Francisco Gómez Maza
• Altos bonos políticos del presidente
• Ahora es más fácil ser antigobiernista
En el primer año del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, todos los mexicanos politizados de alguna manera hicieron lo que tenían que hacer. Tirios y troyanos, pripanistas y morenistas.
Cómo debía ser. Cómo en el juego de Juan Pirulero. Cada quien atendió su juego. Todos le mentaron la madre a todos. Una polarización nunca vista, lo que ya es un avance. Creció la conciencia de clase. Muchísimos trabajadores se dieron cuenta de que valen como trabajadores.
Así dicen que es en la “democracia”, palabra que a este escribidor le parece fantasiosa, hueca, porque si democracia en griego quiere decir gobierno del pueblo, en México, el pueblo nunca ha gobernado y me temo que ni siquiera ahora, en tiempos de Nuevo Régimen. Pero digamos que podría haber más democracia que en los tiempos del PRI y del PAN. Esta afirmación es inobjetable. ¿O no?
Y digo esto porque ahora es más fácil ser antigobiernista. El temor al comunismo lleva a algunos a rabiar en contra de López Obrador, a quien comparan con el comandante Hugo Chávez, o con Nicolás Maduro, o Evo Morales. En tiempos de Calderón, sólo podía acusársele de asesino. En tiempos de Peña Nieto, de pendejo ladrón. Y a López Obrador todos podemos acusarlo de todo – de ignorante, de pendejo, de comunista etc -, menos de ladrón. Y sin decir mentiras, díganme a quién ha robado.
Pero tendremos que reconocer que, hablando de popularidad, los números son mejores para López Obrador que para sus antecesores en su primer año de gestión. Vicente Fox obtuvo 61%; Felipe Calderón, 64%, y Enrique Peña Nieto, 44%.
El presidente Andrés Manuel López Obrador cumple este domingo su primer año de gobierno con una aprobación ciudadana de entre el 59% y el 72%, de acuerdo con diversas encuestas.
La más reciente, elaborada por Consulta Mitofsky para el diario especializado, El Economista, señala que, desde el pasado 20 de noviembre, se registró una caída en la aprobación del primer mandatario. Con todo, en los últimos 10 meses, la popularidad de López Obrador se ha mantenido en un rango de 57 y 58%.
De acuerdo con la encuesta más reciente de otro periódico especializado, El Financiero, el titular del Ejecutivo federal llega a su primer año de mandato con el 68% de aprobación ciudadana por su trabajo al frente del país.
Con todo, aunque su porcentaje puede considerarse alto, la aprobación ciudadana para el presidente ha venido cayendo en estos 12 meses, pues al tomar posesión como presidente de México contaba con un apoyo del 77%, y sus mejores números los obtuvo en enero y febrero cuando alcanzó el 82 y 83%.
Nada de qué asustarse, señores de Morena. Ahí la lleva y la oposición no ha podido con él, porque quienes lo anatematizan son torpes con “T” de tontos. Y López Obrador les tienen bien tomada la medida. Los hace como quiere. Los hace enojar todos los días. Sabe por dónde les duele y por dónde atacar.
Sea lo que fuere, sus enemigos – Felipe Calderón y Vicente Fox, así como Marko Cortés, que no tengo ni idea del por qué fue nombrado jefe nacional del PAN – quieren verlo en la horca, o en la guillotina, los primeros porque les quitó la millonaria pensión de expresidentes, y el segundo por aquello de lo que hace la mano hace latrás, pues de político tiene lo que yo tengo de panista.
No cabe duda que los mexicanos vivimos otros tiempos, muy diferentes a los de hace un año, cuando priistas y panistas iban de mano sudada a atracar. Esta era la palabra clave: atracar. De ahí aquella otra de Atlacomulco, Atracomulco, Atracomucho.
Yo no sé si la corrupción se acabó ya con López Obrador, quien tiene como lema su combate. pero me da la impresión que sólo es eso: una especie de arma para tomar fuerza y posesionarse del poder y digo esto porque en este año no se tocó a los peces gordos. Peña Nieto anda gozando de las delicias de la carne, como su débil naturaleza se lo ordena y la carne cuesta. La única tontuela, creyente de las promesas de su jefe, que está en el bote, es Chayo. Los demás andan o bailando la manzanilla, o dándole vueltas a la noria. Y los yanquis – léase Donald Trump – andan provocando para que se reinicie la guerra y los fabricantes de armas y sus distribuidores reactiven el negocio, ahora que se les cerró el mercado sirio.
Mientras tanto, el Zócalo de la Ciudad de México se colmó de simpatizantes de López Obrador para la gran celebración. Me temo que los panistas tuvieron poco éxito en su contracelebracion. Vaya que los conozco desde hace por lo menos medio siglo.