Ricardo Del Muro / Austral
La primera vez que escuché la voz de Billie Holiday fue en el programa “Panorama del Jazz” que conducía Juan López Moctezuma en Radio UNAM. Estudiaba en la Prepa 8 de Mixcoac y en las tardes, mientras cumplía con las tareas escolares, escuchaba este programa que para muchos jóvenes fue una experiencia iniciática.
En una época (los setentas), en que no existían las plataformas de streaming y la radio comercial de la Ciudad de México se limitaba a las radionovelas de la XEW, el Fonógrafo del Recuerdo, la música ranchera, las baladas de Radio Mil y un par de estaciones de rock como Radio Éxitos y la Pantera, el programa Panorama del Jazz, conducido por Juan López Moctezuma y Germán Palomares Oviedo, fue semejante a una clase magistral de jazz para expertos y neófitos.
El programa iniciaba con una breve reflexión o cita literaria, con un fondo de jazz. Se establecía un atmosfera íntima, casi ceremonial y después se escuchaba la voz de López Moctezuma o Palomares Oviedo que anunciaban al artista que escucharíamos esa tarde. Palomares Oviedo solía intervenir entre cada melodía para ofrecer una breve semblanza biográfica del músico, algún detalle sobre la grabación del disco y sus particularidades estilísticas.
Así fue como escuché por primera vez la voz de Billie Holiday. Los expertos dicen que nadie ha cantado como ella. No exageran. Su voz es inconfundible. Billie Holiday cuyo verdadero nombre era Eleonora Fagan Gough, nació en 1915 y falleció el 17 de julio de 1959 en el Hospital Metropolitano de Nueva York. Tenía 44 años y murió prácticamente en la indigencia. Sin embargo, Lady Day, como la llamaba el saxofonista Lester Young, tal vez, es la cantante más venerada e influyente del jazz y el blues – y que conste que hay grandes divas en estos géneros musicales –.
La revista Time nombró su grabación de 1939: “Strange Fruit” la mejor canción del siglo XX. “En esta triste y sombría canción sobre los linchamientos en el Sur – señaló un artículo de la revista en 1999 – la mejor cantante de jazz de la historia se reconcilia con la historia misma”.
En 1972 se estrenó la película Lady Sings the Blues, sobre la vida de Billie Holiday, protagonizada por Diana Ross, que en México la titularon “El ocaso de una estrella”. La cinta no sólo fue un hito en la carrera de Diana Ross, sino también un evento clave para la reivindicación de la figura de Billie Holiday en el contexto de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.
Billie Holiday había muerto en 1959, es decir, 13 años antes de que se estrena la película, tras una vida marcada por el racismo, la adicción a las drogas y el alco Billie Holiday había muerto en 1959, es decir, 13 años antes de que se estrena la película, tras una vida marcada por el racismo, la adicción a las drogas hol, la violencia y el acoso de las autoridades estadounidenses. Aunque era una cantante reconocida entre músicos y melómanos como una de las grandes voces del jazz, su nombre era prácticamente desconocido para la mayoría de los radioescuchas y aficionados a la música popular.
Lady Sings the Blues —titulada como la autobiografía de Holiday, publicada en 1956— vino a rescatar y rehumanizar su historia ante una nueva generación. Lo hizo desde la sensibilidad de la época, con una narrativa dramática, estilizada y cargada de emotividad, pero también con un mensaje claro: Billie Holiday no sólo fue una mujer negra y una gran cantante, sino también una figura influyente en la lucha por los derechos civiles, especialmente por su canción “Strange Fruit” que abordaba la violencia racial.
La elección de Diana Ross, conocida hasta entonces como la voz líder de The Supremes, fue vista con escepticismo por muchos. Sin embargo, su interpretación fue una sorpresa poderosa. Ross no imitó la voz de Billie Holiday, pero logró transmitir su vulnerabilidad, su rabia contenida y su elegancia herida. Su actuación fue tan impactante que le valió una nominación al Oscar como Mejor Actriz —algo inédito para una mujer afroamericana en ese momento, desde Dorothy Dandridge en 1954.
La transformación de Ross en Billie Holiday no solo catapultó su carrera como actriz, sino que también permitió conectar la figura de Holiday con una audiencia joven, especialmente dentro de la comunidad afroamericana, que quizás no había tenido acceso a la música de Lady Day. En ese año (1972), obviamente, se lanzó el disco “Lady Sings the Blues” de Diana Ross que fue un éxito, pero la compañía disquera Atlantic también editó otro disco titulado “Strange Fruit” de Billie Holiday, dedicado exclusivamente para los amantes del jazz.
Los últimos diez años de la vida de Billie Holiday recientemente fueron recordados en la película The United States vs. Billie Holiday (titulada en español Estados Unidos contra Billie Holiday) de 2021. Dirigida por Lee Daniels y con guion de la premiada Suzan-Lori Parks, la película está basada en el libro Chasing the Scream de Johann Hari. Andra Day interpreta a Billie Holiday, en un relato centrado en sus conflictos con el racista comisionado del Federal Bureau of Narcotics, Harry Anslinger (interpretado por Garrett Hedlund), quien la persiguió por su interpretación de la canción Strange Fruit.
La trágica historia de Billie Holiday, que ha sido relatada en muchas ocasiones, señala que en sus últimos días, la cantante fue internada en el Hospital Metropolitano de Nueva York a causa de una cirrosis avanzada. Todavía tuvo fuerza para hablar con un reportero y anunciar que grabaría nuevas canciones, pero una enfermera encontró polvo blanco en su habitación y, moribunda e inconsciente, la policía la esposó a la cama del hospital por posesión de narcóticos.
En arresto hospitalario, murió de una embolia pulmonar y una infección renal el 17 de julio, hace 66 años. Sus biografos afirman que tres mil personas siguieron su ataúd para ser sepultada en el cementerio de Saint Raymond, en el Bronx de Nueva York. Decían que nadie había cantado como ella. RDM