• 600 desaparecidas y 360 asesinadas
• Ni dios ni el gobierno se ocupan de ellas
El feminicidio es el asesinato misógino de mujeres, cometido por hombres desde su superioridad de género. Tiene que ver con los motivos, con las heridas que se infligen en el cuerpo de la mujer y con circunstancias que imperan en ese momento. Para que se dé, tiene que haber una complacencia de autoridades, personas e instituciones que están en el poder, llamémosle poder político, económico y social.
La definición es de la socióloga Julia Monárrez Fragoso, Maestra en sociología, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (sede Ciudad Juárez), estudiante del doctorado en ciencias sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
Ciudad Juárez, en el meridional estado mexicano de Chihuahua, icono de la violencia fatal en contra de mujeres trabajadores de las plantas maquiladoras establecidas en la frontera mexicana-estadounidense. No quiere decir esto que Juárez ocupe el primer lugar en feminicidios. Otros estados, como el estado de México, terruño del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, se llevan vergonzosos palmarés.
De acuerdo con registros de organizaciones sociales defensoras de mujeres, como “Por Nuestras Hijas de Regreso a Casa”, desde 1993, cuando aún ni siquiera se imaginaba la Docena Trágica panista, hasta la fecha han desaparecido 600 jovencitas y han muerto asesinadas más de 360.
La Fiscalía Especial que investiga homicidios de mujeres sólo registra 290 casos, de los que 76 los considera homicidios en serie; en cambio ONG registran por lo menos 360, de las cuales poco más de 95 fueron asesinatos en serie.
Las víctimas eran jóvenes (en su mayoría empleadas de plantas maquiladoras, o de comercios en la zona centro de Juárez); eran bonitas, delgadas, morenas de cabello largo; vivían en los cinturones de miseria que rodean la ciudad y llegaron a la frontera desde otras ciudades, atraídas por la posibilidad de encontrar trabajo de inmediato y de ayudar a su familia.
“La mayoría de los feminicidios en serie fueron cometidos con brutalidad ya que, aparte de violarlas sexualmente por ambas vías, el o los homicidas les apretaron el cuello para estrangularlas, con lo que el violador sentía mayor placer porque ellas contraían de esta forma su órgano genital; además las mordieron y atacaron con cuchillos en pecho y abdomen. Algunas tenían los senos cercenados, otras, como las ocho localizadas en el mismo sitio el año pasado, tenían el pelo cortado en la base del cráneo; unas cuantas tenían cortado un triángulo en sus órganos genitales lo que hace pensar en ritos satánicos”, como lo describió Rubén Villalpando Moreno, corresponsal en Ciudad Juárez del suplemento Triple Jornada.
El presidente de México nunca ha contestado, ni siquiera en forma negativa, a la carta remitida por los familiares de las víctimas de Juárez. El senador Javier Corral, chihuahuense por cierto, da respuesta a la petición de los familiares de las víctimas por medio de su secretario particular, José Pablo Mendoza Ávila, quien textualmente dice que “la preparación de iniciativas de ley no es cualquier cosa y el senador está muy ocupado”.
La Cámara de Diputados acaba de exhortar, este miércoles, a la Fiscalía General de Chihuahua a entregar a Nuestras Hijas de Regreso a Casa información sobre las mujeres desaparecidas y asesinadas en el estado. En el punto de acuerdo aprobado por el Pleno como de “urgente y obvia resolución”, también se pide crear una página electrónica con una base de datos digital, que contenga la información actualizada sobre los casos de desaparición y feminicidios ocurridos en Ciudad Juárez desde el año 1993.
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