* Es algo que en este modelo político para gobernar no se obtendrá. El caso del huachicol es ejemplo de lo que se hace con la soberanía, la voluntad de cambio y la transformación. Si no lo combaten de fuera, nada ocurrirá. Sancionar por el tráfico ilegal de combustibles no es combatir al narcotráfico. La verdad, entonces, es un juego de palabras vertidas desde el poder, para durar lo que la sociedad resista
* Imposible conocer la percepción que la doctora Sheinbaum Pardo tiene de la corrupción, en sus acepciones tan manipulable como la verdad
Gregorio Ortega Molina
La verdad dista mucho de ser jurídica, filosófica, religiosa… es mutable y pertenece a quienes ejercen el poder. Ellos la acuñan, la inventan, le dan vida de acuerdo a sus necesidades de índole político. Es, en esencia, un instrumento de control, y quienes la determinan y definen, se sienten sus propietarios.
¿Qué significa que Luis XIV afirme el Estado soy yo? Que él es la fuente única y primigenia de lo que pueda ser considerado para gobernar Francia. Por ello en un juicio en contra de mujeres envenenadoras y llamadas brujas, determina que desaparezca toda versión pública, todo rumor, porque afecta a su amante y oscurece la credibilidad de su poder. Pierde autoridad.
La verdad no tiene propietario único. Julio César se da cuenta muy tarde, y pregunta y seguro también se pregunta: ¿Tú también Bruto? Autoridad y verdad tienen fecha de caducidad.
Cristo lo sabe, por ello funda su corriente religiosa en la fe, en el amor al prójimo, en el perdón… deja de lado la imposición de una creencia a rajatabla, de ahí su durabilidad a pesar de las diversas manifestaciones religiosas o interpretaciones del cristianismo derivadas de su predica. Por algo Moisés rompió las tablas de la ley. Los mandamientos se acatan a voluntad, no hay policía que vigile su observancia, pero existe la conciencia y el indicio de verdad revelada, que es la versión definitiva de la realidad.
Pienso en la justicia penal. Puede establecerse una verdad irrefutable para sancionar al infractor. Después de releer Cita con la muerte retomé la novela de Philip Kerr, Una investigación filosófica, como si la verdad fuese una idea inmutable.
El protagonista, como todos los actores en el escenario del poder político, anuncia: “Evito utilizar palabras como crimen, asesinato y homicidio por razones obvias. Las palabras pueden significar cosas distintas. El lenguaje disfraza el pensamiento, hasta el punto de que en ocasiones no es posible determinar la acción mental que lo ha inspirado. Así es que me referiré a esos actos como ejecuciones. Es cierto que no cuentan con la sanción oficial de la ley según el esquema del contrato social, pero la palabra ejecución permite evitar cualquier matiz peyorativo respecto de lo que es (y aquí aparece el pañuelo blanco), después de todo, la obra de mi vida”.
Desde el poder se juega con las palabras, con las ideas, y se reinventa cotidianamente la verdad, de acuerdo al clima social y a las exigencias de quienes son los auténticos soportes económicos de un determinado régimen gubernamental, con o sin pretensiones de transformación. Para que la verdad pueda ser variable el poder necesita ser férreo. Es el origen de la versión de Lampedusa: para que todo permanezca, todo debe cambiar.
La narrativa de Kerr adquiere la dureza del bisturí, y recurre -para lograrlo- a la máxima autoridad educativa:
–Bueno -empezó el rector-. Tanto la investigación policial como la filosofía parten de la idea de que hay una verdad que puede descubrirse. Nuestras respectivas actividades se basan en la existencia de determinados indicios que debemos reunir para construir la verdadera imagen de la realidad. El núcleo de nuestros respectivos empeños es la búsqueda de sentido, de una verdad que, por algún motivo, está oculta. Una verdad que existe detrás de las apariencias…
“Ahora bien, mientras que la comisión de un crimen es algo natural, la tarea del detective al igual que la del filósofo, es antinatural e implica el análisis crítico de diversas presuposiciones y convicciones, así como el cuestionamiento de ciertas presunciones e intuiciones… El fin es el mismo, la búsqueda de la claridad… Ante este tipo de actuaciones la gente se siente insegura y a menudo opone una fuerte resistencia a la tarea que nosotros llevamos a cabo… formular las preguntas verdaderamente pertinentes para llegar a la verdad”.
Es algo que en este modelo político para gobernar no se obtendrá. El caso del huachicol es ejemplo de lo que se hace con la soberanía, la voluntad de cambio y la transformación. Si no lo combaten de fuera, nada ocurrirá. Sancionar por el tráfico ilegal de combustibles no es combatir al narcotráfico. La verdad, entonces, es un juego de palabras vertidas desde el poder, para durar lo que la sociedad resista.
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Imposible conocer la percepción que la doctora Sheinbaum Pardo tiene de la corrupción, en sus acepciones tan manipulable como la verdad.
En esencia corrupción equivale a pudrición. En términos religiosos se refieren a la corrupción de la carne. Asirse a la idea de que corromperse equivale estrictamente al intercambio de dinero ilegal es un engaño, porque hay maneras más perniciosas, graves y dañinas que el embute llano, con o sin intermediarios.
Poner todo el empeño de la autoridad en perseguir y castigar el tráfico de combustibles, como si fuera el Armagedón entre la limpieza administrativa y política en combate abierto con los que se enriquecen de los recursos fiscales, el tráfico de estupefacientes y la venta de los juicios, es un engaño para convertir en verdad que no son como los de antes, sino puros y limpios como un pañuelo blanco.
El hecho es que no hay corrupción más grave y de más profundas consecuencias que la tergiversación de la norma constitucional sustentada en supuesta reformas que el pueblo pide. ¿Tiene idea el México bueno y sabio de lo que hacen con la Ley de Amparo, o con los procedimientos de la nueva Suprema Corte de Justicia, o el perdón a Francisco Garduño Yánez, o a Pío López Obrador?
El anuncio de la corrupción de la norma jurídica lo hizo el propio Andrés Manuel López Obrador, al endilgarnos su “no me vengan conque la ley es la ley”. Cuando la titular del Ejecutivo solicita a las FFAA que sean refractarias a la corrupción, sólo hace un juego de palabras, porque como sucede con la verdad, sólo desde el poder se determina qué sí y que no es corrupción.
Estamos en lo más oscuro de la 4T.
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@OrtegaGregorio