• Sigue siendo asignatura pendiente: Videgaray
• Mientras, la población crece exponencialmente
Los políticos se pasan la vida parloteando acerca de la palabra Productividad, pero sólo conocen la productividad de sus cuentas bancarias.
Llevo escuchándolos por lo menos unos 35 años, durante los cuales he hecho periodismo económico, y todo el tiempo he oído el mismo discurso y el país no logra ser lo indispensablemente productivo.
Se habla, se habla, se habla y siempre el país “está listo” para ser más productivo, y no lo logra. Y la economía, a pesar de lo que digan los políticos, no sólo no repunta sino que se hunde cada vez más, salvo la economía de los dueños, de los millonarios y la de los políticos. Ésta si es lo suficientemente productiva como para hacer cada día más ricos a los ricos. La economía de la pobreza se queda en la pobreza, en los salarios injustos y en el debate entre la desesperanza y el dolor y la muerte.
Es el teatro de la simulación: ¡Dónde lo he oído! Hace 35 años que vengo oyéndolo. La productividad, prioridad para lograr el crecimiento. Lo repitió este lunes el mismísimo presidente de la república en la “Cumbre Internacional de Productividad”: México está listo para ser más productivo y aprovechar mejor sus recursos. La misma cantaleta. Pero si a los políticos les tiene sin cuidado la economía, y más la productividad. Todo es muletillas demagógicas.
Bueno. Con decirle que ya pasó algún muy buen tiempo. Más de un año de que el Congreso le aprobó al presidente las reformas estructurales, y la verdad es que todas estaban diseñadas para aumentar la productividad del aparato económico, con la finalidad de hacer de México, de su economía, un país competitivo con el resto de las economías del mundo, las más poderosas. Y a Petróleos Mexicanos, una empresa de primer mundo que se hablara de tú a tú con las grandes petroleras. Vendrían miles de millones de divisas del otro lado del río y del otro lado del charco para hacer de la empresa, ya no la empresa de México sino la gran empresa entre las grandes empresas.
Pero en vez de lograrlo vamos para atrás como el cangrejo. Y eso que han puesto todos los elementos para que ocurriese aquello de producir más y mejor con menos o por lo menos con lo mismo. “La productividad” sigue siendo una prioridad para el gobierno federal. Y ahí se va a quedar. Como prioridad. Porque ya estamos a más de la mitad del actual sexenio y no pasa nada en la economía real, más que aumento de la pobreza y de la corrupción y la impunidad. Y los políticos le apuestan al olvido. Qué pasó, por ejemplo, con las promesas de que el sonriente Virgilio Andrade investigaría al propio presidente por aquello de la Casa Blanca y el conflicto de intereses. Nula productividad en la Secretaría de la Función Pública.
Pero… pero cuándo los cambios estructurales – las tales reformas – permitirán un mayor crecimiento y elevar la producción del país, como lo afirmó el presidente de la república. Es México, para los políticos, el país del mañana, del debe ser, mientras sí aumenta la productividad de los que producen niños, de las parejas: la población se multiplica exponencialmente y las ciudades están atiborradas de gente que sólo viene a cumplir las funciones mínimas de todo ser vivo que viene a este mundo: nacer, crecer, reproducirse y morir, que ya es mucho porque la naturaleza no le obliga al ser vivo más que a esas cuatro acciones vitales. Pero como la economía anda mas, sencillamente toda esa gente ni come bien, ni se viste bien, ni se cura de sus males, ni vive decorosamente, ya no digamos que goce de unas buenas vacaciones en Miami, en Orlando, o en la costa del Pacífico mexicana y ya no digamos en El Caribe.
El señor Luis Videgaray dijo una gran verdad, en esa reunión susodicha. Reconoció que en México la productividad sigue siendo la asignatura pendiente, ya que en los últimos 30 años hemos crecido menos que otras economías emergentes.
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