Joel Hernández Santiago
Era parte de la locura americana. Con frecuencia conocíamos de jóvenes estudiantes que ingresaban armados a centros escolares en Estados Unidos y mataban a diestra y siniestra. Y decíamos: “La americana es una sociedad enferma que produce este tipo de crímenes y de criminales” o “Ahí está el resultado del permiso para la portación de armas, según las leyes americanas” o “¡Bola de enfermos mentales!”… Y nos sorprendía pero era ajeno. Ya no.
Muy temprano un joven estudiante de quince años, del tercer año de secundaria en una escuela privada de Monterrey, en Nuevo León, se levanta de su pupitre. Habla con otros estudiantes quienes salen del aula. Es la clase de química. Él saca de su mochila un arma calibre 22 y enloquecido dispara… Intenta matar a varios de sus compañeros y a la maestra… De pronto el horror en clase. Gritos trastornados y la tragedia final: Herida la maestra y otros cuatro alumnos. El adolescente agresor se dispara en intento de suicido. Todo en 36 segundos. Más tarde el muchacho muere en el hospital…
La conmoción en México alcanzó niveles de indignación y reproche: ¿qué estamos haciendo mal? es la pregunta inmediata y constante. ¿Qué nos está pasando? ¿Qué país es este? se escucha y se lee en redes sociales, en medios de comunicación y de persona a persona…
No habían pasado muchas horas luego de que se conocieron agresiones criminales en Playa del Carmen, Quintana Roo la madrugada del lunes 16 de enero, como en la fiscalía local, en Cancún, unas horas después.
Lo ocurrido ahí sorprendía porque el lugar parecía ajeno a la gran violencia y confrontaciones entre criminales o entre gobierno y malhechores, por temas de narco tráfico, como ocurre en otros estados de la República: pero ya está ahí el crimen organizado y está ahí la confrontación violenta, aún sin resolver por el gobierno estatal.
Pero lo de Monterrey ya rebasaba lo creíble y lo posible en México. Y no sólo causó pesar y estupor, también indignación nacional porque, además, a alguien se le ocurrió publicar el video de los hechos ocurridos en el aula. Las redes sociales se volcaron en contra de la exposición de este documento visual; otros en defensa de la libertad de expresión decían que no está mal conocer lo ocurrido ahí. El debate está listo, y a un lado la tragedia.
Y la tragedia no es sólo lo ocurrido ahí, que ya es grave y doloroso. La tragedia radica en el tipo de hombres y mujeres que se está construyendo en México en tiempos de violencia criminal por todos lados, en tiempos de narcotráfico, y en los que la apología del crimen está a la vista, al portador, no sólo a través de las interminables series estadounidenses que llegan a México y que son consumidas por gente que quiere sentir la emoción del gran peligro y la venganza sin justicia; también porque aquí mismo hoy proliferan en las televisoras las series de apología criminal en las que se ensalza el hecho, pero no se intenta una sola explicación del comportamiento antisocial.
Y el mal uso de las redes por gente que se introduce para generar desajustes sociales y emocionales. Y la irresponsabilidad de unos padres en una mala interpretación de la libertad de los adolescentes, exponiéndolos al fragor de su propia batalla interna, en solitario…
La exposición en horas de los adolescentes a este tipo de mensajes y comportamientos es extrema. Horas de ausencia para estar en sus tabletas, teléfonos, computadoras, televisión…
Según un estudio de Instituto de Salud Pública, el suicidio es la tercera causa de muerte de adolescentes en México. Antes ocurría entre niños de 15 a 19 años, hoy este problema se extiende a niños de 10 a 14 años, dice el doctor Rafael Lozano, director del Instituto. Y agrega el estudio que ‘la primera causa de muerte en México en las mujeres de 15 a 19 años son los suicidios…’
Por su parte el Instituto Nacional de Psiquiatría alerta que si no se combaten las diferentes formas de agresión, entre los que se cuenta el bullying, para 2020 el suicidio va a ser la primera causa de muerte entre niños y jóvenes.
Nos sorprende lo ocurrido en Monterrey y nos somete a un estado de reflexión y carga de conciencia. Y sí: ¿Qué hemos hecho para construir este panorama trágico entre los niños mexicanos? ¿En qué momento se ha permitido ese mundo de agresiones externas a las que se somete a los adolescentes, en solitario?
Y no se trata de eliminar el acceso al nuevo mundo, al que les toca vivir; pero sí conviene reflexionar en lo que significa todo esto y entregarles a los muchachos su libertad, pero con responsabilidad y ética; siempre acompañados de la mirada tranquila de quienes les cuidan y les quieren. Los medios tienen responsabilidad en todo esto, también. En todo caso, la soledad del adolescente es un síntoma superable, con la ayuda de todos.