Guillermo Portugal Vela
Porque formamos parte de una generación que ha tenido el privilegio de vivir cercano al movimiento campesino durante cuatro décadas, recordamos aquel 23 de septiembre de 1965 cuando quince jóvenes y entre ellos ocho murieron en el intento de tomar la guarnición militar de Ciudad Madera Chihuahua.
Rebelión inspirada en la lucha de Emiliano Zapata y Francisco Villa; la influencia jaramillista; el trabajo de la Unión General de Obreros y Campesinos de México y Jacinto López “último de los grandes, recios, limpios y tercos líderes campesinos mexicanos” como decía José Alvarado; del magisterio democrático de Othón Salazar; la rebeldía de la juventud de los cuadros del Partido Popular y de la Federación de Estudiantes y Campesinos Socialistas de México integrado básicamente por normalistas rurales.
La causa de tomar las armas de este grupo pro-socialista, fue porque en la sierra norteña había un latifundismo maderero descomunal, como la empresa Bosques de Chihuahua de los Vallina-Trouyet-Alemán; significativo rezago agrario; inhumana explotación, como el cacicazgo de los Terrazas-Creel y un gobierno estatal represivo y autoritario del general Práxedes Giner Durán.
El símbolo de esta lucha guerrillera moderna mexicana son los nombres de Arturo Gámiz García, profesor rural; Emilio Gàmiz García, estudiante y hermano de Arturo; Pablo Gómez Ramírez, médico y profesor; Antonio Scobell Gaytán, campesino; Oscar Sandoval Salinas, estudiante normalista; Miguel Quiñones Pedroza, profesor rural; Rafael Martínez Valdivia, profesor rural y Salomón Gaytán Aguirre, campesino.
La fuente narrativa-histórica sobre este caso se dispone magistralmente en la novela “Las armas del alba” del escritor chihuahuense Carlos Montemayor.