• La organización sindical y articulación en el futbol femenil: base para la igualdad: Loyo Pérez
• Resistencia en México para que las mujeres hablen de futbol: Georgina González
Guadalupe López García
SemMéxico, Ciudad de México, 8 de abril de 2022.- Una de las grandes salidas para que las futbolistas mexicanas logren la igualdad salarial es la negociación articulada y compactada con sindicatos estadunidenses, europeos y canadienses, con las grandes confederaciones y sindicatos de mujeres futbolistas. Hay que “tomarse de los brazos” para mejorar su condición y el reconocimiento de sus organizaciones, indicó el maestro en Derecho Laboral, Jorge Antonio Loyo Pérez, en el segundo seminario “El Mundial de futbol 2026. Las mujeres y el derecho al deporte”.
La directora de Oxfam México, Alexandra Haas Paciuc, expresó que para que haya un avance cualitativo de las mujeres en el futbol es que se reconozcan como un sujeto discriminado y que dejen de ver el tema salarial como un tabú. Cuando se den cuenta de ello y se atrevan a decir que no es justo que ganen menos que los hombres, nadie las va a parar para obtener sus derechos.
A su vez, la comentarista deportiva Georgina González Toussaint expuso que las mujeres que hablan de deportes en México siguen sin estar en espacios donde se podría hacer que las cosas cambiaran, como en una dirección editorial o tener perspectiva de género. Así, se cambiaría la manera de ver los deportes, de cómo se presentan los programas y de cómo se redactan las notas en el caso de las mujeres en el deporte.
El seminario, convocado por la Red de Mujeres Sindicalistas, la Fundación Friedrich Ebert y Partners of the Américas, en el marco del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, que se conmemora el 6 de abril, forma parte de la campaña “México Unido 2026. Promoviendo los Derechos Laborales. Rumbo a la Copa Mundial”. Las y el especialista debatieron acerca del deporte como un trabajo asalariado, de la libertad de expresión de las futbolistas, la igualdad salarial, la libre asociación, la discriminación de las mujeres en el futbol y las mujeres en el periodismo deportivo.
Al igual que en el primer seminario, efectuado el 8 de marzo pasado, también se analizó el salario de las futbolistas de la liga de futbol femenil en México, calificado por Loyo Pérez como abismal, vergonzoso e indignante. Juzgaron que las futbolistas estadunidenses que lograron la igualdad salarial es un hecho sin precedente a nivel global para mejorar las condiciones laborales de las jugadoras, como estableció Haas Paciuc, y puede servir de ejemplo para otros países, como aquí.
Loyo Pérez relató que el Poder Judicial de Estados Unidos había rechazado la petición de las jugadoras, pero finalmente les dio la razón debido a que los sindicatos de los futbolistas apoyaron la propuesta: “Queremos igualdad para ellas”, demandaron, pero en México no hay ninguna organización gremial en este ámbito.
El abogado hizo énfasis en que, pese a que en México desde 1970 se legisló en materia de trabajo en el deporte, muchas de esas relaciones laborales están disfrazadas, encubiertas y desprotegidas, y aunque en una declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 1998 y ratificada en 2008 se indica que el trabajo no es mercancía, en el caso de los deportistas profesionales se les vede como tal.
Otro aspecto que se suma es que su vida laboral es muy corta, situación no prevista por la legislación en materia de seguridad social. Dijo que los grandes cambios han provenido de quienes controlan las cadenas de producción en el mundo del deporte, pero para lograr que el trabajo sea decente en México se debe cambiar el paradigma y permitir que las y los futbolistas se organicen.
Puntualizó que en el caso de las futbolistas los puntos más importantes que deben defender es el derecho a la libertad de expresión, porque ahora no puede decir nada sobre sus condiciones laborales; el derecho a la igualdad de oportunidades en la consecución de su carrera deportiva, sin distinción y libre de violencia; lo mismo para las árbitras. Asimismo, lograr acciones de “discriminación positiva” y derecho a protección de su imagen, su nombre —si se utiliza de forma comercial— y a una vida privada.
Para Alejandra Haas, a pesar de que en el país hay un movimiento feminista vigoroso que ocupa el espacio público y que obtuvo grandes logros en materia de política —una victoria poco común en el mundo—, en deporte no ocurrió lo mismo. Se avanza de manera muy lenta, además de que los cambios no vienen necesariamente de donde se espera. Puso como ejemplo la creación de la liga de mujeres, la cual fue una imposición de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), como un requisito indispensable para participar en un mundial.
