LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
Los bancos de Estados Unidos serán los más afectados por la propuesta de Trump, de aplicar un impuesto a las remesas de los trabajadores indocumentados, toda vez que, de aprobarse, los trabajadores mexicanos -no hay duda- buscarían cómo hacer llegar ese dinero a sus familiares, fuera del sistema bancario de ese país. La medida, que entraría en vigor el primer día de enero del 2026, significaría para los bancos dejar de percibir comisiones por el envío de las remesas, que en el 2024 sumaron 64,745 millones de dólares.
Por supuesto, esta cifra posicionó a México como el principal receptor de remesas enviadas desde territorio estadounidense. Según el Banco Mundial, en 2024 había 39.9 millones de habitantes de origen mexicano en Estados Unidos. De ellos, cerca de 12 millones son inmigrantes, y de estos, 4 millones son indocumentados. Ante el temor de posibles deportaciones, muchos incrementaron el envío de dinero a sus familias en México.
Cabe destacar que el pasado 22 de mayo, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la “One Big Beautiful Bill Act”, una ley que tiene como objetivo implementar reformas en materia fiscal, salud, defensa e inmigración. En el ámbito fiscal, se aprobó un impuesto del 3.5% a las remesas enviadas desde Estados Unidos, con el fin de, entre otros objetivos, aumentar la recaudación en dicho país. De ser aprobada por el Senado estadounidense en septiembre, esta ley entraría en vigor el 1 de enero de 2026. Esto resulta relevante para México, ya que es el principal receptor de remesas procedentes de Estados Unidos. De concretarse las medidas, los hogares mexicanos de menores ingresos que reciben remesas serían los más afectados, lo que podría incrementar los niveles de pobreza.
En un principio se propuso un gravamen del 5%, pero este fue reducido al 3.5% gracias al cabildeo de los bancos estadounidenses que participan en estas transacciones y que expresaron su preocupación por la posible creación de un mercado alternativo. Al respecto, analistas de Consultores Internacionales nos dicen que el impuesto sería pagado únicamente por personas que no cuenten con la ciudadanía estadounidense, es decir, aquellas con visa, permisos de residencia o sin documentación. Cabe mencionar que este impuesto será adicional a la comisión que cobran los bancos por enviar dinero al extranjero, la cual varía entre el 5% y el 10%.
De acuerdo con el Pew Research Center, en 2024 había aproximadamente 48 millones de migrantes en Estados Unidos, lo que representaba el 14% de la población total (341.8 millones de personas). Según el Banco Mundial, en 2023 los migrantes residentes en Estados Unidos enviaron un total de 93 mil millones de dólares a diversos países del mundo. Entre los principales receptores se encuentran México, India, Filipinas, Guatemala y El Salvador.
En el caso de México, actualmente las remesas representan entre el 3.4% y el 3.7% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. No obstante, su impacto es aún más significativo en algunas entidades federativas tradicionalmente la entidad de origen de los trabajadores indocumentados como Guerrero, Chiapas, Michoacán, Zacatecas y Oaxaca, donde pueden representar más del 10% del PIB estatal. Aunque no constituyen una actividad productiva, ya que no se invierten, las remesas se han consolidado como una de las principales fuentes de divisas del país, superando a la inversión extranjera directa (36 mil millones de dólares), los ingresos por turismo (33 mil millones) y las exportaciones petroleras (28 mil millones). Esto refleja la dependencia que tiene México de estos flujos de dinero.
Y a nivel microeconómico, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, en los hogares con menores niveles de ingreso, las remesas representan aproximadamente una tercera parte del ingreso total. Si se aplica el impuesto del 3.5%, sumado a las comisiones y cargos por el envío y retiro, podría disminuir temporalmente el dinero recibido; sin embargo, es probable que los envíos se normalicen con el tiempo, ya que muchos mexicanos en Estados Unidos buscan cumplir de manera constante con el apoyo económico a sus familias. Según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el porcentaje del ingreso que los migrantes destinan al envío de remesas varía entre países, ubicándose en un rango del 6% al 23%, por lo que tendrían cierto margen para absorber el costo.
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