Los especialistas Miguel Ángel Esquivel y Saúl Escobar Toledo ofrecieron una conferencia sobre aspectos histórico-políticos del mural Del porfirismo a la Revolución, de David Alfaro Siqueiros, que se encuentra en la Sala Siqueiros del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, como parte del programa Rutas poliangulares.
En un evento organizado por la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS), del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) y el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los conferencistas compartieron con el público aspectos relevantes de este importante mural, realizando por encargo del historiador Antonio Arriaga Ochoa, entonces director del Museo Nacional de Historia.
Miguel Ángel Esquivel comentó que la idea original era que el mural narrara acontecimientos históricos, empezando por el porfirismo y concluyendo con el ascenso a la Presidencia de la República del general Lázaro Cárdenas, “concepto que no se concluyó porque en el proceso Siqueiros fue encarcelado por cuarta ocasión en lo que se conocía como el Palacio Negro de Lecumberri”.
Siqueiros inició la elaboración de este mural hacia finales de 1957, permaneció preso de 1960 a 1964. “El regreso lo obligó a hacer cambios, no solamente formales, sino también documentales, es decir, se trata de una reelaboración que tiene que ver no solo con la historia, sino con el espacio, desde la perspectiva de la pintura monumental dinámica.
“De esta forma, el mural no solo nos remite a un periodo de la historia, sino que nos hace sentir esta historia a través de todo el carácter elocuente que tiene formalmente una obra de arte”, explicó Miguel Ángel Esquivel.
Por su parte, Saúl Escobar destacó algunos de los componentes históricos de Del porfirismo a la Revolución, como es el caso de la huelga de Cananea, representada en la parte central del mural y que ocurre en un momento en que este tipo de movimientos no solo no estaban permitidos, sino que incluso estaban penados.
“Por eso, la represión que sufrieron hizo ver a la nación que el régimen de Díaz y los soldados estadounidenses que participaron en Cananea eran parte de una dictadura. Los trabajadores contestaron con furia revolucionaria y el gobierno reaccionó con una crueldad inaudita, que requirió incluso de un pequeño ejército invasor”, comentó Saúl Escobar.
Para crear su obra, Siqueiros realizó una profunda investigación histórica e iconográfica que fue dirigida por especialistas, como Nicolás T. Bernal y el profesor Manuel Arellano, quien entonces fungía como subdirector del Centro de Investigaciones Históricas.
Inicialmente, el espacio disponible constaba de tres paños independientes en forma de trapecio en una sala, juntos sumaban 80 metros. Al final, las dimensiones no fueron suficientes y se tuvo que remover una pared para unir dos salas en un proyecto asesorado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. La obra fue inaugurada el 19 de noviembre de 1966, con una superficie total de 419 metros cuadrados.
Las escenas que representa el mural de derecha a izquierda son al general Porfirio Díaz, rodeado de su gabinete, a sus costados se encuentran Victoriano Huerta y José Yves Limantour, quienes representan el poder militar y la política que prevalecía en ese tiempo. Esta escena simboliza la instauración de un poder de más de 30 años.
Del centro hacia la izquierda los sombreros del gabinete de Porfirio Díaz se pierden con los de los Rurales, quienes fueron un organismo de represión política que llegó a ayudar a William C. Greene en las revueltas de la fábrica de Cananea. En esta escena, Greene y Fernando Palomares, miembro del Partido Liberal Mexicano, luchan por la bandera mexicana. Atrás de Palomares se puede ver al pueblo en actitud de apoyo y a punto de iniciar el combate.
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