Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Autoaniquilado prácticamente de la escena política nacional el PRD en su pasado congreso nacional extraordinario, el sitio de la izquierda partidista queda vacante y expuesto a una nueva y dura prueba experimental.
El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se enfrenta al más grave desafío de sus escasos tres años de existencia. De la eficacia de sus respuestas dependerá la consumación de la cuarta transformación de México.
Es obvio que Morena requiere edificarse como un partido de masas para encauzar la energía social movilizada rumbo al 1 de julio pasado: Convertir la espontaneidad ocasional en fuerza orgánica como principal soporte del programa de acción del próximo gobierno.
Los signos transparentes indican que, si se desarrolla el potencial y la dinámica que culminaron exitosamente en la elección presidencial del pasado 1 de julio, eventualmente el régimen mexicano puede dar el salto de la democracia representativa a una democracia participativa, en la que, quienes mueven la palanca de acción, tomen en cuenta a los de abajo y no sólo a los agentes de élite.
La oportunidad se presenta este fin de semana en que, después del ensayo de consulta sobre el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la sociedad ha sido convocada a pronunciarse sobre 10 programas prioritarios propuestos por el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador.
Dejar atrás la concepción tecnocrática neolibaral
La elección de esos temas son una combinación de políticas sociales con un paquete de grandes obras de infraestructura productiva para el desarrollo de regiones secularmente marginadas y excluidas deliberadamente durante el largo periodo neoliberal.
En términos sociológicos, se trata del rescate y lanzamiento a la vida pública nacional del México profundo, ahí donde han sido confinados los más pobres entre los pobres.
Una advertencia vale: Hace dos décadas se pretendió poner a caballo un proyecto denominado El Sur también existe como una acción instrumental del Plan Puebla Panamá.
Concepción tecnocrática neoliberal dicho proyecto, lo primero que amerita señalarse es que su centro de gravedad giró sobre el objetivo de cambiar el régimen de tenencia comunal en un territorio habitado por pueblos originarios, pleno de biodiversidad e inmenso potencial de recursos energéticos: Minerales, petróleo, agua y energía eléctrica.
En sus grandes trazos e incluso sus fines, aquella iniciativa fue retomada durante el actual sexenio con el modelo de Zonas Económicas Especiales, cuya gestión fue endosada al sector empresarial.
En el esquema de la consulta de este fin de semana se colocan tres prioridades: Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas, Tabasco y aleatoriamente un plan de reforestación de selvas y bosques.
La lógica indica que, de concretarse esos proyectos, por añadidura vendría la incorporación de grandes núcleos indígenas a los procesos productivos para liberarlos de caras, insuficientes e ineficientes políticas asistencialistas.
Imperativo, dejar de lado que el fin justifica los medios
Particularmente, en tales emprendimientos está el relanzamiento de las industrias petrolera y eléctrica, cuestión que debe subrayarse de cara a la evidencia de que la explotación intensiva y exhaustiva de la industria extractiva en los últimos años se ha fundado en el despojo del patrimonio de los pueblos originarios.
Por lo pronto, está la consulta popular: Con independencia de la respuesta numérica al llamado a votar, lo importante es esperar la concepción e instrumentación de las reformas constitucionales o administrativas correspondientes, despojándolas del perverso principio de que el fin justifica los medios.
Nos quedamos por ahora en que ya es un avance que la voz del consultado sea escuchada directamente por encima de falsas representaciones que suplantan o usurpan el derecho popular a decidir sobre las grandes cuestiones de México. Vale.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.