En general, los grupos privilegiados suelen responsabilizar a los grupos discriminados de su situación, cuando se trata de un problema estructural. Esto tiene que ver con las justificaciones que se dan de los bajos salarios de las futbolistas: porque no llenan los estadios, no son competitivas comercialmente o que a nadie le importa el deporte femenil. Es una dinámica típica de la discriminación, aclaró Haas, pese a que datos de la última encuesta nacional sobre discriminación indican que dos terceras partes de la afición son mujeres.
Haas reconoce que debido a esas excusas, además de la brecha salarial, las futbolistas no tienen oportunidades comerciales iguales, servicios médicos, medios de transporte adecuado ni equipos deportivos que les permita tener un desempeño profesional en el futbol. Siempre que haya recursos, se van a invertir en las personas que ya tienen privilegios, pero si la inversión y la exposición es menor, las oportunidades para ellas también lo serán. No es que no haya salida, advierte, este panorama es una invitación a mirar críticamente la estructura del deporte y a plantear alternativas.
Consideró aprovechar las áreas de oportunidades que se dan. La primera son las medidas de la FIFA —pese a que sean lentas— que cuenta con organismos de derechos humanos y para la igualdad, no discriminación y la de género. Sus exigencias no solo tienen que ver con este último aspecto, también con las medidas incluyentes en el caso de personas con discapacidad o para combatir la homofobia y el racismo.
La segunda es el sector empresarial que tiene cada vez más estándares de género y programas de diversidad e inclusión. El tercer nivel es la propia afición. Eso de que a las mujeres no les gusta el futbol ya no existe, asegura Haas. La generación debajo de los 29 años se ha vuelto más exigente en cuanto a lo que consume en materia de entretenimiento, tiene menos prejuicios y estereotipos. Por otro lado, previó que la exigencia de las empresas y de las audiencias de cierto bloque generacional van a hacer que los medios de comunicación se tengan que mover hacia un lugar más moderado.
Por otra parte, Georgina González subrayó que al futbol en México le está costando mucho trabajo aceptar que las mujeres hablen de deportes. Hay intentos, pero no a fondo, nadie se atreve a hacer un cambio estructural, y lo hecho hasta ahora ha sido por presión social no por convicción. La equidad de género se sigue viendo como un tema solo de mujeres, y lo justifican de diversas formas, como lo hizo el entrenador Ricardo “Tuca” Ferreti al indicar “Soy de otra generación”.
Tras detallar que solo una de cada 20 notas es de mujeres, en la que se resalta más su vida privada que su desempeño en el juego, González apuntó que las periodistas siguen sin estar en espacios donde se podría hacer que las cosas cambiaran, como en una dirección editorial o contar con perspectiva de género. La mayoría ingresa a los medios como conductoras o presentadoras, no como comentaristas, además de que se les evalúa solo por la apariencia física.
En el caso del futbol, relató que hay varios cambios culturales que se mueven rápido, pero en el deporte no pasa lo mismo. Con rumbo al mundial de 2026, las mujeres siguen siendo vistas como aficionadas, como presentadoras, pero no están sentadas en la mesa de debates. Pese a ello, antes, en el tema el 90% de los mensajes eran machistas y ahora solo el 10% lo son.
Entre los cambios que debe haber es en cuanto al lenguaje, pues ya no se debe hablar de “futbol y futbol femenil”, sino de “futbol varonil” y “futbol femenil”; igual para otros deportes. Contempló que una de las compensaciones que se deben hacer para el reconocimiento de las futbolistas es mediática; se tiene que “cubrir más”. Reconoció que dos televisoras hayan apostado por transmitir los partidos.
Esto ha generado sinergia mediática, comercial y que haya jugadoras extranjeras. González hizo hincapié en que la de México es la liga femenil en el mundo que más seguidores tiene en redes sociales —en Twitter, Instagram y Facebook—, lo que contribuye a su visibilización, pues, para ella, santo que no es visto luego no es remunerado.ç
Las y el expositor mencionaron el tema de la prohibición de las mujeres a entrar a los estadios en Irán, por lo cual la FIFA se tendría que haber pronunciado y no lo hizo. En cuanto a la participación de personas trans en los deportes de categorías para mujeres, Loyo Pérez opinó estar en favor de la inclusión, si se siguen ciertos requisitos; González expresó que pese a que hay ciertos lineamientos, tienen ventajas sobre las mujeres, en tanto que Haas señaló que la naturaleza pone en jaque las categorías deportivas y se tiene que buscar alternativas para que las personas puedan expresar su talento.
Este reportaje forma parte del proyecto “Las mujeres futbolistas y sus derechos humanos laborales. Una mirada rumbo al Mundial 2026”, de la Red de Mujeres Sindicalistas.