• El tren no quiere arrancar
• Pero es sólo un bachecito
El otro día, cuando los señores del Consejo Coordinador Empresarial se adhirieron al Pacto por México, Gerardo Gutiérrez Candiani, el mero mero de los dueños, fue objeto de una entrevista de pasillo, en la que dijo, palabras más, palabras menos, que los empresarios estaban dispuestos a coordinarse con el Consejo Rector del Pacto para “mover a México”.
Muy optimista estaba el oaxaqueño. Gracias al Pacto, México subirá rápidamente los escalones del progreso y la modernidad y todos los mexicanos podrán acceder a los beneficios de la madre naturaleza. Se acabará el desempleo y el empleo informal. Habrá justicia para todos. México dejará de ser la maraña de contradicciones que es actualmente. El país del mañana. El país del debe ser.
Pero para ello se necesita dinero contante y sonante, le dije a don Gerardo. Según el empresario más rico del mundo, el de sangre libanesa, Carlos Slim Helu, para que la economía mexicana logre crecer 5 por ciento anual – no 6, lo mínimo para lograr los objetivos de no dejar atrás a nadie -, se requieren por lo menos 340,000.000,000 de dólares verdes, de los cuales el gobierno tendría que poner 300 mil y el resto tendría que ser captado de inversionistas extranjeros. Y de dónde.
Don Gerardo respondió que no sólo dinero. También la participación de todos, empresarios, trabajadores y gobierno, aumentando la productividad; logrando que los trabajadores mexicanos trabajen menos y produzcan más y lo que produzcan sea competitivo, tanto en los mercados locales como en los extranjeros. No sólo dinero, ciertamente, pero también se necesita dinero para que todos los agentes de la economía se pongan a trabajar.
La clave, al fin de cuentas es dinero. Con dinero hasta los perros bailan, decían los abuelos y las abuelas (para que no se enojen las abuelas feministas). Pero mientras son peras o son manzanas. Mientras vemos los maravillosos resultados del Pacto por México, a los mexicanos nos está yendo bien, pero mal; es decir, del carajo; o como dice el Tocayo Paco Rodríguez de un mexicano que fue a jugar a Las Vegas y que mandó un e-mail a su casa: “Vamos ganando, pero manden dinero”.
El Informe Semanal del Vocero de Hacienda, del 27-31 de mayo, es harto revelador, comenzando con un impresionante superávit de casi 40 mil millones de pesos en las finanzas públicas. Para qué superávit cuando lo que el gobierno tendría que estar haciendo es reactivar la economía, derramando liquidez en los procesos industriales, en obras de infraestructura, en darle vida al mercado interno para lograr los objetivos del Pacto por México.
Los otros indicadores, al primer trimestre del año, del mismo talante. El manufacturero tuvo resultados mixtos; o sea que ni fu ni fa. La construcción perdió dinamismo. La balanza comercial reportó déficit. La producción minerometalúrgica descendió. El crédito bancario, también ni fu, ni fa. No había pedido Peña Nieto “más crédito y más barato”. Los precios del petróleo, a la baja. Las reservas internacionales del Banco de México, en aumento. Dinero enterrado que nada vale. Las tasas de interés, en el mínimo histórico. Claro, no hay crédito.
El mercado de valores, que generalmente es el termómetro de la actividad económica, con crecimiento mediocre. El peso, devaluándose. El viernes, creo, llegó a 13 por dólar. Y la confianza de los banqueros del exterior en la economía mexicana, muy por debajo de la que tienen sobre Brasil. De nuevo Brasil. El coco de los economistas mexicanos.
Así si vamos ganando, pero manden dinero, como dice mi Tocayo que dijo en su email el mexicano que iba ganando en los lavaderos del estado de Nevada. O como dijo el basquetbolista de Ocozocuautla: Calma, Coita, que vamos ganando.
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