• La economía podría repuntar, pero…
• El dinero prometido no llega a la cartera
Doña Alicia Bárcena, la mexicana que dirige la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), acaba de enfriar los entusiasmos de aquellos que echan las campanas al vuelo porque la economía mexicana pareciera que se reactiva.
No. Ojo. No es tan fácil como destacar y presumir centésimas de incrementos en algunos indicadores, frente a un cúmulo de problemas, principalmente el desempleo, el empleo en la economía subterránea, la mala calidad de vida de los mexicanos, que se conjugan con la restricción del gasto público y, por ende, un mercado interno muy debilitado.
Alicia, hija muy destacada del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UNAM y que desde hace un buen de años es secretaria ejecutiva de la CEPAL, redujo este lunes su proyección de crecimiento para México de 3 a 2.5 por ciento este año.
Además, Alicia señaló que, en materia de comercio exterior, las economías latinoamericanas están dependiendo de las exportaciones, pero el problema es que hay un riesgo porque muchas de ellas se concentran en ciertos productos.
México corre riesgo porque la mayor parte de sus ventas externas se dirigen a Estados Unidos. Y en esa economía, la más grande del mundo, aún no hay nada escrito, no obstante que haya experimentado buenos repuntes trimestrales, que dimos a conocer este lunes en Análisis a Fondo.
Algunos analistas del sector privado – la mayoría, sobre todo de los grupos de consultores más prominentes, no están tan convencidos – se muestran optimistas, como lo reportó el diario mexicano El Universal, sobre el desempeño económico del aparato productivo, en la segunda mitad del año – inclusive mantienen la expectativa del 3%, pero esto dependería de factores como el hecho de que el gobierno federal abriera la llave al gasto público; se reactivara la construcción de vivienda, que está en el suelo; dejara de abatirse la producción petrolera, o los consumidores lograran superar el choque de la reforma fiscal, que los está dejando fríos.
Difícil que se dieran, a cuatro meses de que concluya 2014, estas condiciones para que mejoraran los indicadores económicos. El más grave de los problemas que enfrenta la economía es la parálisis del mercado interno. No hay liquidez. Los pagos a proveedores del gobierno fluyen a cuentagotas y no hay dinero para inyectarle a la economía mediante el consumo de bienes y servicios, ni siquiera indispensables.
Nadie está gastando. Todo, en realidad, se lo lleva el Sistema de Administración Tributaria que es el único que está acumulando ingresos, y lo peor de todo es que no los regresa a la economía, sino que los deja reposar y ganar intereses en las cuentas bancarias de Hacienda.
Don Luis Videgaray tiene que desprenderse de sus docentes, porque estos viven en el mundo ingenuamente feliz que les enseñaron a vivir en las universidades estadounidenses, pero no aterrizan en una economía que, como la mexicana, a pesar de que exporta automotores y otras manufacturas, no le llega a los chinos.
Don Luis debe perder el miedo a gastar. Para eso es el dinero que entra en las arcas de erario, para mover la economía. No sólo para pagar sueldos y salarios a los burócratas. Sólo así podrá mover a México, como reza el eslogan del presidente Peña Nieto.
De otra suerte, continuaremos con dos economías, como lo advierte Ernesto O’Farril, de Bursamétrica: Dos economías que crecen a velocidades distintas. Una, exportadora, el sector automotriz, que trae buen ritmo. Otra que está estancada, que es el mercado interno. Éste no se levanta porque el prometido dinero en la cartera nomás no aparece.
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