La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Hay ocasiones, en que el juicio de los diputados, coincide con el de la Historia
Heberto Castillo Martínez, fue, es y será, un hombre ilustre ubicado en el espectro ideológico de la izquierda. Además, de científico y docente connotado, el ingeniero siempre estuvo comprometido con las mayorías empobrecidas, a lo que se suma, su enorme urbanidad política.
Por ello, que este año el Congreso de Veracruz, otorgue la medalla que lleva su nombre, a la maestra Gloria Sánchez Hernández, es una decisión impecable, que tiene un doble sentido: honra a la galardonada y honra a los legisladores por su acertada decisión, un círculo virtuoso.
La maestra Gloria, al igual que Heberto, se formó en la izquierda, no es una conversa, siempre supo lo que buscaba, por lo tanto, más allá de sus logros en las Ciencias de la Educación, amplios y documentados, el galardón es un reconocimiento a la congruencia entre el ser y el quehacer, la trayectoria sin dobleces.
Personas, como la mencionada, son necesarias, porque, parafraseando a Brecht, luchan toda la vida, lo que las vuelve imprescindibles. Reconocerlo es un acto de justicia.
Así pues, con este homenaje, ganamos todos, ya que, en un entorno tan crispado por los ‘ismos’, lograr un consenso sin aspavientos (42 votos a favor), no es un asunto menor.
Esperemos que la maestra, caracterizada por su sensibilidad, pugne por mejorar y reubicar la deslucida estatua del gran Heberto, sería un amoroso, a posteriori, quid pro quo.