Francisco Gómez Maza
• El estómago no se acostumbra al hambre
• Y el futuro inmediato no es nada prometedor
Entre que son peras y son manzanas, el estancamiento económico de México será el principal hándicap para el Nuevo Gobierno.
La economía mexicana, es sabido de muchos, lleva casi 40 años empantanada, creando una deuda interna y externa multimillonaria y pariendo millones de pobres que, aunque muchos tienen empleo, casi sobreviven con salarios de pánico. Quién puede vivir, mantener a una pareja y a un hijo pequeño con 3,000 pesos al mes, mientras los detentadores de los grandes medios de producción se hartan y contribuyen al crecimiento de la economía, pero de los paraísos fiscales, y la clase política peñista se va a su casa cargada como aquellas mulas de mina. Atascadas de billetes y verdes.
Y de ribete, CitiBanamex acaba de revisar a la baja el Producto Interno Bruto para 2018 y mantiene uno igual de mediocre para 2019. El crecimiento del PIB para 2018 bajó a 2.1 por ciento de 2.3 por ciento (Es imposible hablar de cifras más alentadoras.)
Desde la primera gran crisis de 1981, la más impresionante, desgarradora y desesperanzadora, cuando el gobierno del “último presidente de la Revolución”, José López Portillo, estuvo a punto de declarar suspensión de pagos del servicio de la deuda externa, pago de intereses y capital, porque las Arcas se quedaron Vacías, la economía no se ha levantado, a pesar de los apoyos de Washington, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de Fondo Monetario Internacional, no obstante que, en los años recientes, ciertos sectores han sostenido un buen comportamiento inercial, como el automotriz, y a veces el de la construcción de vivienda.
Y el crecimiento de la inflación no es como lo pronosticaron los economistas gubernamentales, en el sentido de que se abatiría este año. Los analistas de Banamex, suben el estimado de inflación 2018 y bajan el de 2019, pero para no crear malas expectativas. Anticipan que la inflación general cierre 2018 en 4.5 por ciento en lugar del 4.2 por ciento previo, porcentajes realmente altos teniendo en cuenta el pobre poder de compra de las clases trabajadoras. Para el final de 2019 esperan 4 por ciento vs 4.2 por ciento previo, por un mejor desempeño de los precios subyacentes, por la perspectiva de un menor IVA en la frontera y un nivel de actividad económica menor a lo que preveíamos (por la menor tasa de avance del PIB del 2018).
Siguen creyendo que el banco central mantendrá las tasas de interés sin cambio durante el resto de este año y comenzará a bajarlas en junio del 2019. Pluto los oiga.
Y acabamos de enterarnos de algo que ya intuíamos, que ya sabíamos. Que no solamente los trabajadores pasan hambre. También los recién egresados de las universidades. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Egresados 2018, el 46 por ciento de aquellos que recién terminaron sus estudios universitarios y se encuentran trabajando en su primer empleo, perciben sólo entre 3,000 y 8,000 pesos mensuales. Estos segundos, si bien les va.
Con datos recabados de 12,869 participantes, el sondeo reveló que, en su primer trabajo, los egresados suelen ganar 6,404 pesos en promedio. Sin embargo, dentro de esta media hay diferencias significativas, al considerar el género de los egresados, su área de estudio, si el empleo es de tiempo parcial o completo y hasta cómo lo consiguieron. Y cuando se trata de expectativas salariales de su primera experiencia laboral como profesionales, casi la mitad de los egresados 49%) afirma que su salario es mucho menor a sus expectativas cuando terminó los estudios.
Sólo el 12 por ciento considera que su ingreso laboral es superior a lo que esperaba y el 39 por ciento afirma que ese sueldo era exactamente lo que imaginaba ganar tras graduarse. En el caso de empleos de tiempo completo, los ingresos suelen ser mayores; por ejemplo, 31% de salarios en el rango de 8,000 y 15,000 pesos pertenecen a egresados que trabajan jornadas completas, a diferencia del 12% de quienes perciben la misma cantidad, pero en un empleo de medio tiempo.
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