• Vergonzoso que se regatee el pago por el trabajo
• ¿Inflacionario? Inflacionaria la avaricia, el abuso
Es increíble, es una vergüenza que, en un país que la clase política de derecha, de izquierda, de chile, de dulce y de manteca, califica, convencida, de democrático, a estas alturas, en un México en Movimiento, lopezvelardiano, todavía se debata, se regatee el salario mínimo a los trabajadores, si son el motor del crecimiento del capital.
Ya no por justicia, sino por conveniencia, los patrones tendrían que pagar un salario justo, remunerador, a los trabajadores, porque de la capacidad de compra de esa masa de consumidores depende que el capital se abulte, crezca; si la gente no compra porque no tiene con qué, los productores, los distribuidores, los coyotes, los comerciantes no venden y no se enriquecen.
Pero hablar del salario mínimo es un tabú, es como echar la cuerda en casa del ahorcado. Cuando se toca el tema, los brujos de la ciencia económica positivista, funcionalista, los economicistas, los fondomonetaristas, los neoliberales pegan de gritos. ¡Cómo! ¡Aumentar los salarios mínimos es inflacionario! No dicen, y no pegan de gritos, cuando es el capital el que gana, no un salario mínimo, sino las perlas de la virgen. Eso, para los economicistas del sistema no es inflacionario.
Y mentira. El salario mínimo no provoca el repunte de la inflación. Lo que es inflacionario es la avaricia, el aprovecharse de la necesidad de los consumidores para encarecer los productos y los servicios, desde los costos de producción hasta los precios de consumo. Por algo no me cansaré de repetir una y otra vez que, en el caso de un país mandado por fondomonetaristas, neoliberales, la ley de la oferta y la demanda en realidad es la ley de la necesidad y del abuso.
Y no reparan en la pobreza de los trabajadores. Les vale madre. Ni los de la Secretaría de Hacienda, ni los del Banco de México. Menos estos. El salario mínimo actual es 70 por ciento más bajo que hace 40 años. Y ya llovió. Y cómo pretenden que los consumidores tengan capacidad de compra con salarios miserables.
Estimaciones de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas, el nivel del salario mínimo en México está por debajo, incluso, del umbral de pobreza per cápita. El problema afecta a una gran proporción de los hogares en México, ya que 17% gana dos salarios mínimos o menos. Y los que ganan de tres a cuatro están un poquito menos pior.
Es increíble. Los economistas gubernamentales dicen que el salario mínimo nadie lo gana, que sólo es de referencia. Pero la CEPAL los desmiente. 17 de cada cien tienen que vivir con ese misérrimo ingreso.
Claro que es necesario revisar el salario mínimo. Ya lo empezó a analizar el gobierno del Distrito Federal, apoyado inclusive por el PAN, y por varios gobiernos estatales. Ah, pero luego saltaron los economistas al servicio sólo del capital. ¡Es inflacionario!
Gustavo Madero, presidente del PAN, apoya un aumento al salario mínimo y propuso abrir el debate a un referéndum en las elecciones intermedias de 2015.
El salario promedio en la formalidad también ha crecido muy poco, a un ritmo de 5% en términos reales, de 2002 a 2014; sin embargo, incluso esa baja tasa de crecimiento ha sido suficiente para elevar la discrepancia entre el salario promedio y el mínimo desde 2002.
El debate está sobre la mesa. Pero el tema no es de debate. Es de justicia. Es económico. En la economía dos son los factores fundamentales, que si se excluyen la economía falla. El capital y el trabajo. Ambos deben de tener iguales márgenes de ganancia. Sin el capital, no hay trabajo. Y sin el trabajo no hay capital.
Pero los economistas a modo, los asesores financieros, muchos empresarios se erizan, se les ampolla el cuero cuando de aumentar el salario se trata.
Y detrás de estas actitudes sólo hay antivalores que chocan con la ciencia económica: el egoísmo, la avaricia, los más graves.
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