• Una revolución traicionada
• Una revolución sepultada
Algo está pasando en Cuautitlán: Un punto de quiebre. La Revolución Mexicana, con su millón de muertos, había sido todos los años un momento de encuentro de millones de mexicanos, que aunque incrédulos hacían como que creían y festejaban las gestas que antecedieron al México actual, que ni es moderno, ni justo; en el que todo ha cambiado pero no han cambiado las condiciones que llevaron a los revolucionarios a levantarse en armas.
Qué pasa cuando el gobierno decide suspender las fiestas de la Revolución Mexicana. Miguel Ángel Osorio Chong anuncia que se suspende el desfile deportivo militar en ciudad de México, pero no da razones. Por qué se suspende. El secretario de Gobernación quiere explicar pero no convence: “Creímos que en este momento lo que hay que hacer es festividad para reconocer al Ejército”.
Mas dice el dicho: Piensa mal y acertarás. La suspensión del desfile ¿es un triunfo de los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y de las agrupaciones de izquierda, con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la cabeza, seguido por las fuerzas del PRD, del PT, del MC y hasta del Morena de Andrés Manuel López Obrador?
Este miércoles comenzaron a arrimarse al Distrito Federal cientos de maestros disidentes de todo el país para participar en una magna marcha, organizada por los grupos de izquierda. ¿Concluida la concentración, volverán los maestros a instalar sus tiendas de campaña en la plancha del zócalo?
Y el gobierno relegado al Campo Marte. Hubo miedo ciertamente de que pudieran repetirse, ahora en pleno corazón del país, los hechos violentísimos ocurridos la noche del 15 de septiembre, en Morelia.
Al parecer no hubo negociación con los maestros ni con los dirigentes de las izquierdas y estos se impusieron.
Y el hecho es que este miércoles, millones de ciudadanos muy mexicanos no verán desfilar por el Paseo de la Reforma y el Zócalo aquellos folclóricos carros alegóricos, ni a los deportistas más destacados, ni a los atletas del tomplin, ni a los charros y charras a caballo, ni admirarán las pirámides humanas, ni gozarán con la prestancia y la “educación” de las caballerías, para conmemorar el 103 aniversario de la Revolución.
Las autoridades abandonan la vía y la plaza pública para refugiarse en una instalación militar como lo es el Campo Marte, en donde todo el otrora magno festejo se reducirá a otorgar grados a militares ascendidos y a la entrega de un premio denominado Nacional de la Juventud.
Algún periodista comentó – y perdón por no recordar el nombre: A ver cómo explican a la gente del pueblo que le han quitado su tradición, la distracción catártica… el “circo”, pues, para olvidar por un momento el desfile de nuevos impuestos que se nos viene en enero.
Y no es que la Revolución Mexicana valga la pena. La verdad es que no significó el cambio que los mexicanos de hace poco más de cien años esperaban en las relaciones sociales y económicas. El Porfiriato sólo se modernizó y se encarnó en los poderes económicos. La tienda de raya sólo cambió de nombre para llamarse ahora Coca Cola, Walmart, Sams, Cotsco o Malboro.
Pero millones de mexicanos hechos para la celebración diaria de un santo consumista – el compadre, la madre, el padre, la mujer, el orgasmo femenino, la no violencia etc – esperaban un momento de diversión ante el hartazgo de los ínfimos salarios, de la carestía, de la pobreza, del tener que amarrarse las tripas al momento de despuntar el día. Los sacerdotes de la patria ¿enterraron ya ese símbolo, falso y todo, que era la Revolución? ¿Habremos llegado ya a una nueva etapa en la que el PRI alternará el poder con la derecha? ¿O el PRI ya se derechizó por completo?
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