La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Lo cierto radica en que se trata de un pecado original, antes no había huachicol fiscal
El affaire Adán Augusto López, ha provocado una sacudida enorme al interior de la 4T, desde los radicales como Paco Taibo que piden, tácitamente, su expulsión, hasta los ‘institucionales’ que buscan proteger al tabasqueño.
En medio de lo anterior, se queda la presidenta Sheinbaum quien, a través de malabares retóricos, ni acusa ni exonera al senador, si no, todo lo contrario, es decir, la doctora parece atrapada entre las lealtades y el principio de realidad, que señala al susodicho como un elemento tóxico que está desprestigiando al movimiento.
Si a la señora presidenta le da el síndrome de EPN (el que provoca no entender que no se entiende), vendrán secuelas graves, ya que, al final tendrá que hacer lo que no quiso realizar desde un primer momento: dejar a López Hernández en manos de los fiscales.
Por más esfuerzos mediáticos que la oficialidad haga, el entuerto no pasará al olvido, todos los días nos enteramos de más detalles acerca de cómo operó el tema del huachicol fiscal, el fenómeno está harto documentado, lo mismo por la Inteligencia nacional, que por agencias estadounidenses.
La narrativa del ‘nosotros no somos iguales’, se derrumba a pasos agigantados y no se vislumbra que, desde Palacio Nacional, intenten frenar el desaguisado. Sin duda, el asunto es complejo, no obstante, lo que está en juego es el mentado ‘2° piso’. Es lo que hay.