Juan-Pablo Calderón Patiño / Javier Roldán Dávila
La administración de la presidenta Sheinbaum, estableció dentro de sus políticas de desarrollo industrial, el impulso de los llamados ‘Polos del Bienestar’, mismos que, en términos prácticos, están llamados a convertirse en enclaves o regiones económicas especializadas en ciertas áreas de producción integradas a la economía global. El puerto de Tuxpan es uno de los elegidos.
En este contexto, Tuxpan es el Puerto de Altura más cercano al Valle de México, lo que le da una ubicación estratégica primordial, sin embargo, dicha circunstancia no ha sido determinante en el desarrollo productivo de la zona, por lo que, la propuesta de darle un impulso definitivo, como un Polo del
Bienestar, debe ser bien estructurada para que no se convierta en un intento fallido.
Así pues, existen las condiciones para que sea incorporado a la red de interconexión logística de la poderosa industria automotriz de México, lo que implica ser el sexto productor global de vehículos ligeros, además de ser el principal proveedor de vehículos y autopartes al mercado de la Unión Americana.
En una explicación sucinta, podemos decir que los escenarios en la primera década del siglo XXI eran que, hasta antes la primera presidencia de Donald Trump y de la crisis de la pandemia, México se convertiría en el quinto productor de vehículos en el orbe superando a India y Corea del Sur. El objetivo de la meta planteaba que el país tendría capacidad de producir más de 5 millones de automotores.
Logrado lo anterior, la pregunta clave fue: sí de las más de 5 millones de unidades al menos se exportarían 4.3 millones ¿Cómo se enviarían?, ya que, la red de puertos está sufriendo diversas crisis entre agotamiento de infraestructura, tráfico e incluso tensión por movimientos sociales como el caso del cierre de vías rumbo al puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán.
En este sentido, Tuxpan, no por la subrayada razón de ser el puerto más cercano a la CDMX, sino por su capacidad de crecimiento y articulación con Nuevo León y el Bajío, además, de su viabilidad de expansión (asunto no menor frente a la saturación del Puerto de Veracruz y en menor medida de los puertos tamaulipecos), tiene una oportunidad para sumarse con éxito a la industria automotriz, la turbina que genera más divisas para el país superando, insistimos, al petróleo, el turismo y las remesas.
Bajo esta lógica, Tuxpan puede desarrollar su potencial de crecimiento aprovechando su vocación energética, para con ello privilegiar el desarrollo de un centro de estudios sobre la transición energética en la movilidad y donde, insistimos, no es necesario que se instalen armadoras automotrices, pero sí, en el marco del tema señalado, compañías globales que trabajen la propulsión y desarrollo de nuevos motores y formas de movilidad. Ante el agotamiento de terrenos en ‘El Bajío’ y en Nuevo León, Tuxpan puede impulsar un ecosistema profundo para el aterrizaje de esas inversiones.
Sin embargo, aunado a lo anterior, existe un factor estratégico que influye en cualquier desarrollo de la región y consiste en que las exportaciones automotrices se hacen por el Golfo de México, pero, las importaciones, en su mayor parte, se reciben por el Pacífico. Lo que nos indica que, la “desoccidentalización” del comercio global, tiene un impacto regional. Sí Estados Unidos fue el primer proveedor de vehículos nuevos a México hace más de 20 años, después fue Brasil en la última década. En la actualidad, India y China, han sido los principales países proveedores de vehículos ligeros para el mercado mexicano, el décimo tercero a nivel global.
Con base en lo señalado, la primera obligación para las inversiones en Tuxpan, consiste en aplicar una lógica trilateral que incluya a los Estados Unidos por el fluido de gas natural y, a Canadá con la infraestructura de TC Energy. En segundo término, se debe privilegiar una diversificación con capitales asiáticos y europeos, porque después de todo, otra de las bondades de Tuxpan, es su enlace con los centros neurálgicos automotrices de México (con inversiones japonesas y europeas), virtud que no tiene la lejanía de Tehuantepec (un potencial competidor), donde, prácticamente, la infraestructura es inexistente más allá de las vías del ferrocarril.
A pesar de todo los elementos positivos, esta diversificación estará pendiente de crear certidumbres sólidas, por la lamentable guerra de aranceles a la que se sumó México recientemente, contra países con los que no tiene acuerdos comerciales. Para muchos pasa inadvertido que el golpe no sólo es a China sino también a países como Corea del Sur que a diferencia de los chinos tiene en Pesquería, Nuevo León, una armadora automotriz de miles de millones de dólares de inversión. Los surcoreanos interesados en ampliar su participación en Tuxpan, pensarán dos veces su inversión por el trato de México que intenta aplicar aranceles a las importaciones automotrices provenientes de ese país. Por estas razones es importante revisar con lupa la estrategia del gobierno federal, para que engarce con los esfuerzos locales y estatales, porque se corre el riesgo de desvanecer oportunidades serias de inversión.
Otra opción sostenible, ante el problema de espacio en otros puertos, consiste en impulsar las capacidades para desarrollar centros de distribución para la zona Golfo de México y Centro del País, lo que permitiría desahogar considerablemente las operaciones con una mayor eficiencia operativa en dos vertientes: la exportación, pero también la importación de automotores para el mercado interno de México. Hoy en día, cerca del 70% de los vehículos que se venden en México son importados. La lucha arancelaria prevé cambios en el origen de las importaciones y es donde América del Norte y Europa tiene un papel fundamental, debido a que se tienen tratados comerciales con México que serán procesados en las instancias legislativas para su modernización y actualización.
Es importante señalar que, de la mano de los posibles (y viables) proyectos automotrices para Tuxpan, es necesario fortalecer los planes de estudios de sus tecnológicos y escuelas con el propósito de que puedan sumarse los jóvenes egresados a las nuevas capacidades de un puerto del siglo XXI. De la misma manera es deseable instrumentar un programa de desarrollo urbano en materia de vivienda, salud, turismo y esparcimiento que sea capaz de elevar el nivel de vida de los tuxpeños y de los trabajadores especializados y ejecutivos que podrían arribar al puerto.
El “check list” para recepción de Inversión Directa, nacional e internacional, transita desde hospitales hasta infraestructura deportiva, indicadores de gobernabilidad laboral hasta los costos y seguridad del fluido energético, mismos que se deben cumplir y que hoy son competencia en los estados sureños de los Estados Unidos, primordialmente. El reto de seguridad y capacidad de tránsito, es un desafío fundamental para lograr inversiones para el desarrollo de Tuxpan y sus alrededores.
En conclusión, existen las condiciones para que el puerto de Tuxpan fortalezca la viabilidad de su desarrollo productivo, lo cual tendría un impacto positivo en toda la zona norte del estado de Veracruz, no obstante, las políticas de los tres órdenes de gobierno deben estar sincronizadas, con el objetivo de que, en su caso, no se obstaculicen entre ellos mismos, el tema de los aranceles es un claro ejemplo de ello. Tuxpan puede ser un epicentro logístico automotriz, pero también del estudio de la transición energética en la movilidad, trabajar con ese objetivo para incursionar con éxito en el siglo XXI, merece la pena.
@balajucapitan
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