importante de nuestra población, el trabajo que aquí se niegan a hacer, fue hecho por las instancias de gobierno de nuestros vecinos.
El título de esta columna fue sugerido sin querer, por un político que dijo en una plática con analistas, que las autoridades de la Unión Americana estaban hoy en una posición de: “si ustedes no quieren cooperar, yo lo hago solo.” Y como apunté líneas arriba, esta postura ha creado esperanzas en que México pudiera desembarazarse de uno de los flagelos más preocupantes y peligrosos de los últimos tiempos, o de las bandas de delincuentes que asuelan casi todo el territorio nacional, sin que las autoridades vislumbren la más remota solución.
Hace muchos años, cuando Julio César Chávez padre era una de las figuras más luminosas en el terreno del deporte, por su habilidad para conquistar muchos títulos, que le ameritaron ser señalado en el país del norte como el mejor peleador del mundo, libra por libra, hubo quien quisiera ligado al mismo cártel. No obstante, jamás se le descubrió nada.
Es muy común que en la provincia mexicana. En los pueblos, todos se conozcan y muchos hayan sido amigos desde la infancia, por coincidir en las escuelas o simplemente porque en el momento menos pensado se establecen amistades sólidas. El boxeador vivió esas experiencias y lo más seguro es que haya sido amigos de quienes optaron por tomar el camino equivocado.
El caso del vástago es diferente. Antes a esta detención ya había sido aprehendido en 2024, en Los Ángeles, por poseer ilegalmente un rifle de asalto. La policía encontró en su casa el arma, imposible de rastrar porque no había sido registrada legalmente. Su mismo padre lo confirmó en comunicado en redes sociales que decía: “Pido su comprensión, por temas jurídicos no podemos dar más información. Su abogado Guadalupe Valencia está en este momento con él”.
Preguntamos: ¿será el único caso de falta de cumplimiento de una orden de aprehensión o la Fiscalía General de la República o la de la Ciudad de México tiene otras que duermen el sueño de los justos?
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